¿Sabéis que mueren al día 15.000 niños y niñas menores de 5 años, 385 millones de niños viven en extrema pobreza, 264 millones de niños y adolescentes están fuera de la escuela, 535 millones de niños viven en países afectados por conflictos, desastres naturales, epidemias y otras emergencias? ¿Sabéis que en España 1 de cada 3 niños vive en riesgo de pobreza o exclusión? ¿Que casi el 20% abandona prematuramente la escuela? ¿Que 22.000 niños y niñas en 2016 fueron víctimas de violencia?
Encuestas a niños y niñas de nuestros municipios, ciudades y diferentes regiones de España revelan, además, una profunda desesperanza por su parte respecto al mundo que van a heredar de nosotros: no creen que vayan a conseguir empleo, no creen que puedan superar el problema de la degradación medio ambiental y del cambio climático, manifiestan preocupación por la corrupción, la llegada de refugiados a los que no se atiende o se rechaza, angustia por su desprotección ante la violencia en ocasiones, incluso en la familia. Los niños a veces lo ven negro. ¡Qué profundo motivo de preocupación para los adultos que trabajamos por ellos y, esperamos, para toda la ciudadanía!
Pero hoy, nos negamos. Nos negamos a permitir estas injusticias, nos negamos al desaliento y la desilusión. Nos negamos a la desidia y la falta de visión. Nos negamos a no seguir trabajando para cambiar esta indigna realidad. Nos negamos a no darles el papel protagónico que merecen.
Hoy, a los que luchamos por los derechos de todos estos niños, nos toca imaginar: un mundo en donde todas estas injusticias no fuesen permitidas, en donde cada ciudadano se levantase cada mañana con conciencia y motivación para acabar con ellas. Necesitamos saber que hay gente a nuestro lado a la que se le revuelve la tripa al leer estas aberraciones, que siente ganas de salir a gritar ¡basta ya!
Se trata, en definitiva, de soñar con un mundo donde ningún niño y niña viese así pisados sus derechos y dignidad y en el que todo esto se acabe, y se acabe precisamente porque cada mujer y cada hombre que habitamos el planeta convierta su indignación en movimiento, en acción, en energía positiva para devolverle a la infancia lo que es suyo por derecho.
El 20 de noviembre, Día Mundial de los Niños, queremos ir aún más lejos con nuestros sueños: no solo queremos un mundo justo para los niños, sino que vamos a ir más allá: vamos a dejar que ellos tomen el mando. Que ellos nos den sus voces por un día, que ellos, incluso, nos dirijan. Que tomen el control de medios de comunicación, organizaciones, empresas, calles y espacios públicos. Queremos ponerlos en el centro y experimentar cómo los más vulnerables y vulnerados del mundo pueden cambiarlo cuando son ellos mismos los que pilotan y llevan las riendas. Vamos a hacerlo, vamos a dejar que sean ellos mismos los que, por propio derecho, defiendan sus espacios, sus vidas, sus derechos. Vamos a dejarnos sorprender.
Hoy toca imaginar.
(Tomado de Huffpost)
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