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Educación Superior: Aires de cambio

El ambiente de renovación se siente en las casas de altos estudios cubanas. Hoy, como en otros momentos, la Universidad vuelve a ser eco y termómetro, de la transformación de todo un país.

El contexto mundial y el desarrollo económico y social en Cuba demandan de los centros de Educación Superior y de sus estudiantes elevar las exigencias en cuanto al conocimiento y uso de idiomas y nuevas tecnologías, disminuir el tiempo y los recursos invertidos en la preparación de pregrado y ganar en cultura de integración en la enseñanza superior.

Por esos motivos, el III Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación incluye no solo a los niveles de enseñanza primaria, secundaria, preuniversitaria y tecnológica, sino también a las universidades, y en busca de respuestas a algunas interrogantes en torno a ese proceso BOHEMIA dialogó con José Ramón Saborido, ministro de Educación Superior.

-¿Cuáles son las particularidades del Perfeccionamiento en las universidades, los principales objetivos y cambios que derivan de este?

-Desde hace varios años nuestro sistema ha desarrollado y aplicado la llamada planeación estratégica, que define las áreas de trabajo claves y los principales objetivos. Cada universidad adecúa este plan a sus características y metas de desarrollo.

El llamado III Perfeccionamiento del Sistema General de Enseñanza incluye para los estudios superiores cambios estructurales, curriculares, evaluativos y para el ingreso.

La primera de las acciones, el proceso de transformación curricular, contempla todos los programas de pregrado y del sistema de acreditación y planes de posgrado en general, en función de llevarlos al nuevo plan, denominado E.

Durante mucho tiempo los planes se confeccionaron según la demanda de los empleadores, las necesidades del país y del desarrollo científico-técnico, de modo que se fueron sumando materias. El resultado fue una sobrecarga de los currículos de las asignaturas.

Hoy se han transformado las materias y disciplinas en función del contexto mundial y de ofrecerle al estudiante el contenido básico para su inserción en el mundo laboral, eliminando, además, contenidos repetidos. El resto de su formación, según sus necesidades, debe transcurrir en los otros espacios diseñados con este fin, es decir, a través de asignaturas electivas, la preparación en el ámbito laboral (adiestramiento) y los estudios de posgrado.

De este modo se define un currículo base que abarca el 80 por ciento del plan de estudio; un currículo optativo-electivo, que se ofrece según las necesidades del estudiante, y un currículo propio, que responde a las demandas de la universidad y del territorio.

-Uno de los principales cambios con el Perfeccionamiento es la reducción a cuatro años de algunas carreras de pregrado, ¿a qué responde?

-El mundo se está moviendo así desde hace mucho. El proceso de formación en Cuba tiene tres etapas: pregrado, preparación para el empleo y posgrado. Cuando se intenta concentrar todo en la primera, hay una sobrecarga. En el análisis pudimos percibir varios problemas: educación repetitiva, asignaturas que después no tienen aplicación en el desempeño profesional del graduado…

O sea, no es la simplificación por la simplificación, se trata de armar a esos estudiantes, futuros profesionales, con las herramientas básicas y después continuar una formación más especializada en el ámbito laboral y en el posgrado, según las funciones que vayan a desempeñar o sus intereses.

La duración de los estudios de cada especialidad la determinan las comisiones nacionales de carreras, las cuales, basadas en la experiencia cubana e internacional y analizando la tabla de contenidos y exigencias de la especialidad, deciden si el paso a cuatro años es viable.

Hoy, casi el 60 por ciento de las carreras (28 especialidades pedagógicas y 25 del resto de las universidades) han defendido un plan en función de cuatro años, lo que no significa que todas vayan a aplicarlo inmediatamente. Algunas deben garantizar las condiciones necesarias y defender los nuevos currículos ante los equipos que conforman los programas de las diferentes especialidades en el país.

-También hay un reajuste curricular de asignaturas como el Inglés, por ejemplo. ¿Cuál es el objetivo de este cambio?

-En el caso particular del Inglés estamos convencidos de que un profesional de nivel superior debe tener conocimientos para leer y comunicarse en esa lengua, considerando su universalización y la cantidad de bibliografía imprescindible para casi todas las especialidades generadas en ese idioma. Por tal motivo hemos propuesto introducir en cuarto año un examen de nivel medio en Inglés B1+, obligatorio para graduarse.

Se comprobó que existen vacíos en la impartición de esta materia, tanto en las universidades como en los niveles educacionales precedentes, de modo que solo el 10 por ciento de los estudiantes alcanza el nivel básico y el tres por ciento el medio. Y aunque reconocemos las deficiencias en la formación, parte del problema es que como no había una verdadera exigencia en las escuelas para el aprendizaje de este idioma, tampoco existía preocupación de los estudiantes por adquirirlo. Con las nuevas medidas hemos visto mayor interés por el estudio de la lengua inglesa, en todos los niveles.

Hoy proponemos un sistema en el que los centros superiores de educación deben proveer un respaldo bibliográfico tanto en libros físicos como digitales, aplicaciones interactivas que permitan la autopreparación del estudiante, además de garantizar profesionales capaces para impartir la asignatura; pero el joven también tiene una gran responsabilidad. La formación que ofrecemos pueden complementarla con ayuda externa, ya sea en las escuelas de idiomas o mediante otras vías.

El experimento comenzó en algunas universidades y carreras, pero hasta tanto no estén creadas las condiciones que le permitan a la escuela ofrecer la asignatura con calidad, esta no aplica el requerimiento.

También existe la posibilidad de que el estudiante se presente antes del cuarto año a una prueba de nivel, y de aprobar, ya no tiene que someterse a los contenidos y pruebas de la asignatura.

-Un punto neurálgico en las preocupaciones de padres y estudiantes es el de las pruebas de ingreso. ¿Cómo se piensa conciliar el rigor de estos exámenes con la preparación y conocimientos recibidos en otras enseñanzas?

-Antes del curso 2009-2010, la matrícula en los centros universitarios promediaba 600 000 estudiantes. Tras varios estudios se demostró que existía una brecha entre el número de nuevos ingresos y la promoción durante el primer año. Por ese motivo, en el curso 2009 se hizo necesario exigir mayor calidad mediante las pruebas de ingreso. Esto supuso una disminución de la matrícula, pero también un aumento de la eficiencia y del por ciento de promoción.

En cuanto al rigor y su relación con la formación en años precedentes, los tribunales que elaboran los exámenes los integran los mejores profesores de los niveles precedentes y del nivel superior, y las pruebas se orientan por los conocimientos requeridos para un grado 12.

Hemos ido creciendo en el indicador de aprobados, y ya estamos por encima de un 75 por ciento. En cuanto a carreras otorgadas, se cumplió el plan de ingreso en un 83 por ciento, al quedarse muchas pedagógicas sin cubrir. En la mayoría de las carreras el plan de ingreso se cumplió por encima de un 90 por ciento. Todo eso sin disminuir el rigor de los exámenes de ingreso, que se irán adaptando según avance el proceso de perfeccionamiento en los niveles precedentes. A pesar de las críticas que se le puede hacer, consideramos que el nivel del preuniversitario cubano puede competir con los estándares más altos en el mundo.

-Si las pruebas de ingreso son imprescindibles para asegurarse de que los estudiantes tienen los conocimientos requeridos para acceder a la educación superior, ¿por qué fueron eliminadas para los cursos por encuentros y a distancia?

-Los estudiantes que acceden a este tipo de cursos generalmente son trabajadores que llevan un tiempo desvinculados del estudio y les resultaba muy difícil vencer los exámenes iniciales. No obstante, en el primer año, para que puedan pasar al segundo, deben vencer las asignaturas de Matemática, Historia y Español-Literatura. En los dos cursos en que se ha aplicado esta fórmula la matrícula se ha incrementado casi un 50 por ciento.

-¿Entre las proyecciones del Ministerio está la ampliación de la oferta de carreras de educación a distancia? ¿Cómo se garantizan el rigor y la validez de los resultados de los exámenes y la demostración de conocimientos en general en esta modalidad?

-La educación a distancia en pregrado se imparte en nueve carreras: Ingeniería en procesos Agroindustriales, Contabilidad, Economía, Turismo, Historia, Derecho, Ciencias de la Información, Estudios Socioculturales y Gestión Sociocultural para el desarrollo.

En el caso de posgrado se cuenta con experiencias de maestrías en estas modalidades y otros programas que se imparten en varias universidades del país, abarcando cursos y diplomados.

Desde 2015 se aprobó una política encaminada a perfeccionar el modelo de educación a distancia. Lo primero que se hizo fue elaborar uno nuevo (aprobado en junio 2016) e implementarlo, a manera de pilotaje, en la carrera de Ingeniería en Procesos Agroindustriales, en dos centros universitarios municipales de la Universidad Agraria de La Habana, y en la maestría de Gestión de Procesos Informáticos, de la Universidad de Ciencias Informáticas (UCI).

En pos de ampliar la oferta de carreras y programas de posgrado en esta modalidad, expertos elaboran programas que conduzcan a su extensión paulatina.

Para garantizar su rigor se organizó una red de profesores en los municipios, se adecuó el marco legal y las evaluaciones incluyeron las actividades académicas, laborales e investigativas.

-Otro componente sustancial del Perfeccionamiento es la integración de las universidades, ¿cuál es su objetivo?

-Su razón es sistematizar el intercambio y socializar las mejores prácticas, recursos humanos y materiales, a fin de elevar la calidad de la enseñanza, la formación y la ciencia.

Las instituciones, al integrarse, no han disminuido capacidades. Por el contrario, han unificado sus fortalezas sin perder sus especificidades, lo que se traduce entre otras cosas en que los mejores profesionales de la universidad atienden la asignatura de su especialidad en cualquiera de las carreras que se estudian en el centro.

El pasado curso concluyó la unificación de los centros superiores –iniciada en 2012 en Artemisa, Mayabeque e Isla de la Juventud– con la adscripción, a la Universidad de La Habana (UH), de los institutos superiores de Diseño y de Tecnologías y Ciencias Aplicadas; además de la adhesión al Ministerio de Educación Superior (MES), de las universidades de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte Manuel Fajardo y de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.

En esta etapa final, la inserción de las dos primeras instituciones transcurrió con naturalidad, mientras las últimas requirieron de un intenso trabajo en pos de que adquirieran la cultura organizacional del MES. Las mayores dificultades se presentaron en las áreas de relaciones internacionales, económico-contable, de conectividad, de ubicación laboral e ingreso.

En sentido general, el proceso ha tenido resultados favorables según los objetivos propuestos y ha creado las bases para una cultura de integración, imprescindible en las instituciones de Educación Superior. Para continuar avanzando también se integran las entidades del organismo central.

-En declaraciones anteriores, usted ha dicho que los estudiantes matriculados en carreras que no se impartan con la calidad requerida podrían distribuirse hacia otras universidades ya acreditadas o categorizadas. ¿A qué responde esta medida y cómo se desarrollaría?

-A los centros universitarios y carreras, para su categorización, se les miden indicadores como la composición del claustro, los resultados del pre y del posgrado, número de graduaciones y soporte material. La categoría o acreditación que se otorga no es permanente, cada centro se reevalúa según un plan de mejoras.

Sin embargo, en un grupo de universidades es insuficiente la estrategia para la acreditación de sus programas, lo que impedirá la calificación de la institución en sí. En ese caso están las de Las Tunas, Isla de la Juventud y Artemisa.

Si una universidad no es capaz de enfrentar con calidad los procesos de formación, o no hay demanda, es ilógico que se mantenga ofertando la carrera. En estos casos los estudiantes tendrán que trasladarse, como ocurrió en otros momentos, cuando se establecieron especialidades regionales, aún existentes.

Esto implica, claramente, otras complejidades como transportación y beca, pero se crearán las condiciones necesarias. Los centros tienen la posibilidad de volver a abrir la carrera si están listos y existe la demanda.

-La relación con los empleadores se ha señalado como esencial para que las universidades puedan cumplir su función social, ya sea para estar a tono con las verdaderas necesidades del país, o para complementar la formación de los estudiantes. ¿Cuál es el estado actual de ese vínculo?

-Continúa el proceso de revitalización de los convenios de trabajo con los organismos de la administración central del Estado en cada territorio, a fin de incrementar la participación de sus profesionales en la preparación de los estudiantes, y en el perfeccionamiento y diversificación de los currículos propios y optativos-electivos. Pero aún hay insatisfacciones con la responsabilidad e implicación de algunos empleadores en el proceso de formación de profesionales.

Por otra parte, la demanda del sector estatal no está satisfecha en muchas de las especialidades, por ejemplo agronomía, carreras pedagógicas, de ciencias exactas y tecnológicas.

-¿Cuál es la estrategia en relación con el sector no estatal, tanto para la superación como para una posible ubicación de estudiantes?

-No hemos sido suficientemente activos y proactivos respecto a sus necesidades de superación. Es un sector que aporta a la economía del país y por tanto la responsabilidad de la universidad cubana también está ahí. Ya se ha discutido con las diferentes instituciones la necesidad de un mejor planeamiento de los cursos de superación.

En cuanto a la ubicación de recién graduados que van a realizar el adiestramiento, hay otras consideraciones. El requisito de la ubicación laboral es que donde vaya el estudiante debe tener un aval de formación, condición que no cumplen todavía todas las entidades no estatales, aunque no dudo que exista una cooperativa bien establecida donde el estudiante pueda insertarse laboralmente.

Independientemente de eso, como ya se explicó, las demandas del sector estatal aún no están satisfechas, de modo que todavía no nos es posible atender las de las entidades no estatales.

En cuanto a las prácticas laborales de los estudiantes, ya existen experiencias de jóvenes insertados en cooperativas o vinculados a trabajadores por cuenta propia, solo que es un mecanismo que aún no se ha generalizado.

-Se habla cada vez más de la autosustentabilidad de las universidades y de sus aportes al desarrollo nacional. ¿Cómo se plantean potenciar estas contribuciones y dónde se encuentran las mayores dificultades?

-Las universidades tienen que seguir incrementando sus niveles de pertinencia en el área de las ciencias e ir organizando mejor los procesos, sus líneas de investigación, y el aprovechamiento al máximo de sus recursos humanos. Más del 60 por ciento de los premios nacionales de ciencia están en las universidades.

La estrategia para llevar a la práctica estos resultados parte de organizar las líneas de investigación científica en relación con los problemas del desarrollo económico y social del país. Ese es el papel de la universidad y son muchos los espacios donde está trazado este vínculo.

Tenemos una altísima participación en todos los grupos de trabajo que están conduciendo las transformaciones en el país. Las tareas que nos han encomendado son diversas, en adición a otros resultados científicos que se presentan y discuten. La realidad es que a veces está el problema y una propuesta de solución, pero llevarla a la práctica requiere recursos o condiciones que aún no existen, y eso frena el proceso.

-En cuanto al éxodo de fuerza laboral, ¿cuál es la situación actual y qué medidas se están tomando?

-La fluctuación es similar a años anteriores, aproximadamente un 10 por ciento. En algunos casos, como el de la lengua inglesa, hemos tenido un éxodo de profesores hacia el turismo, donde también hay mucha demanda, y la competencia, sin duda, es desigual. Pero en general tenemos una buena estabilidad en la Educación Superior.

-¿Cuál es el estado actual de la colaboración con universidades foráneas?

-Existe una alta colaboración en todas las especialidades con países como Angola, Estados Unidos, Venezuela, México y con organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac). Si algo necesita la universidad es la globalización en pos del desarrollo. En el mundo actual la Educación Superior no puede estar aislada.

-Como proyecto futuro se valora la Educación Superior no universitaria, ¿en qué estado está este programa?

-La creación de un nuevo nivel cuya denominación sería Educación Superior de Ciclo Corto (ESCC) es una política que aún no está aprobada, por lo que se trabaja en su definición. Constituye una de las transformaciones en la Educación Superior cubana propuestas a la máxima dirección del país. Un grupo de trabajo temporal integrado por representantes de varios organismos presentó un documento base para el diseño del programa de formación.

Entre las razones para proponer la creación de este nivel están lograr la formación en menor tiempo de fuerza de trabajo dirigida a satisfacer necesidades en ocupaciones específicas, con una calificación por encima de la media superior, pero diferente a la carrera universitaria.

Actualmente se aplican diferentes programas de formación para egresados de la educación media superior, a quienes se les otorga un certificado al cabo de dos años, que les permite ejercer laboralmente, pero no se titulan en un nivel superior al que poseían ni obtienen un incremento salarial, de acuerdo con la preparación adicional que reciben.

Además, existen miles de jóvenes graduados de nivel medio superior que no han ingresado a la Educación Superior o han causado baja en carreras universitarias, que hoy no tienen alternativas para la continuidad de estudios y constituyen una fuente para ese nuevo tipo de formación.

Varios organismos como la Aduana, el Ministerio del Interior, Salud, han expresado interés de incluir sus programas de formación en esta modalidad.

-¿Qué retos asumen las universidades cubanas tras el devastador paso del huracán Irma?

-Las instituciones de Educación Superior sufrieron serias afectaciones, fundamentalmente las ubicadas en las provincias centrales desde Camagüey hasta Matanzas. Los principales daños se ubican en las cubiertas impermeables, ventanales, cables eléctricos y de fibra óptica, y en redes telefónicas e informáticas. Otras instituciones, como la Universidad de La Habana, vieron afectadas las estructuras de las residencias estudiantiles.

Pero de una forma u otra todos los centros iniciaron las clases para mediados o finales de septiembre. Se ha desarrollado un proceso paulatino de recuperación, con los propios recursos de las instituciones, la ayuda brindada por los Consejos de Defensa, nuestro Ministerio y el país en general, de modo que ya se garantizaron las condiciones para seguir el curso de forma regular.

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Etiquetas: CubaEducación SuperiorUniversidad de La Habana

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