Antonio Moltó Martorell, presidente nacional de la Unión de Periodistas de Cuba, falleció este martes 15 de agosto de 2017. La noticia retumbó bien temprano en todas las redacciones de medios cubanos y se apretaron los corazones de cuanto periodista revolucionario hay en este país, sea o no miembro de la organización que lideraba.
Y digo bien, lideraba, porque Moltó no era solo el presidente. Era más. Moltó era un líder nato, de esos en los cuales se unen inteligencia, bondad, verbo y carisma.
Cuando Moltó hablaba había que escucharlo aunque hablara mucho, porque encantaba; convencía, estremecía… Y escuchaba. Hombre de la radio, Antonio Moltó era un genio de las metáforas. Construía imágenes con las palabras con la facilidad de un mago.
Muchos oyentes lo recordarán, aunque no puedan unir su rostro a su voz, ¡eso sucede a los radialistas!, como uno de los panelistas del programa Hablando claro, de Radio Rebelde. Moltó, sin que nadie se moleste, era quien más claro hablaba cuando de hablar claro se trataba.
Pero igual su huella está, dicen quienes le acompañaron entonces, en los mejores años de Haciendo Radio, cuando más que hacer una revista informativa en Rebelde, bajo el mando de Moltó, se hacía un taller creativo diario donde todos aprendían.
La biografía de Moltó se repetirá mucho en estos días. La historia de su vida es asombrosa. Quienes lo conocimos y aprendimos de él sentimos que se fue demasiado pronto. Moltó era como un padre para todos los periodistas cubanos, de esos que te cobijan, te dan consejos y de vez en cuando, si lo mereces, te dan un cocotazo.
Antonio Moltó Martorel nunca soñó con ser el presidente de los periodistas cubanos, y no por méritos, ¡que le sobraban!, sino porque tal vez la misión le llegó demasiado tarde en su vida, recién acabado de salir de una crisis de salud y con 70 años.
Pero elegido por sus colegas en 2013, asumió la misión y nos guió en todas las batallas que libramos los periodistas cubanos, desde las más humanas hasta las divinas.
En el último año su salud se había quebrantado bastante. Víctima de un infarto casi letal, sobrevivió, y ya recuperado, lejos de irse a descansar, prefirió volver a su Upec porque aún le quedaba mucho por hacer. Y es que Moltó habitaba un cuerpo de 74 años, pero su mente revoloteaba como la de un joven de 20.
Antonio Moltó Martorel ha muerto y aún en las redacciones nos preguntamos: ¿es verdad?, ¿será necesario publicarlo? Esta clasifica entre las noticias que no queremos dar porque duele; porque los dedos no saben qué letra marcar, la voz se quiebra ante el micrófono, la lágrima rueda ante la cámara indiscreta y el hipertexto se nos queda corto.
Moltó, ¿qué les puedo decir?, nos deja su honestidad, su ejemplo, su valentía, su ética y su pasión. Sobre todo su pasión desmedida. Esa pasión por el periodismo y la Revolución que contagiaba a todos y nos llenaba de esperanzas.
Los periodistas cubanos quedamos un poco huérfanos sin Moltó. Pero él nos diría que no son tiempos de llorar, o que está bien llorar un rato, pero luego hay que seguir trabajando por un periodismo mejor.
Nuestro deber ahora es luchar porque se cumplan todos esos sueños que Moltó dejó inconclusos. Cumplamos nuestra deuda con él.
(Tomado de UPEC)
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