Si lo enunciado respecto a la dramática muerte del Che nunca pudo aceptarse, para ira y resistencia de sus oponentes, el símbolo de rebeldía, de integralidad y de emancipación lo ha acompañado durante todos estos largos años, muy a pesar de aquellos. Quedaba, sin embargo, una gran deuda con este grupo de gigantes encabezado por el Che y era dar la respuesta acertada, no obstante sus detractores, de encontrar los lugares de enterramientos y cumplir con la deuda sagrada de reverenciar a verdaderos héroes de las gestas libertarias de nuestro continente.
Ese y no otro, como en su momento quisieron hacer ver los que tejieron la artimaña del ocultamiento, la desinformación y la infamia, fue el objetivo de la investigación interdisciplinaria ejecutada desde noviembre de 1995 hasta un cierre parcial en el 2001, la que se propuso devolver la verdad ante la incertidumbre y la maldad, venciendo los enormes obstáculos objetivos y, sobre todo, subjetivos, impuestos por quienes se aferraban a no desvelar de qué forma, alevosía y premeditación actuaron, en contra de las normas de los derechos humanos, más allá de la conformidad o aceptación de ideales comunes.
DIVERSOS OBSTÁCULOS A ENFRENTAR EN EL TIEMPO TRANSCURRIDO
La relación de los obstáculos que se tuvieron que vencer pertenecen a una amalgama disímil de hechos, situaciones y contradicciones en los procedimientos empleados por parte de las autoridades del gobierno y algunos sectores de la sociedad civil bolivianos, sumado a objetivos y estrategias mayores diseñadas por los poderes hegemónicos del gobierno de Estados Unidos en el continente, cuando de preservar sus intereses se trata; unido a la saña con que fue perseguido y asesinado a quien consideraban como el más admirado por los revolucionarios del mundo. Romper esas barreras, a lo largo de las múltiples aristas en que hubo que abordar las indagaciones y los hallazgos producidos, representan un logro, tanto en lo académico y científico, como en la enorme carga humana que implica devolver para la historia su verdadera dimensión.
Dentro de los obstáculos de mayor alcance, se pueden sintetizar, entre otros:
–La saturación de versiones con mayor o menor elaboración, algunas de ellas fabuladas al máximo, repetidas en el tiempo y relacionadas intrínsecamente con la negativa, casi absoluta, por parte de los mandos militares, de dar información para encontrarlos, además de intereses encubiertos visibles en la multiplicidad de las versiones adocenadas con los años.
–Los problemas y contradicciones emanados por el tiempo transcurrido, desde los acontecimientos y las condiciones en que se suscitaron; la manera en que se procedió para los enterramientos y lo inhóspito de los lugares empleados en su casi totalidad, sin ánimo alguno de preservación. Se puede afirmar que en todos estos largos años nunca faltaron personas dispuestas a encontrar, al menos, una aproximación de lo ocurrido, lo que permitió que se acumularan numerosas versiones, con mayor o menor sentido de la verdad histórica. Solo hasta los años 80 en que se inicia un proceso de democratización en el país, no se materializa un proyecto desarrollado por investigadores cubanos en Bolivia, quienes reconstruyen los pasos del Che y sus compañeros durante la campaña guerrillera, aportando numerosos datos e información precisa y valiosa sobre lo acaecido, como uno de los sustratos y soportes esenciales de la nueva etapa asumida.
–La necesidad, teniendo en cuenta lo anterior y como uno de los retos mayores a solventar, de elaborar un magno proyecto capaz de integrar una visión inter y multidisciplinaria que fuera lo suficientemente convincente, no solo de acercarse a una relativa verdad histórica de los hechos dentro de la amalgama de información acumulada y con el empleo de métodos y técnicas adecuadas, sino también de crear una metodología apta para instrumentar métodos particulares de diversas ciencias exactas no ensayados en este tipo de búsqueda.
–Tratar de encontrar caminos por la vía diplomática de ambos países y gobiernos, a pesar de desacuerdos anteriores, que permitieran flexibilizar los contactos y la información acumulada en años y esencialmente, romper las barreras de sectores como las Fuerzas Armadas Bolivianas reacios a cualquier trabajo en común para culminar la búsqueda. Tal es así, que durante todo el tiempo de la investigación no se pudo acceder a la documentación preservada por los militares, al haber sido declarada propiedad del ejército como tributo de guerra, problema aún no resuelto a pesar de solicitudes realizadas por el Archivo de la nación.
–La posición del alto mando militar y la falta de información impidió al equipo de investigadores conocer detalles de los planes de operaciones puestos en práctica en 1967, momento en que el ejército boliviano alcanzaba mayor efectividad en las acciones, sobre todo después de las acciones de Vado del Yeso hasta el enterramiento del Ñato, del grupo de los sobrevivientes, en noviembre de 1967. Si se tienen en cuenta los libros escritos por oficiales que estuvieron presentes en la conducción de los acontecimientos, la mayoría adolece de la exactitud y credibilidad suficiente para basar científicamente una investigación, sin negar el valor de la información que se documenta. Deslindar los lugares de enterramiento en tierras controladas en aquel entonces por los militares, la facilidad brindada para su ejecución y la coincidencia de fosas comunes pertenecientes a los grupos de combatientes por las fechas de sus caídas, eran puntos claves que, de conocerse con anterioridad, hubieran permitido avanzar con mayor agilidad y precisión a partir de las técnicas empleadas.
RESUMEN CRONOLÓGICO DE LAS PRINCIPALES ACCIONES EMPRENDIDAS EN LA BÚSQUEDA DESDE SU INICIO HASTA EL HALLAZGO DE LOS RESTOS DEL CHE Y SUS COMPAÑEROS EN VALLEGRANDE, EL 28 DE JUNIO DE 1997
1995
NOVIEMBRE:
Aparecen, entre los días 15 y 21, artículos periodísticos, tanto en Bolivia como en New York, donde se informa acerca de declaraciones realizadas por el general (r) Mario Vargas Salinas
–uno de los principales jefes militares de la contienda–, sobre el enterramiento del Che, sepultado el 11 de octubre junto con otros cinco guerrilleros en las inmediaciones de la pista de aviones de Vallegrande, a partir de considerar que «el contexto histórico había cambiado».
El 24, el presidente boliviano, Gonzalo Sánchez de Lozada, emite un Decreto Presidencial, creando una Comisión Gubernamental Especial al frente de la que estaría Hugo San Martín, secretario Nacional de Régimen Interior, con el fin de iniciar la investigación sobre la ubicación de los restos del Che.
El 25, se persona en Vallegrande el general Vargas sin poder precisar detalles del enterramiento. Ese mismo día se solicita la participación del equipo argentino de Antropología Forense y de la Empresa Georadar del Área Geofísica de Argentina.
DICIEMBRE:
1ro. de diciembre, se inician las excavaciones con miembros del ejército boliviano y con las indicaciones del jefe del equipo argentino, Alejandro Inchaúrregui.
El 11, se incorporan a la búsqueda Loyola Guzmán, representante de la Asociación de Familiares Desaparecidos (ASOFAND), y el representante de los familiares cubanos y de Tania, el doctor Jorge González, quien fue aceptado por el gobierno boliviano como un gesto humanitario y no político.
Se anuncia el retiro del equipo argentino por falta de fundamentos técnicos y de apoyo por parte del gobierno boliviano. No obstante, el 12 y 13 se producen los tres primeros hallazgos a partir de un testimoniante de la época, en el lugar llamado Cañada del Arroyo, a 5 km del pueblo.
1996
ENERO
El 15, se incorpora al trabajo un grupo de tres geólogos cubanos, Beatriz Rodríguez, José Proll y Leodegario Lufriú, especialistas en radiestesia, sísmica y microgravimetría. Su objetivo partía de integrar la información histórica existente disponible con la aplicación de las técnicas propias, a fin de delimitar las principales áreas de excavación. De igual forma, se incorporan cinco nuevos miembros del equipo argentino, quienes, junto a los cubanos, organizaban la estrategia de la búsqueda empleando la información histórica, paralela a la realización de las excavaciones.
MARZO
Se decide paralizar las excavaciones en Vallegrande hasta tanto no se diseñe un proyecto de investigación histórica capaz de articular el complejo escenario en que se realizaba el trabajo, retirándose de Bolivia el equipo argentino y los investigadores cubanos presentes en la zona, hasta definir la nueva estrategia.
ABRIL
Se crea un grupo para ampliar la investigación histórica con bolivianos y cubanos, dirigido por la Comisión gubernamental. Se incorporan la cubana María del Carmen Ariet García, investigadora, y el boliviano Humberto Vázquez Viaña.
JUNIO
En junio se produce el hallazgo de Carlos Coello, procediéndose a su exhumación e identificación, para su posterior traslado a Cuba.
DICIEMBRE
A partir de esa fecha, con la anuencia de la Comisión gubernamental, los investigadores cubanos asumen la dirección y control de la investigación histórica y técnica.
Sobre esa propuesta se reinició la prospección en las áreas precisadas por las indagaciones históricas, según un orden de prioridades acorde con el grado de veracidad probable y se estudió la posibilidad o factibilidad de la aplicación de distintas técnicas, dentro de un plan elaborado para conocer las características de los suelos, así como una interpretación de los resultados que se obtuvieran de los equipos geofísicos que se estaban empleando.
Comienzan a llegar a Bolivia un grupo de técnicos cubanos de diferentes especialidades, los que cubrirían, en varios momentos, estancias puntuales en el desarrollo de sus funciones.
1997
ENERO
En total son seis los técnicos cubanos: Lissette Torriente, José Andrade, Fernando Ortega, Greco Cid, Roberto Rodríguez y Héctor Soto. Especialistas en Teledetección, Topografía, Suelos, Geoquímica y Antropología Forense.
JUNIO
El 14, se declara que, la responsabilidad de la búsqueda por parte del gobierno boliviano, recae en el Ministerio de Desarrollo Humano, a cargo de Franklin Anaya, quien fuera embajador boliviano en Cuba. El 19, se reinician las excavaciones.
El 28, a las 9:00 a.m., aparece un hueso radio izquierdo, en una fosa común, en el entorno de la pista de Vallegrande. En este mismo sitio fueron encontrados los que luego se identificaron como los restos del Che.
Se solicita nuevamente la colaboración de los miembros del equipo argentino por su experiencia acumulada en este tipo de hallazgos y para alcanzar una mayor agilización en las exhumaciones.
El 29, se descubre un cráneo envuelto en una chaqueta verde de nylon y otro cuerpo debajo. El 30, se ubican costillas, así como se amplía la excavación y se observan nuevos restos.
JULIO
Del 1ro. al 3, se descubren otros restos que no guardan relación con los anteriores, además de un quinto esqueleto y, para el final del día, se delimitan la existencia de dos nuevos restos, concluyéndose que se hallan en la fosa siete cadáveres. En los días sucesivos se continúan las excavaciones, hasta lograr la exhumación de la totalidad de los cuerpos, los que serían trasladados al Hospital Japonés de Santa Cruz para su total identificación, por parte de especialistas cubanos y argentinos, se confirma entonces.
LA VERDAD OCULTA DE VALLEGRANDE
El pequeño poblado de Vallegrande, a 770 km de La Paz y colindante con los departamentos de Santa Cruz, Cochabamba y Chuquicamata, quedaría inscrito en la historia por la decisión del alto mando del ejército boliviano de enterrar a los guerrilleros caídos en la contienda en dicho territorio, después de la emboscada de Vado del Yeso en agosto de 1967, en que muere el grupo comandado por Joaquín. Por simple deducción, de esa fecha a la muerte del Che y sus compañeros se localizaban un total de 23 combatientes enterrados en diferentes lugares de la zona, solo que la historia de los hechos se cruzaba con un sinfín de falsedades y contradicciones, que hacían de la búsqueda y la investigación un proceso en extremo complejo para encontrar el camino de la verdad.
Esa verdad oculta a medias porque se sabía, confirmada o no, que uno de los guerrilleros sepultados en sus tierras era el Comandante Ernesto Che Guevara, asesinado un 9 de octubre y enterrado, en un lugar no develado, el 11 de octubre en la madrugada, junto con los seis combatientes caídos o asesinados en los combates de la Quebrada del Yuro. De las más de 100 versiones reproducidas, entrecruzadas con falsedades, ocultamientos y visos de verdad, acumuladas a lo largo del tiempo, a otras que aparecían al autorizarse in situ la búsqueda, obligaba a perfilar con extrema objetividad lo que a su paso provenía de los resultados que se iban obteniendo por las diferentes especialidades que conformaban el estudio del caso.
La historia tenía el compromiso de anteceder en sus conclusiones un orden sistemático de las versiones, que permitiera al resto de los científicos comenzar por el camino más cercano y certero a los posibles resultados. Hasta el último momento negaron la documentación y declararon el trabajo sin resultados y como caso cerrado, aun cuando aparecieran los primeros restos.
El resultado obtenido, después de un largo trabajo de prospección, excavación, exhumación e identificación, corroboró con creces la estrategia diseñada por la dirección y el equipo de científicos cubanos y demostró las evidencias asociadas a la investigación histórica y la validez de las técnicas empleadas por todas las especialidades que intervinieron a lo largo de la investigación diseñada y ejecutada por el equipo.
Paralelamente al trabajo desplegado en Vallegrande, se simultaneaba la investigación histórica en la zona sur, con su centro en el poblado de Camiri, próximo a los acontecimientos de Ñancahuazú y su entorno, donde se libraron los primeros combates y donde también se hallaron algunos enterramientos de un total de 12 de los caídos en el área. La localización y posible ubicación fueron de las más complejas al no poderse, incluso, emplear técnicas instrumentales dado las condiciones inhóspitas y agrestes de los lugares señalados. De ese total, quedan por encontrar cinco, incluido el cubano Suárez Gayol y, aunque no se ha cerrado definitivamente la investigación, al menos para responder con conclusiones parciales, las probabilidades de sus hallazgos se reducen a una cifra mínima, quizá pendiente de un mayor y definitivo acceso a la documentación resguardada por el Ejército Boliviano.
A 20 AÑOS DE LA BÚSQUEDA DE LOS COMBATIENTES CAÍDOS EN BOLIVIA
Para algunos, el hallazgo de los restos del Che y sus compañeros en 1997, a 30 años de su asesinato, pudo haber sido obra del azar o la casualidad, sin embargo, los que participamos en un proyecto que nos comprometía desde lo académico hasta lo más sensible de nuestro ser, éramos conscientes que si existía algún azar se ceñía al privilegio de haber sido seleccionados para formar parte de un hecho que nunca más se reproduciría en nuestra labor como investigadores.
Pendía sobre todos el compromiso científico, pero a la vez el gran reto moral, de concluir una labor no repetible y de sentirla como propia a medida que cada uno nos adentrábamos en el descubrimiento insondable de desvelar lo que hasta esos momentos se presentaba como huidizo y enigmático. Muchas veces nos preguntábamos si lograríamos cumplir la misión y si nuestro conocimiento y las técnicas muchas veces utilizadas en nuestros respectivos campos servirían para responder a los objetivos propuestos.
A los logros puntuales y la satisfacción de contribuir a la ampliación de nuevos conocimientos científicos, la retribución de haber cumplido con una página singular de nuestra historia y propiciar un acercamiento más objetivo a la misma, evidenciando la potencialidad real que existe de unir las ciencias en aras de obtener beneficios para todos, se le suma el valor agregado de participar excepcionalmente en traer de lo virtual a lo real a hombres que por su entereza entregaron lo mejor de sí para la humanidad toda. El unirnos al sentir, como dijera nuestro Comandante en Jefe, Fidel Castro, en la culminación de las exequias en Villa Clara, de que se recuperaba el «destacamento de refuerzo» en tiempos tan inciertos como los actuales, renacido en ejemplos y, para muchos, en acicates para luchar por la justicia y la dignidad.
*Coordinadora científica del Centro de Estudios Che Guevara.
(Tomado de Granma)
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