Por: Juana Carrasco
Este sábado, en Washington, por cuarta ocasión, los cubanos residentes en ese país miraron al presente y al futuro, y para ellos se hizo más nítida e incluyente la imagen de la nación, a pesar de la compleja etapa en que la administración de Trump ha insertado las relaciones con Cuba.
La medida de ese Gobierno que, de manera unilateral y como retaliación hacia Cuba y su pueblo, ha cercenado servicios diplomáticos y consulares, obstaculiza los viajes en uno y otro sentido con el evidente propósito de ejercer presión política contra nuestro país, y también tiene el objetivo de entorpecer y afectar los lazos familiares y los vínculos de quienes viven en Estados Unidos, deseosos y dispuestos a seguir enlazados con la tierra que los vio nacer y a la que quieren seguir vinculados desde la cultura y los sentimientos de identidad nacional.
Por supuesto, ninguna de las arbitrarias y unilaterales decisiones de la Casa Blanca pueden cortar ni mellar en lo más mínimo la determinación y voluntad del Gobierno cubano de estrechar cada vez más las relaciones con los hijos de esta tierra, que se han ido fomentando mediante los enriquecedores y reflexivos encuentros que conocemos como Nación y Emigración y con las reuniones regionales y locales, como esta, que ha reunido este sábado en la capital estadounidense a 129 cubanos procedentes de 17 estados del territorio del vecino país. Encuentros similares recientes agruparon en Panamá a las asociaciones de los países latinoamericanos y caribeños y la de Milán, que llevó hasta esa ciudad italiana a los residentes en países europeos.
Ese criollismo con el cual se afirma que hay tantos cubanos en Remanganagua como en la Conchinchina no está alejado de la realidad. Estamos dondequiera y ello responde a esa tendencia humana normal de ser trashumantes y, como ocurre en cualquier país de menor desarrollo económico, también se migra en busca de mejoras —reales o imaginarias— en las regiones de mayor desarrollo económico.
Sin embargo, creo que los cubanos tenemos un especial arraigo a las cuatro letras, un sano regodeo en decir «mi familia, mi país, mi tierra, mi patria, mi Cuba», y en compartir esos sentimientos muy profundos de pertenencia, por los cuales pasan muestras externas como la sazón y los olores de la cocina, la música, el baile, las bromas, la alegría estentórea para nada contenida, y muchas más. Entonces no es casual que existan 157 asociaciones de cubanos en 72 países, en las cuales los unen por igual actividades culturales y recreativas, que la asistencia entusiasta a un encuentro deportivo donde se celebra en grande si hay victoria y se llora si ganó el contrario, o el concierto del añorado grupo artístico. También se encuentran para compartir preocupaciones y noticias del querido Caimán y, sobre todo, para la defensa de la dignidad y el derecho de la nación que les vio nacer, crecer y desarrollarse de manera soberana e independiente.
Los más comprometidos, cogen la sartén por el mango, apoyan conscientemente el proyecto político cubano, salvaguardan conquistas y denuncian agresiones que se concretan en una sola, el bloqueo económico, comercial y financiero de casi seis décadas.
Así ha sucedido en Washington este sábado 28 de octubre, en una sala de la Universidad Howard, donde se escuchó con respeto y detenimiento al Historiador de La Habana, Eusebio Leal Spengler, y con esperanza al representante estadounidense por Virginia, Don Beyer, copatrocinador de proyectos de leyes que permitan el libre comercio entre ambos países. Se recordó a Martí y a Fidel, y se ovacionó, se rio y se lloró de alegría… No era para menos.
El canciller Bruno Rodríguez Parrilla, en su intervención de clausura del fraternal evento, anunció las nuevas medidas migratorias, continuadoras de las puestas en práctica el 14 de enero de 2013 que, a su vez, habían actualizado en un contexto diferente la Ley de Migración 1312 de septiembre de 1976.
Las de este 28 de octubre también responden a planteamientos y sugerencias de los cubanos residentes en el exterior, manifestadas en anteriores encuentros regionales, de la Nación y la Emigración y por disímiles vías. Es, repito, continuidad de un proceso soberano de estrechamiento de las relaciones de Cuba con sus hijos y de la efectividad de la comunicación existente para intercambiar y responder inquietudes, necesidades e intereses de esas comunidades.
Con razón el Jefe de la Diplomacia Cubana apuntó que una de las conclusiones del encuentro bien pudiera ser: «Mientras Estados Unidos cierra, bloquea; Cuba abre».
«Es inaceptable e inmoral que cualquier diferencia política entre Gobiernos dañe a los pueblos», dijo también el Ministro, quien no dejó de referirse a acontecimientos intrigantes más recientes sobre los cuales puntualizó: «Con el pretexto de los ataques sónicos se ha producido un deterioro grave en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos».
La Declaración aprobada y firmada por los cubanos —buena parte de ellos procedentes de la Florida—, rechazó los anuncios de la administración Trump del 16 de junio en relación con la política hacia Cuba, y los calificó de un retroceso en las relaciones bilaterales que se habían construido en los últimos años.
Al respecto destacaron la posterior reducción del personal diplomático estadounidense en La Habana y del personal diplomático cubano en Washington. «Estas decisiones tienen un impacto directo sobre temas que son de interés para los cubanos residentes en Estados Unidos», asevera la Declaración.
Habrá muchas preguntas, pero algunas pueden explicarse con la lectura cuidadosa del anuncio de hoy. El Ministro de Relaciones Exteriores dejó en claro la voluntad de estrechar manos y lazos y proseguir un proceso abierto.
Eliminar la habilitación del pasaporte para los viajes a Cuba de los emigrados beneficia a 823 000 cubanos, quienes solo necesitarán su pasaporte válido y vigente para viajar a la Isla.
Es oportuno recordar que durante el año 2016 viajaron a la Isla 428 000 cubanos residentes en el exterior y de ellos 329 000 procedían de Estados Unidos. Esto representó un aumento con respecto a la etapa precedente de un 11,8 por ciento del total de los emigrados y de un 13,37 por ciento de quienes residen en la nación norteamericana.
Un paso no agotado todavía, pero solo para los cubanos que residen en el exterior, les permite la entrada y salida en embarcaciones de recreo, es decir yates, utilizando por ahora, como puertos las Marina Hemingway y Gaviota Varadero.
Quizá necesite una explicación el tercer anuncio que aborda la posibilidad de que quienes salieron ilegalmente del país puedan viajar a Cuba. Desde el año 1995 se había establecido como indefinida la negativa a que entraran al territorio nacional.
Sin embargo, el cese de la política de pies secos-pies mojados disminuyó el número de las salidas ilegales, casi hasta hacerlas desaparecer, con lo que se demostraba que ese contenido de la Ley de Ajuste Cubano constituía un estímulo adicional para las salidas ilegales, fundamentalmente por mar, que también enlutaron a no pocas familias cubanas. Por eso se modificó la de 1995, pero aún debían aguardar un lapso de ocho años para obtener el permiso. Ahora se abre puertas a quienes, mayormente por motivaciones económicas, corrieron el riesgo de la salida ilegal.
No están comprendidos, por obvias razones de seguridad nacional, aquellos cuya salida ilegal fue por la Base Naval estadounidense que ocupa ilegalmente una parte del territorio de Guantánamo.
También se mantiene como inadmisible el regreso de narcotraficantes, ejecutores de tráfico de personas y otros delitos internacionales o de quienes han atentado contra la seguridad del país y practicado el terrorismo contra el pueblo cubano y sus instalaciones.
Con beneplácito se recibirá una medida solicitada por los emigrados: eliminar el requisito de avecindamiento para que sus hijos nacidos en el exterior puedan obtener la ciudadanía cubana y su documento de identidad.
Esta decisión beneficia especialmente a los que nacieron en países que no reconocen la ciudadanía a los hijos de extranjeros. Desde el primer día de 2018, quienes soliciten su ciudadanía no necesitarán avecindarse ni vivir una cantidad específica de tiempo en Cuba, solo demostrar los lazos sanguíneos con sus progenitores cubanos.
Una vez más Cuba muestra voluntad y disposición para fortalecer los lazos con sus hijos.
El canciller Bruno Rodríguez Parrilla lo expresó con una frase que fue aplaudida en la tarde del sábado en la Universidad Howard, en Washington: «Hemos realizado prolongados esfuerzos hacia la normalización plena de las relaciones de Cuba con su emigración, que siente amor por la patria y por sus familias, y persistiremos en ello por la voluntad común de nuestra nación».
La tercera medida, con total precisión y en defensa de la seguridad nacional, subraya: «Permitir la entrada a Cuba de los ciudadanos cubanos que salieron ilegalmente del país, excepto aquellos que lo hicieron a través de la Base Naval de Estados Unidos en Guantánamo».
(Tomado de Juventud Rebelde)
Cubanos de distintas generación protagonizarán en la tarde de este viernes una nueva prueba del contundente rechazo del pueblo de…
Durante la última jornada de trabajo del Cuarto Periodo Ordinario de Sesiones correspondiente a la décima Legislatura de la Asamblea…
El Banco Metropolitano anunció este jueves la modificación de los horarios de atención al público durante los días de fin…
Para concretar los principios generales de organización y funcionamiento de la función pública notarial, acorde a la actualización del modelo…
El servicio aéreo de Cubana de Aviación que conecta el aeropuerto internacional José Martí en La Habana con el aeropuerto…
El Gobierno cubano aplicará modificaciones en el sistema cambiario, anunció este miércoles el Primer Ministro Manuel Marrero, en una comparecencia…