Hoy en día en el Oriente Próximo y África del Norte empiezan a estallar guerras religiosas de una envergadura equivalente al conflicto de los católicos y hugonotes en la Europa de los siglos XVI y XVII, destaca el columnista ruso Alexandr Kuznetsov.
Los tres años de primavera árabe no ofrecen muchas esperanzas para pronósticos optimistas acerca del futuro de la región, insiste Kuznetsov en su columna en el portal Odnako. Egipto hizo un giro completo y volvió a una autocracia militar, pero bajo unas condiciones políticas y económicas mucho peores que durante la época de Hosni Mubarak. Actualmente, es un Estado en bancarrota, con una industria colapsada, un profundo déficit presupuestario, sin turismo y con disensiones entre los seguidores del islam radical y los Hermanos Musulmanes por una parte y el resto de la sociedad por otra.
Libia dejó de ser un Estado: más bien es un conglomerado de tribus, clanes y agrupaciones criminales rivales que no dejan de enfrentarse entre sí. Insiste en que la profundización del caos que reina en el país puede resucitar ante Europa las amenazas olvidadas desde hace varios siglos. En particular, planteó la posibilidad de que reaparezca la piratería bereber en el Mediterráneo Occidental.
Siria, que hace unos cuantos años era un país próspero, hoy en día está semidestruido y la situación parece estar en un callejón sin salida: el conflicto amenaza con convertirse en algo crónico y duradero, como la guerra civil en el Líbano que tuvo lugar entre los años 1975 y 1990, y extenderse también a los Estados vecinos, incluidos Jordania, Turquía, el Líbano e Irak.
Las guerras de religión
“Lo más horroroso es que la primavera árabe profundizó las contradicciones entre los grupos laicos e islamistas y también entre sunitas y chiitas”, puntualiza Kuznetsov y destaca que Siria, en su momento el país más tolerante de la región, hoy en día vive bajo el temor a persecuciones religiosas. El terrorismo masivo por parte de los yihadistas, obligó a una quinta parte de los cristianos sirios a huir del país, mientras que están creciendo las tensiones entre sunitas y alauitas.
“Así la situación puede llegar hasta un nuevo apartheid”, comenta el analista y añade que la propaganda del odio ya empieza a dar sus frutos en todo el mundo árabe. Como ejemplo, menciona la ola de ataques terroristas que está sacudiendo el Líbano. En un Estado que oficialmente está fuera de guerra alguna, los atentados se cobraron la vida de más de un centenar de personas a lo largo de medio año, lo que lleva a algunos a hablar de una nueva guerra civil en el país.
“A inicios del siglo XXI tenemos guerras de religión de una envergadura equivalente al conflicto de los católicos y hugonotes que sacudió Europa en los siglos XVI y XVII. Esto significa, entre otras cosas, que la región se está arcaizando rápidamente: las estructuras estatales se hacen menos eficaces. En algunos países, como Libia o Yemen, ya ni siquiera existen. En esta situación, en vez de una identidad nacional, prevalece la identidad vecinal, tribal o religiosa”, subraya Kuznetsov.
El mapamundi árabe dentro de 10 años
Analizando las perspectivas de la región, el analista plantea que un escenario pesimista supone más caos y desintegración. Predice que Libia se fraccionará en dos o tres ‘cuasi Estados’, uno de los cuales, Cirenaica, donde se concentrarán los principales recursos petroleros del país, tarde o temprano acabará bajo el control de la Unión Europea. Una alternativa para Libia sería unirse a Egipto: en este caso, las inversiones en el petróleo podrían reanimar la economía egipcia, mientras que la administración realizada desde El Cairo pacificaría la rivalidad entre las tribus libias. Sin embargo, la inestabilidad política en el propio Egipto hace que este escenario sea imposible, destaca.
La desintegración de Siria también es muy probable. Si la guerra civil continúa, el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL) formará un enclave sunita radical en el norte del país e intentará unirlo con varias provincias iraquíes. Las provincias en el sur formarán un Estado chiita, inclinado hacia Irán.
Si las provincias sunitas de Irak se unen con los territorios sirios bajo el control del EIIL, se radicalizará también el problema kurdo, subraya Kuznetsov. El Kurdistán iraquí se proclamará Estado independiente y atraerá a los kurdos sirios y turcos. Un Kurdistán independiente, probablemente se convertirá en un socio estratégico de EE.UU. e Israel, pronostica el analista.
Al mismo tiempo, el columnista admite que algunos cambios positivos también son posibles. Argumenta que Al Qaeda y sus simpatizantes no tienen futuro, ya que no cuentan con un programa político. Por otro lado, en el mundo árabe hay juventud que quiere independizarse de los extremistas islamistas y pueden unirse bajo una nueva doctrina. Sin embargo, no precisa cuál es la probabilidad de que se cumpla este escenario más optimista.
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