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Diez claves de la política de Donald Trump hacia Cuba

Publicado el 19 junio 2017 en Noticias

El cambio de política hacia Cuba, anunciado el pasado viernes en Miami por el presidente estadounidense Donald Trump [1], implica un retroceso en varios aspectos de las relaciones bilaterales, al tiempo que se mantienen en pie buena parte de los discretos avances alcanzados desde el 17 de diciembre del 2014 con la administración de Barack Obama.

Granma comparte con sus lectores las opiniones y análisis de importantes académicos, políticos y medios de comunicación de ambos lados del estrecho de la Florida, con el objetivo de contextualizar los pronunciamientos de Trump y su posible trascendencia en el futuro de los nexos entre ambos países.

1. EL PRESIDENTE PAGÓ UNA SUPUESTA DEUDA CON LA ULTRADERECHA DE MIAMI

El contenido de los pronunciamientos, el lugar escogido y la audiencia que acompañó al presidente en el teatro de Miami que lleva el nombre del mercenario de Playa Girón Manuel Artime, confirmaron las sospechas de muchos analistas de que el mandatario estaba asesorado exclusivamente por un puñado de personas que no representan a la mayoría de la opinión pública estadounidense ni a la comunidad cubana en ese país.

«Creo que el presidente está pagando deudas políticas al senador Marco Rubio y al representante Mario Díaz-Balart», dijo a este diario el abogado estadounidense Robert Muse, quien tiene amplia experiencia en el estudio de las relaciones entre Washington y La Habana.

Gracias a su cercanía con el presidente, el uso de artimañas políticas y el empleo de sus influyentes puestos en el Congreso como moneda de cambio, ambos legisladores republicanos se convirtieron en los principales artífices del timonazo de la Casa Blanca.

«La nueva política de Trump hacia Cuba está dictada por consideraciones de política doméstica, no por intereses de política exterior», apunta William Leogrande, profesor de Gobernanza de la Universidad Americana. «El propio presidente dijo que estaba pagando una deuda política que siente con los cubanoamericanos conservadores por su apoyo en la campaña para las elecciones».

2. LOS CAMBIOS AFECTAN LOS PROPIOS INTERESES DE LOS ESTADOS UNIDOS Y DAÑAN AL PUEBLO CUBANO

En su afán por complacer a la ultraderecha de la Florida y desmontar el legado de su predecesor demócrata, Trump optó por afectar los intereses de amplios sectores en los Estados Unidos y reforzar la política de bloqueo que causa ingentes daños al pueblo de la Isla. Su frase «Estados Unidos primero» parece no aplicarse a Cuba.

«Los cambios son serios: no se permitirán transacciones con empresas cubanas vinculadas a las Fuerzas Armadas y los viajes educacionales de pueblo a pueblo vuelven a necesitar el auspicio de organizaciones», opina Phil Peters, presidente del Centro de Investigaciones sobre Cuba.

«Se trata de un retroceso hueco en relación con la normalización que da un golpe a la libertad de los estadounidenses de viajar, a nuestra seguridad nacional y a las personas en Cuba que ansían reconectarse con los Estados Unidos; todo para cumplir un favor político con una pequeña facción local», dijo el senador demócrata Patrick Leahy, favorable a los nexos, después de los anuncios de Trump.

Pero son muchos los sectores dentro de los Estados Unidos temerosos de que un deterioro de las relaciones con La Habana pueda afectar los avances en otras áreas.

La Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAC) recordó la importancia del intercambio fluido que ha sostenido en los últimos años con la Academia de Ciencias de Cuba. Señaló que ambos países comparten clima, aguas y enfermedades. «La ciencia no tiene fronteras», aseguraron tras apuntar que continuarán enfocados en el intercambio con su contraparte cubana.

Grupos de agricultores criticaron la postura de Trump señalando que podría detener el incremento en las exportaciones hacia Cuba que, según Reuters, ascendieron a 221 millones de dólares en el 2016.

Esa cifra se alcanzó a pesar de que sigue prohibido por ley el otorgamiento de créditos para la compra de alimentos y se obliga a Cuba a pagar en efectivo.

Otra de las contradicciones que señalan los especialistas es el supuesto enfoque de la nueva política hacia la defensa de la seguridad nacional de los Estados Unidos.

Cerca de una docena de ex altos oficiales estadounidenses enviaron en abril una carta al asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, el general H. R. McMaster, para aconsejarle que cortar los lazos con la Isla tendría repercusiones para la seguridad de Estados Unidos y que la Isla puede ser un importante aliado en el enfrentamiento al narcotráfico y el manejo de emergencias.

3. LA IDEA DE SANCIONAR A LAS EMPRESAS VINCULADAS CON LAS FUERZAS ARMADAS REVOLUCIONARIAS (FAR) Y LOS SERVICIOS DE SEGURIDAD E INTELIGENCIA CUBANOS ES UNA VIEJA ASPIRACIÓN DE LA ULTRADERECHA CUBANOAMERICANA

La aspiración de golpear a este sector es de vieja data entre los legisladores cubanoamericanos, que a pesar de sus éxitos en el fortalecimiento del bloqueo no han logrado ahogar a la economía cubana.

En junio del 2015, Marco Rubio presentó un proyecto de ley en el Senado para prohibir cualquier transacción con empresas del sector militar cubano.

Asimismo, el proyecto de ley del presupuesto de servicios financieros y gastos generales del gobierno para el 2017, aprobado en la Cámara de Representantes el año pasado, incluía una cláusula para lograr el mismo fin, defendida por Díaz-Balart.

Ambas iniciativas fracasaron en el Congreso por lo que los legisladores aprovecharon la oportunidad para incluir sus objetivos en el cambio de política de Trump.

Muchas de las empresas administradas por las FAR se encuentran entre las más eficientes y productivas del país, crean productos y servicios de alto valor agregado y emplean a cientos de miles de personas. Sus ganancias, a diferencia de lo que ocurre en otros lugares del mundo, se revierten en la calidad de vida del pueblo.

4. RUBIO Y DÍAZ-BALART CHOCARON CONTRA EL RECHAZO MAYORITARIO A SUS POLÍTICAS

Según reportaron medios estadounidenses como The Hill, los primeros borradores presentados a Trump con acciones contra Cuba incluían medidas mucho más severas, desde cortar por completo los lazos diplomáticos hasta volver a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Sin embargo, las ideas más radicales de Rubio y Díaz-Balart chocaron contra el inmenso apoyo a la política de acercamiento dentro de las propias agencias gubernamentales de Estados Unidos y en amplios sectores de ese país.

Durante los últimos meses más de 40 empresas vinculadas al negocio de los viajes, dirigentes de gigantes como Google y Marriot, congresistas de ambos partidos, organizaciones de la comunidad cubana, los principales medios de prensa estadounidenses, líderes políticos y sociales de todo el espectro e incluso varias entidades civiles desde la Isla, hicieron llegar al mandatario su deseo de que se mantuvieran los nexos entre Washington y La Habana.

«La Casa Blanca quedó atrapada entre la opinión pública, que favorece los viajes y el comercio, y sus concesiones a Rubio y Díaz-Balart», dijo a Granma Collin Laverty, presidente de la agencia de Viajes Educacionales a Cuba. «El presidente dijo que había “cancelado el acuerdo de Obama”, pero en realidad se quedó en los bordes porque sabe que la apertura de Obama fue popular».

5. OBAMA NO HIZO CONCESIÓN ALGUNA A CUBA

Una de las ideas defendidas por el presidente durante su discurso el viernes pasado fue la necesidad de acabar con supuestas «concesiones unilaterales» a Cuba por parte de Barack Obama, a partir de los anuncios del 17 de diciembre del 2014.

Sin embargo, en ninguno de los 22 acuerdos firmados en los últimos dos años se puede encontrar una sola medida que beneficie exclusivamente a Cuba.

Poder trabajar de conjunto ante un derrame de petróleo en el estrecho de la Florida; combatir el ciberdelito, el terrorismo o el narcotráfico, reforzar la seguridad en la navegación marítima o compartir experiencias en el enfrentamiento al cáncer, benefician por igual a Cuba y Estados Unidos.
Asimismo, los cambios limitados que hizo Obama a la aplicación del bloqueo tenían claros intereses políticos por parte de Estados Unidos y contenían una intencionalidad marcada de favorecer a determinados sectores de la sociedad cubana.

6. TRUMP DESEMPOLVÓ LA RETÓRICA DE LA GUERRA FRÍA

Si bien la mayor parte de las medidas anunciadas por Trump estaban dentro de los pronósticos de los analistas, la gran sorpresa de su presentación del viernes fue la retórica burda y ofensiva que utilizó contra Cuba, que se remonta a una época de Guerra Fría que ambos países habían comenzado a superar.

«No debería sorprendernos», opina el profesor e investigador del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos, de la Universidad de La Habana (Cehseu), Luis René Fernández, quien destaca el pasado del presidente como presentador de reality shows. «El motivo real de la retórica de Trump son las dificultades políticas internas que enfrenta y el escenario de Miami, donde estuvo rodeado por grupos ignorantes y reaccionarios».

La historia ha demostrado que incluso en las peores situaciones —co­mo la del periodo especial de los años 90 del siglo pasado a partir de la caída del campo socialista y el recrudecimiento del bloqueo—, Cuba sobrevivió y comenzó su recuperación de forma exitosa, señala el académico cubano. «Obviamente hoy estamos en mejores condiciones de enfrentar esta vieja y fallida política».

7. CUBA NUNCA HA NEGOCIADO BAJO PRESIONES

Cuba y los Estados Unidos tienen una larga historia de negociaciones, tanto secretas como públicas, que van desde la administración de John F. Kennedy hasta la de Barack Obama.  Una constante ha sido la posición de La Habana de no ceder a presiones o chantajes, ni negociar aspectos de su soberanía.

«Cualquiera que conozca Cuba, sabe que apuntar con el dedo, señalar y amenazar no producirá ningún resultado», opina Laverty.

La Declaración del Gobierno Revolucionario, publicada tras el discurso de Trump, ratifica ese principio citando su pronunciamiento del 1ro. de julio del 2015 tras la entrega de las cartas para restablecer los nexos entre Cuba y Estados Unidos: «Estas relaciones deberán cimentarse en el respeto absoluto a nuestra independencia y soberanía; el derecho inalienable de todo Estado a elegir el sistema político, económico, social y cultural, sin injerencia de ninguna forma; y la igualdad soberana y la reciprocidad, que constituyen principios irrenunciables del Derecho Internacional, tal como refrendó la Proclama de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, firmada por los Jefes de Estado y Gobierno de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), en su II Cumbre, en La Habana».  Y concluye «Cuba no ha renunciado a estos principios ni renunciará jamás».

8. NO TODAS LAS PUERTAS ESTÁN CERRADAS

Los especialistas consultados por Granma coinciden en que el cambio de política de Trump constituye un retroceso en las relaciones, pero todavía hay espacio para que los dos países continúen buscando canales de cooperación.

«A pesar de la retórica política, la administración Trump quiere trabajar con el gobierno cubano en áreas de interés mutuo, tales como la aplicación de la ley, la lucha contra el narcotráfico y la cooperación», asegura a este diario James Williams, presidente de la coalición Engage Cuba, que aboga en Washington por el levantamiento del bloqueo.

Hasta el momento, ninguno de los 22 acuerdos firmados entre los países en distintas esferas ha sido suspendido, señala el profesor William Leogrande como una señal de esperanza.

El académico cubano, Luis René Fernández, apunta que, a pesar de que Washington haya optado por regresar a una política fallida, Cuba continuará con éxito el proceso de actualización de su modelo económico, lo cual le abre muchas posibilidades.

9. EL CONGRESO: OTRO CAMPO DE BATALLA

Aunque el presidente tiene amplias potestades para dirigir las relaciones exteriores e incluso cambiar la aplicación práctica del bloqueo, las políticas agresivas contra Cuba están asentadas con fuerza en el Congreso.

En estos momentos hay varios proyectos de ley a favor y en contra de los nexos en el legislativo. Uno de los más adelantados es el que defienden el republicano Jeff Flake y el demócrata Patrick Leahy en el Senado para levantar todas las prohibiciones de los viajes.

No es la primera vez que se presentan iniciativas similares, pero en esta ocasión destaca el apoyo bipartidista, con más de medio centenar de copatrocinadores en el Senado.

«Cualquier política de disminuya la habilidad para viajar libremente a Cuba no está en los intereses de Estados Unidos ni del pueblo cubano. Es tiempo de que el liderazgo del senado finalmente permita un voto a mi proyecto de ley que levantaría totalmente estas restricciones arcaicas que no existen para ningún otro país del mundo», dijo el senador Flake en un comunicado después de los pronunciamientos de Trump.

Según Reuters, Flake considera que, de someterse a escrutinio, podría obtener hasta 70 votos favorables en el hemiciclo de 100 asientos. Un proyecto similar tendría que ser discutido en la Cámara de representantes, donde el balance no es favorable, pero sin dudas las condiciones son mucho más propicias que el año pasado.

«Ya estamos viendo un florecimiento de las críticas a esta nueva política por parte de los republicanos en el Congreso», refiere Williams. «Esperamos que esto sirva como catalizador para que el Congreso dé los pasos y remueva por completo las restricciones a los viajes y el comercio».

10. HAY QUE ESPERAR POR LAS REGULACIONES PARA SABER EL VERDADERO ALCANCE DE LAS MEDIDAS

La directiva política firmada por Trump deroga la anterior directiva del presidente Obama, define algunas líneas generales sobre cómo implementar las nuevas restricciones a los viajes y el comercio.

Sin embargo, ofrece plazos de 30 a 90 días, y otros indefinidos, para la publicación de las regulaciones específicas por las distintas agencias involucradas.

Hasta que no entren en vigor las medidas y se conozca la letra pequeña que regirá su implementación, resulta difícil conocer el alcance y posible impacto de las nuevas medidas de Trump.

(Tomado de Granma [2])


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