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“Ayuda humanitaria” como herramienta para destruir países (investigación)

Estados Unidos en la mira sobre ayuda humanitaria

La Cámara Baja del Congreso de Estados Unidos aprobó hace pocos días una “Ley de asistencia humanitaria”. En teoría con este instrumento legal, aún a la espera de la aprobación del Senado, buscaría prestar asistencia humanitaria a la población venezolana en paralelo que refuerza el bloqueo financiero contra el país impiendo la importación de alimentos y medicinas. ¿Conocemos las implicaciones que tiene la “ayuda humanitaria” para los países que han recibido sus impactos y lo rentable que es para quienes trafican con ello? Veamos tres casos trágicos.

La ex-Yugoslavia o cómo EEUU tiene un portaviones en tierra

Tras décadas de desmontaje por parte del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, más estrategias políticas de Alemania y EEUU, lograron desmantelar la República Federal de Yugoslavia (ex-República Federal Socialista de Yugoslavia), el último remanente del socialismo en Europa, y recolonizar los Balcanes.

Movimientos geopolíticos y económicos separaron a Croacia y Eslovenia, generando una reacción en cadena en la que Bosnia experimentó un conflicto de más de dos bandos: serbios contra croatas, croatas contra musulmanes, serbios contra musulmanes, serbios y croatas aliados contra musulmanes, éstos a su vez aliados con los serbios contra los croatas, musulmanes con croatas contra serbios.

Las sanciones “humanitarias” de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1992 a Yugoslavia aislaron económicamente al país, en su momento el presidente Bill Clinton aprobó un plan de “ayuda humanitaria” para garantizar, supuestamente, el funcionamiento de hospitales y servicios básicos de la población. Para ese entonces con el plan en marcha, el ingreso per cápita cayó a 700 dólares por año, el desempleo aumentó a 60%, los civiles serbios soportaron un aumento de 37% en muertes infecciosas y su consumo de calorías cayó un 28%. Lo más asombroso fue que la inflación, producto de estas sanciones, llegó a 363 cuatrillones por ciento. Mientras no se aplicaron sanciones a la Croacia de Tudjman que “limpió” étnicamente a casi 200 mil serbios mediante violaciones, ejecuciones y bombardeos en el mismo período, y con el apoyo de compañías militares privadas compuestas por veteranos estadounidenses.

La desintegración de la República Federal de Yugoslavia provocó también la proclamación unilateral de la República de Kosovo por los insurgentes financiados por Occidente en 1991. Para hacer frente a las intenciones independentistas de los albano-kosovares, las autoridades de Belgrado (Serbia) recurrieron a la fuerza, a la vez que pusieron término al estatuto de autonomía del que gozaba Kosovo desde 1974 dentro de la República Federal de Yugoslavia. Desde 1996 se producía una escalada y se intensificaban las operaciones militares (que iban desde el asesinato, secuestro, trata de blancas, tráfico de órganos, de heroína) del Ejército de Liberación de Kosovo (ELK), provocando la reacción serbia.

Tras una feroz campaña mediática se acusó a Yugoslavia del uso excesivo e indiscriminado de la fuerza, ocasionando numerosas víctimas y una gran cantidad de refugiados; el Consejo de Seguridad aprobó, el 23 de septiembre de 1998, la resolución 1199, en la cual afirmaba que el deterioro de la situación en Kosovo constituía una amenaza a la paz y la seguridad de la región. La OTAN lanzó, el 13 de octubre de 1998, un ultimátum a Yugoslavia para que se plegara a tales exigencias.

En marzo de 1999, la OTAN lanzó su asalto aéreo de 78 días contra la República Federal de Yugoslavia sin la aprobación del Consejo de Seguridad, más de mil aviones de combate lanzaron más de 2 mil ataques aéreos en casi 40 mil incursiones, arrojando más de 20 mil bombas sobre la ex Yugoslavia, matando a miles de civiles, hombres y mujeres, así como a más de mil soldados y policías yugoslavos. Asimismo empleó armas consideradas criminales por el derecho internacional, como el uranio empobrecido y las bombas de racimo y se bombardearon empresas y fábricas solo de propiedad estatal, así como proyectos de vivienda estatales, suministros de agua, ferrocarriles, puentes, hospitales y escuelas, lo que se ha traducido en “privatización por bombardeo”.

La intención de Washington fue la de tratar de crear un “Israel” en los Balcanes, un Estado vasallo que les deba todo y que pueda utilizar como “portaaviones” en una región estratégica tan sensible. Con la construcción en Kosovo de la base militar Camp Bondsteel (la mayor de Europa), puede albergar hasta 7 mil soldados, está equipada para vigilar todo el territorio balcánico e incluso el Mar Negro y Turquía. Ese fue el objetivo estratégico de las sanciones y la “ayuda humanitaria” promovidas por EEUU.

Irak: de las armas que no había a la guerra civil

En noviembre de 2001, luego del ataque a las Torres Gemelas del World Trade Center en Nueva York, el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, definió a Irak como el objetivo estratégico de la “Guerra contra el Terrorismo”. Su administración ya tenía un plan de ataque contra la nación y su secretario de Estado, Colin Powell, coordinó la invasión militar no sin preparar una aceitada maquinaria mediática que propició el terreno para iniciar el caos.

Bush hijo justificó la invasión con el argumento de que el entonces líder iraquí, Saddam Hussein, tenía armas de destrucción masiva, aun cuando los cuerpos de inteligencia como la CIA y el MI6 sabían que no existían dichas armas. Un desertor iraquí declaró que había trabajado en la supervisión de las armas bacteriológicas: nueve años más tarde, admitió su mentira ante la BBC y la justificó en su deseo de que Irak se librase del régimen de Hussein.

En realidad la invasión de EEUU a Irak fue una acción militar para lograr el control de los recursos petroleros de la nación árabe y expandir su posición geoestratégica en el Medio Oriente, su operación de “lucha contra el terrorismo” resultó en un guerra civil.

La invasión marcó el comienzo de las turbulencias en el Oriente Próximo, a la caída y captura de Saddam Hussein en diciembre de 2003 y su muerte el 30 de diciembre de 2006. El número de atentados en el país aumentó siete veces tan solo en los primeros tres años, siendo Al Qaeda el grupo que se responsabilizó de los más sangrientos. Esto dio paso a la aparición de grupos terroristas como el Daesh que se expandió también hacia Siria.

Casi 2,7 millones de iraquíes se han visto obligados a abandonar sus hogares por la agitación y la violencia, la mitad quedaron refugiados fuera de Irak, mientras que otros han huido de sus hogares pero permanecieron en el país.

Un estudio sostiene que la guerra y la ocupación se cobraron directa e indirectamente las vidas de alrededor de medio millón de iraquíes desde 2003 hasta 2011, y que la violencia alcanzó su punto máximo en 2006 y 2007. Más del 60% del exceso de muertes de hombres, mujeres y niños reportados entre 2003 y 2011 fueron resultado directo de tiroteos, bombardeos, ataques aéreos u otras formas de violencia. El resto se debió al colapso del sistema de sanidad y de las infraestructuras que mantenían el agua potable, la alimentación, el transporte, la gestión de residuos y la energía.

Desde los años 90 se reparten raciones de harina, arroz, aceite y azúcar en el marco del Sistema de Distribución Pública, como una manera de ayudar a las familias más pobres a sobrevivir la guerra, a su vez la Usaid reporta que entre 2014 y 2017 la financiación de “ayuda humanitaria” para Irak ha sido de 1,7 mil millones de dólares. Un negocio redondo.

Libia, el caos marca OTAN

La “crisis humanitaria” de Libia fue declarada en febrero de 2011, luego del inicio de unas supuestas protestas que en el fondo constituyeron una escalada violenta parecida a las guarimbas venezolanas, solo que el uso de armamento convencional fue abierto.

Tres días después del “levantamiento”, el medio británico The Guardian citó una entrevista de Al Jazeera con el “activista político” Amer Saad, quien dijo: “Los manifestantes en al-Bayda han podido tomar el control de la base aérea militar en la ciudad y han ejecutado a 50 mercenarios africanos y dos conspiradores libios. Incluso hoy en Derna, varios conspiradores fueron ejecutados. Fueron encerrados en células de una estación de policía porque se resistieron, y algunos murieron en llamas dentro del edificio”.

ONGs como la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) y la Liga Libia para los Derechos Humanos (LLDH) afirmaban que Gaddafi estaba matando a su propia gente, pidieron la suspensión de Libia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU e instaron al Consejo de Seguridad de la ONU a “revisar la situación y considerar su remisión a la Corte Penal Internacional”. Según las dos ONGs, “la represión ha causado la muerte de al menos 300 a 400 personas desde el 15 de febrero” y “el régimen libio aparentemente está utilizando mercenarios de Chad, Níger y Zimbabwe” (¿o habrán sido colectivos chavistas?).

En colaboración con la National Endowment for Democracy (NED), más de 70 ONGs se hicieron eco de la necesidad de suspender a Libia del Consejo de Derechos Humanos, además de instar al Consejo de Seguridad a invocar el principio de “responsabilidad de proteger” (R2P) en supuesto beneficio del pueblo libio.

Sin que el gobierno de Gaddafi contrarrestara las acusaciones sin pruebas ni exigiera que se presentaran, el Consejo de Derechos Humanos siguió la recomendación y luego el Consejo de Seguridad adoptó las resoluciones 1970 y 1973, autorizando una zona de exclusión aérea a la aviación militar libia y, aunque el artículo 2 de la resolución 1973 hizo hincapié en la necesidad de usar la diplomacia para encontrar una solución pacífica, el bombardeo no tardó en empezar.

Después de la Batalla de Sirte, en la que asesinaron a Gaddafi, periodistas y ONGs presenciaron saqueos de viviendas, tortura generalizada y ex funcionarios, soldados y civiles ejecutados en cifras que sobrepasaban los 500 cadáveres.

Entre 2012 y 2015, el PIB de Libia cayó de 82 a 29 mil millones de dólares. En 2008, tres años antes del ataque de la OTAN, llegó a ser de 87 mil millones de dólares. La deuda pública aumentó desde 3,7% en 2013 al 100% en 2017. Desde que la OTAN declaró a Libia “liberada” después del asesinato de Gaddafi en octubre de 2011, el país se ha sumido en el caos, hoy es un semillero de brigadas islamistas, incluido Daesh, los gobiernos rivales y las tribus compiten por el poder y los inmigrantes en su camino a Europa se venden en mercados de esclavos abiertos.

Las armas de la OTAN dirigidas contra Libia terminaron en manos de terroristas vinculados a Al Qaeda. Un comandante rebelde libio admitió en marzo de 2011 que sus combatientes tenían vínculos con Al Qaeda y que la Casa Blanca estaba muy consciente (aunque “preocupada”) de que Qatar estaba enviando armas a los yihadistas dentro de Libia desde el comienzo de la guerra.

Un informe de la ONU dice que han solicitado 165.6 millones de dólares para proyectos humanitarios, pero que solo 48.3 millones (o el 28%) de los proyectos han sido financiados, mientras la Comisión Europea reporta que ha asignado un total de 29,76 millones de euros en “ayuda humanitaria” para responder a las necesidades más urgentes de los desplazados internos, los repatriados y otros grupos vulnerables en las zonas afectadas por el conflicto.

La amenaza humanitaria contra Venezuela

Ahora que el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes llama al secretario de Estado y a la Usaid a “desarrollar una estrategia para suministrar ayuda humanitaria al pueblo de Venezuela”, y que desaparece la MUD en medio del show que hoy terminan de interpretar (estuvieron pero no estuvieron), queda clara la estrategia de EEUU: tomar el mando y la acción en la desintegración del Estado venezolano.

Frases como las del jefe de dicho comité, Ed Royce, quien declaró que “la comunidad internacional, los líderes regionales (…) deben unirse para que Maduro tome en serio la necesidad de resolver esta grave crisis política y humanitaria”, son ya comunes por los casos que acá presentamos, incluso ya han hecho sus ensayos en Naciones Unidas.

Se trata de amenazas veladas a la estabilidad del país y la región en la que sobran los cómplices para ejecutarlas. El proyecto plantea llevar a la ONU una resolución que obligue al Estado venezolano a aceptar la “ayuda humanitaria”, un movimiento similar al aplicado a Irak, Libia y la antigua Yugoslavia.

(Tomado de Misión Verdad)

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Etiquetas: Estados UnidosIrakLibiaMilitarismoONUOTANayuda humanitaria

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