Afirmaba, entonces, Fidel: “Para nosotros los cubanos, Martí es la idea del bien que él describió. Los que reanudamos el 26 de julio de 1953 la lucha por la independencia iniciada el 10 de octubre de 1868, precisamente cuando se cumplían cien años del nacimiento de Martí, de él habíamos recibido, por encima de todo, los principios éticos sin los cuales no puede siquiera concebirse una revolución. De él recibimos igualmente su inspirador patriotismo y un concepto tan alto del honor y de la dignidad humana como nadie en el mundo podría habernos enseñado”.
Tales palabras fundamentan el profundo sentido de la vida de Fidel como martiano y conforman la esencia de la frase que declarara ante los jueces durante el proceso por los asaltos a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes: “Traigo en el corazón las doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles ideas de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos”. De ahí la consecuencia lógica del pensamiento legado por Martí “amante fervoroso de la paz, la unión y armonía entre los hombres, no vaciló en organizar e iniciar la guerra justa y necesaria contra el coloniaje, la esclavitud y la injusticia”.
CON TODOS Y PARA EL BIEN DE TODOS
¿Qué recibió de él el mundo? –inquiría Fidel, en la importante reunión, y respondía: “Un ejemplo excepcional de creador y humanista digno de recordarse a lo largo de los siglos. ¿Por quiénes y por qué? Por los mismos que hoy luchan y los que mañana lucharán por los mismos sueños y esperanzas de salvar al mundo, y porque quiso el azar que hoy la humanidad perciba sobre ella y tome conciencia de los riesgos que él previó y advirtió con su visión profunda y su genial talento”. Así lo demostró su capacidad de unir a los principales caudillos y eliminar las asperezas que pudieran lesionar los intereses de quienes buscaban la verdadera independencia de Cuba.
Fidel argumentaba: “Semanas antes, al suscribir en Santo Domingo el Manifiesto de Montecristi junto al ejemplar patriota latinoamericano Máximo Gómez, (…), Martí escribió algo tan admirable que, aun a riesgo de aburrir, también necesito repetir: “La guerra de independencia de Cuba […] es suceso de gran alcance humano, y servicio oportuno que el heroísmo juicioso de las Antillas presta a la firmeza y trato justo de las naciones americanas, y al equilibrio aún vacilante del mundo”.
El 6 de enero 1894, Martí escribe a Maceo, para contarle las dificultades surgidas en Cayo Hueso con los fabricantes de tabaco yanquis que comienzan a importar mano de obra española en sustitución de los tabaqueros cubanos y cómo tal acción podría afectar las principales bases de apoyo, con la debilitación de este gremio, al Partido Revolucionario Cubano. “…Siento en Vd. un alma hermana.No me diga lisonjero, ni que le digo esto por necesitar ahora de Vd. para llevar adelante como gloria mía esto que he desenvuelto de manera que sea la obra de todos y no pueda ser sin todos. Dígame que lo he conocido,-que vemos el porvenir con los mismos ojos y hágame sentir desde allá el calor de sus brazos”.*
En carta fechada el 8 de enero de aquel año, le expone al Titán de Bronce: “…Sin compararme con Vd. en el valor, me siento uno con Vd. en la capacidad de morir con el país, y de servirle con sinceridad, y mejorarlo desde las raíces y de suprimirme y de sufrirlo todo por su servicio, -siento en Vd. un alma hermana”. ** Los desacuerdos en La Mejorana no impidieron que el Apóstol cejara en el esfuerzo común de liberar la Patria. Así lo expresó cuando llegó junto a Gómez al campamento del Titán.
El 12 de mayo de 1894, le escribía, solicitándole noticias de la marcha de la guerra en las zonas de operaciones cerca de la ciudad de Santiago de Cuba: “Súbase en los estribos, y haga arder los hombres a su voz.-Se va el correo, y con él un abrazo, y gracias por los sucesos que le adivino en estos días, de su amigo José Martí.” ***
El 15 de abril de 1895, Martí fue ascendido en la manigua al grado de Mayor General del Ejército Libertador. Aquel día escribió en su Diario de Campaña: Gómez, al pie del monte, en la vereda sombreada de plátanos, con la cañada abajo, me dice, bello y enternecido, que aparte de reconocer en mí al Delegado, el Ejército Libertador, por él su Jefe, electo en consejo de jefes, me nombra Mayor General…
Cayó, el 19 de mayo de 1895. Su discípulo mayor, entre los cubanos, Fidel, expresaba: “El mayor monumento de los cubanos a su memoria es haber sabido construir y defender esta trinchera, para que nadie pudiera caer con una fuerza más sobre los pueblos de América y del mundo. De él aprendimos el infinito valor y la fuerza de las ideas. Por ello creo firmemente que la gran batalla se librará en el campo de las ideas (…) porque cada fuerza, cada arma, cada estrategia y cada táctica tiene su antítesis surgida de la inteligencia y la conciencia inagotables de los que luchan por una causa justa”.
Citas:
– Conferencia Internacional Por el Equilibrio del Mundo. La Habana, enero de 2003.
– Bibliografía. Editorial Letras Cubanas. José Martí, 1975.
*(T.3-Págs.35-37)
**(T.3-Pág.36)
***(T.4-Pág.165).
(Tomado de Tribuna de La Habana)
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