Para que José Martí no muriera en el año de su centenario, Fidel asaltó los cuarteles Moncada (Santiago de Cuba) y Carlos Manuel de Céspedes (Bayamo) con un puñado de hombres, aquel histórico 26 de julio de 1953; y como al caer en Dos Ríos el 19 de mayo de 1895 fue de cara al sol, como anunció en sus versos, su mejor discípulo y soldado de las ideas, Fidel, pidió acompañarlo en Santa Ifigenia, sembrado en una piedra monolítica, situada como Martí, frente al sol naciente del Oriente cubano, donde cayó el Apóstol y naciera el Comandante en Jefe.
Fidel desafió siempre la muerte y Martí dejó escrito que “…no mueren los que a la ciencia y a la Patria hicieron bien” porque “…el espíritu de los muertos pasa a alentar el alma de los vivos”.
Viéndolo desde esa perspectiva, tiene mucha razón Yusuam Palacios Ortega, presidente del Movimiento Juvenil Martiano (MJM), cuando expresa que “solo llevando a la práctica tales ideas y mediante el estudio de nuestra historia, que es muy rica, nuestra juventud podrá hacer honor al legado de ambos gigantes del pensamiento histórico cubano y aprender a distinguir entre la supremacía del ser y el ansia de tener”.
Nuestro Héroe Nacional y el Líder histórico de la Revolución continúan cabalgando en sendos corceles, indicando el camino que ha de seguir la juventud cubana, desbrozándolo de los escollos propios de esta época en la que el neoliberalismo se globaliza y lo material se vende como lo más atractivo sobre los valores que han de enaltecer a la especie humana.
De ahí que reconozca Yusuam que “estamos en una batalla de símbolos y hemos de batallar para salvar nuestras tradiciones, historia y cultura, que representan toda la gloria del país, del pueblo, y están resumidas magistralmente en la Revolución cubana”.
Con Martí se puede interiorizar la historia de Cuba, nos pone en condiciones de poder compartirla, defenderla y difundirla”. De ahí la importancia del MJC, creado en el año 1989 por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) y que tanta importancia le da a la Fragua Martiana, que cumple 65 años; al Centro de Estudios Martianos, que arriba a los 40; y a los Seminarios Juveniles Martianos que tanto aportan al desarrollo del pensamiento de quienes tienen el sagrado deber de sostener las banderas enarboladas por sus antecesores.
Como honrar a los mártires es digna manera de reconocerlos, debe ser práctica común la visita a los sitios donde reposan, como Santa Ifigenia (Santiago de Cuba), por ejemplo, el cementerio más antiguo de Cuba, fundado el 28 de abril de 1868 y donde reposan los restos de Martí y Fidel, resguarda también el espíritu virtuoso del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes; de 32 generales (28 eran orientales) de las guerras por la independencia de Cuba y otros oficiales y soldados; de Mariana Grajales, madre de los Maceo y María Cabrales, fiel compañera de Antonio; de los hermanos Frank y Josué País, de Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada. Entre muchos otros sagrados espacios también está el Panteón de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Monumento a los caídos en misiones internacionalistas.
Es amplio, rico y enaltecedor el martirologio de la Patria. Yusuam lo sabe y le apasiona, como debe apasionar a todos los jóvenes cubanos, quienes “al beber del pensamiento martiano, podrán encontrar los caminos necesarios para crecer como personas y aportar lo que de ellos se espera, dándole el sentido que merecen sus vidas”.
Ese sentido, considera el presidente del Movimiento Juvenil Martiano, “se logra con una cultura integral, pasando por la lectura, la música, el arte en sus diferentes expresiones y mediante el diálogo transparente y sin vacíos, recordando lo que decía el Maestro, no llevar a los campos pedagogos, sino conversadores”.
Precisa Palacios Ortega que estos no son tiempos de monólogos, sino, de dialogar, intercambiar ideas y escuchar lo que otros tienen que decir. “Eso ayuda a formarnos integralmente y también interiorizando que la solidaridad da sentido a la unidad”.
En uno de tantos encuentros en los que participa Yusuam, esta vez aquí en Holguín, insistió en la necesidad de seguir descubriendo a Martí y lograr que los jóvenes lo vean como su contemporáneo, como un ser de total actualidad, porque “Martí no es una quimera, ni alguien inalcanzable. No es un hombre colocado en una estatua, un busto o un monumento. Martí es más que eso, es alguien con quien se puede dialogar y aprender mucho de todo”.
Considera el joven martiano que al Héroe Nacional Cubano “hay que consultarlo siempre, porque fue como Fidel, que fue al futuro y regresó para contarlo. Por esa razón, hay que acercarse a Martí, verlo como lo que es, un hombre de estos tiempos y hacerlo desde los códigos actuales de la comunicación, de las plataformas digitales, donde hay que colocar su pensamiento, su humanismo y madurez política, su amor por los niños y confianza en los jóvenes y el porvenir”.
Escuchándole hablar tan apasionadamente hice una retrospectiva sobre el cubano que nos enseñó a amar la Patria por la que dio su vida, que anticipó el peligro que representaba el naciente imperio de Estados Unidos para los pueblos de América, el político, periodista, diplomático y pensador de gran talla, el que tuvo la capacidad de crear el Partido Revolucionario Cubano y organizar la Guerra Necesaria (1895), uniendo a veteranos y jóvenes combatientes.
“Es el mismo José Martí que fue niño y tuvo 16 y 20 años, como los de ahora; el Martí de la universidad, de la juventud enamorada, el patriota sin medias tintas, el solidario que quería lograr, con la independencia de Cuba, la de Puerto Rico, el que soñaba con transformar la sociedad cubana, el que polemizaba con una cultura muy abarcadora, el analista de los más diversos temas, con una visión de futuro que aún nos sorprende a todos”.
Me encantó dialogar con Yusuam Palacios Ortega en estos tiempos en que andamos con Fidel y Martí en el corazón y en la mente, aportando todo cuanto podemos para consolidar nuestra obra y que trascienda en el tiempo, como trascendente es el ejemplo que ellos nos legaron.
Por ello, este 19 de Mayo no recordaremos al José Martí que cayó abatido por las balas, en Dos Ríos, hace 122 años, sino al que nos enseñó que: “Quien quiera pueblos ha de enseñar a los hombres a pensar”, que “Patria es humanidad”, que “…es ley que para saber el caudal del río, se vaya siempre a su fuente” y que “…por dos caminos no se puede ir si se quiere triunfar”.
En todos los tiempos ha quedado demostrado: José Martí y Fidel Castro hicieron de Cuba un pueblo de vencedores.
(Tomado de Radio Angulo)
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