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Hugo Chávez: el fundador de este pueblo

Esta conversa de hoy es para acompañarnos en el duro trance que la realidad nos impone, pero siguiendo su ejemplo, la dificultad se debe encarar con entereza y debemos continuar. Hoy nos toca analizar la gran tarea por emprender, la aventura de ser los otros desde el nosotros.

Ha muerto el fundador de este pueblo que somos y buscamos ser, ya lo presentíamos –incluso pudiéramos decirlo– hasta nos preparó para esta situación tan difícil, lo habíamos hablado, y sabíamos que su papel estaba cumplido, que trabajó más allá de la tarea histórica que le correspondía, pero siempre aspiramos a que los demás hagan hasta lo indecible por nosotros, incluso exigirles sus vidas egoístamente, aunque después digamos despectivamente “quien se mete a redentor muere crucificado”.

Aunque este hombre jamás se dolió de su hacer y por el contrario, más allá de su tarea, siempre nos enseñó la cara de la alegría, del esfuerzo, de la voluntad, con un desprendimiento de enseñanza. Ahora nace el conductor, la guía, el ejemplo que ha de constituirnos hasta ser gente, gente con conocimiento de su tarea histórica. Esto nos llevará años, pero con su ejemplo nos formaremos y formaremos a los futuros.

El que quiere una también puede querer diez

Con la aparición de esta revolución iniciada en 1989, toda la conceptualidad hasta ahora conocida en la historia empezó a ser cuestionada, no por malcriadez de un pueblo o por contrariar lo establecido teóricamente, sino que estábamos viviendo una revolución que no dependía de las ideologías hasta ahora conocidas. Esta revolución depende de su hacer propio, está dada por la enfermedad masiva de una sociedad donde los niveles de producción y consumo ya son excesivos, donde no hay forma ni manera de que eso sea regresivo: al que le dan una casa quiere dos, al que le dan un carro quiere tres, el que estudia una carrera quiere diez, el que se come un cambur se come veinte, y nadie cuestiona esa conducta, nadie piensa en lo destruido para la satisfacción de ese consumo desmedido; todos por el contrario aplaudimos y trabajamos para consumir más. La consigna que nos habita: salgamos a comernos el universo, el planeta, el país, el pueblo; hoy nos habita a todos la conducta de las élites, robar y saquear para sobresalir.

Nunca habrá casa suficiente en este planeta para resolver el problema de la vivienda, porque la vivienda no es un problema de casas, es un problema de herencia, de mercancía que se vuelve dinero para obtener otra mercancía de más valor. Por eso nunca habrá nada suficiente que esté en capacidad de saciar el afán desmedido de consumo que nos generó la cultura capitalista con el objeto de obligarnos a comprarle lo que nosotros mismos producimos, de manera que es eso lo que hace que ocurra realmente una revolución.

En el marco de esta revolución planetaria, en Venezuela se propone una idea: plasmar en una constitución lo de la participación protagónica y colectiva, que se discutiera la democracia como participación directa de la gente y se cuestionara la representatividad de 3.000 años, la democracia de los dueños. Pero esa idea todavía no termina de cuajar a pesar de que está en la constitución, nosotros seguimos hablando de la representatividad del dueño cada vez que nos reunimos, cada vez que hablamos de los concejales, los alcaldes, gobernadores, la presidencia…

Pero la revolución que está ocurriendo va a reventar el corazón de la representatividad burguesa. La revolución hace que ocurran hechos como la nueva constitución, las leyes habilitantes donde se ataca de manera directa los elementos de control de la burguesía dentro del territorio, como es la tierra, el mar, la litósfera a través de la ley de pesca, de la ley de tierras, de la nueva ley petrolera, la ley de minas. Cuando se comienza hablar de nuestra reserva de agua, es decir, cuando se comienzan a centrar los esfuerzos en quitarle a la burguesía el poder real, ésta reacciona con mucha virulencia y obviamente nos va conduciendo poco a poco a conocer sus malas mañas, y a pensar en la necesidad de gobernarnos de otra manera que no sea la dictadura burguesa o ninguna otra, a pesar de la pedigüeñería, de la jaladera de bolas, de todo ese tipo de miserias éticas de la cultura minera en que nos sumieron durante siglos, porque la gente habla de 40 años, como si antes el mundo era feliz y los burgueses eran buenos.

Estamos hablando de 500 años de convertirnos en indignos, de no nombrarnos como pueblo, de no ser como nosotros con orgullo; de considerarnos flojos, vagos, tramposos, que se nos introdujo en el cerebro desde la familia, la escuela, la iglesia; las capacidades de inteligencia que tenemos nos las convirtieron en la viveza criolla, la trampa, el robo, el saqueo, el crimen, el machismo, que son vainas propias de las culturas saqueadoras como la europea. Nos la endilgaron a nosotros que no teníamos un coño ‘e la madre que ver con eso, porque es mentira que teníamos unos caribes que comían gente, que tenían dos cabezas; toda esa mierda fueron mitos que inventaron los europeos para justificar el robo y el saqueo –que es de lo que ellos han vivido toda su historia. ¿Quiere usted saber de carteristas, de ladrón experto, de criminales seriales? Búsquelos en las culturas guerreras. Y es en esta revolución y con Chávez al frente que vamos entendiendo el papel que nos toca jugar como pobres, que no es precisamente seguir siendo esclavos y soldados de la burguesía sino creadores de otro pensamiento, diseñadores de otra cultura.

Chávez destructor de mitos

Cuando en calma se analice el papel histórico de Chávez, se sabrá que fue destruir toda la mitología burguesa –esa leyenda en el imaginario venezolano– y crearnos un sentimiento, una capacidad de enorgullecernos de nosotros. Ese es el papel de Chávez, su gran tarea en el marco de una sociedad que se está muriendo. Él nos va descubriendo cada cosa, nos va abriendo las puertas de cuartos escondidos permanentemente en el laberinto del poder de la burguesía, de cómo funciona toda esa vaina; nos va diciendo los niveles de robo y de crimen que una oligarquía parasitaria ha sostenido durante 500 años.

Pero no era tarea de Chávez resolver el problema del hambre, de vivienda, educación, deporte, salud, trabajo, sin embargo, a pesar de todo eso, asume responsabilidades para resolver el hambre, la ignorancia, en que nos habían sumido, el miedo con el que nos habían sometido las grandes transnacionales.

Además de eso, Chávez juega otro papel en la historia del venezolano: por primera vez se evidencia lo del mito fundador en fracaso con el que siempre se nos enfermó y minimizó desde el pasado, Chávez nos hace ver la necesidad de fundarnos como pueblo fuerte y sano a partir de constituirnos desde la realidad. Los pueblos sometidos por los imperios están sustentados en mitos del fracaso, mitos de la muerte, mitos de la tragedia, porque esa historia no ha sido escrita por nosotros los pobres, sino por los dueños. En América Latina podemos nombrar Bolívar, Artigas, San Martín, José Martí, Farabundo Martí, podemos nombrar cantidades de mitos fundadores que no lograron ser parte del alma de la constitución cotidiana de los pueblos porque la burguesía se encargó de que fueran figuras oscuras, porque esos mitos no tenían conexión alguna con los pueblos.

Bolívar, el huérfano

Vamos a centrarnos en la creación del mito Bolívar. Cuando se nos crea el mito Bolívar se nos mochan los mitos indígenas, los mitos africanos que también debían constituirnos, de una vez nos cortan eso y nos ponen a nacer desde Bolívar como un mito del fracaso, un mito de la orfandad, porque Bolívar fue un héroe huérfano de padre y madre, que pierde a la esposa a la edad inicial prácticamente, es huérfano de la clase que lo pare, porque lo odia, porque él la enfrenta como hijo de esa clase, se enfrenta al feudalismo siendo un señor feudal, pero quien más lo odia es la clase que él intenta parir, que era la burguesía, la que nunca se constituyó como tal clase en este territorio, sino que siguió siendo feudal, funcionando como alabardero, mercenario, parásito en la mina de los grandes capitales europeos y norteamericanos, sus amos y señores. Y así también nos educaron, sin concepto de patria o país, con la idea de que el territorio nos pertenecía y no que pertenecíamos a él, y que teníamos el derecho a usufructuarlo sin amarlo, como una simple y vulgar mina, dañándolo hasta lo indecible.

Bolívar muere ausente, huérfano de pueblo, porque no tiene conexión con uno en esa época, porque sus conexiones fueron de orden político, no de orden afectivo, de acuerdos políticos con los dirigentes negros, con los dirigentes indígenas que mantenían guerrillas contra los españoles, y son con los que termina ganando en definitiva la guerra de independencia, porque eran los que conocían el territorio, eran los que mejor aplicaban las tácticas de guerrilla para la época y fueron los que pudieron diezmar al ejército español que trajo Morillo.

Es un mito que al final muera huérfano de patria, de territorio, fuera del país y para más desgracia la burguesía lo pone a morir en la casa de su más encarnizado enemigo, porque cuando revisamos la historia sabemos que los dueños de San Pedro Alejandrino eran hijos de un jefe realista a quien los patriotas le dieron de baja en un combate en territorio venezolano. A Bolívar pudieron haberle fusilado, envenenado, nadie sabe en definitiva qué carajo pasó realmente con el padre fundador; éramos un pueblo huérfano de mito con fuerza, y cada lucha que emprendíamos no tenía una esencialidad, un asidero real; eso lo vemos en la continuidad de la historia en el territorio, hasta que aparece 1989 y con él Chávez.

Nosotros parimos a Chávez y Chávez con nosotros pare al nosotros.

En el 89 nacemos como historia, porque nosotros parimos a Chávez y Chávez con nosotros pare al nosotros, es un hecho extrañísimo, pero es así como ha ocurrido, es por eso que esto es una revolución. El tipo, para empezar, tiene igual rostro, mismo cuerpo, tiene una historia harto conocida, es de origen campesino, no lo construye un profesional, no lo constituye una herencia económica ni un poder eclesiástico, ni una cofradía secretamente poderosa que busca tomar el poder, no es un referente extranjero ni lucha por ideologías extranjeras, lo construye éticamente una abuela india-campesina y eso va a marcar culturalmente a Chávez, la manera de constituirse. La manera de relacionarse, de ser, de comportarse en el íntimo ético se parece a nosotros en todo lo que fracasó: quiso ser pelotero profesional, cantante, pintor y no fue. Entonces de alguna manera se va identificando con nosotros que también venimos de todos esos fracasos, de todas esas ilusiones.

Pero cuando se hace historia a partir del 4F, se constituye de manera vencedora, no tiene ningún fracaso cuando entra a ser comandante de este pueblo, no fracasa nunca como comandante, y Chávez es un comandante real, que lo hemos vivido, que lo hemos percibido; sabemos cómo muere, cómo nace, dónde ha vivido, que tuvo hijos, que tuvo familiares, que comía como nosotros, que hablaba como nosotros: ese invencible, ese como nosotros, es quien nos va a constituir como tal pueblo, porque de alguna manera nosotros a pesar de la miseria, de la porquería en que nos convirtieron, sublimamos lo mejor de nosotros: uno sublima en tiempo de trascendencia histórica lo mejor que uno quiere ser, y por eso uno mira a Chávez y se mira en él, porque es lo mejor de uno, la amalgama de historia trascendente que buscamos ser como pueblo.

Sólo en la medida en que nosotros nos pensemos como tal pueblo, como país en cohesión, en la construcción de la cultura de los juntos, en el concepto de lo colectivo en este territorio, nosotros podemos cumplir ese legado de fundarnos de otra manera.

Pueblo de muchos dolores e iguales fortalezas

Para nosotros como pueblo vienen días muy difíciles, que se requiere de mucha fortaleza para poder entender, porque habrá muchas confusiones, porque hay gente que se va a creer con la verdad incluso en nuestras filas, en el marco de los que deseamos cambiar el mundo, incluso en ese marco va a haber confusiones, van a ser tiempos confusos, y hay que tener eso muy claro: que es un pueblo que se está desprendiendo de su tragedia, de sus dolores, porque no es el primer dolor que hemos tenido, son miles de dolores por los que hemos pasado, y esos dolores son los que de alguna manera nos pueden dar fuerza para constituirnos como tal pueblo, porque hasta este momento no hemos sido un pueblo, hemos sido habitantes de una mina, esclavos de una mina, saqueadores de una mina, imitadores del ladrón, del asesino, del saqueador, del tramposo, es decir, imitadores de los europeos, de los norteamericanos, eso es lo que hemos sido hasta ahora, pero nos toca ahora con ese ejemplo, con esa ética de Chávez, constituirnos en otra perspectiva, eso es lo que se nos avecina a nosotros, y hay que pensarse bien.

Hace un año aproximadamente, nosotros veníamos hablando de ese posible desenlace, y más allá del dolor, creo que nosotros estábamos en alguna medida preparados para esos hechos, porque hay un pensamiento por constituir, y también un sentimiento, pero nosotros debemos aprender a dilucidar entre el sentimiento y los afectos comerciales que hasta ahora hemos tenido y que no nos van a servir para constituirnos como un pueblo distinto.

Todas esas claves tenemos que buscarlas en la historia de ese hombre, esas claves están ahí porque en la historia de él está la historia nuestra también, en los puntos nodales de esa historia, los niveles del desprendimiento, la fortaleza, la comprensión de que era un ser finito, que no tenía concepto de eternidad y siempre lo demostró, que nunca creó espacios para la perpetuidad, que nunca creó poder en su entorno: el poder estaba allí y lo rodeaba, pero él no estaba constituyéndose como el poder, porque Chávez ahorita estuviera perfectamente vivo si nos hubiese traicionado y estuviera perpetuado en el poder con la pequeña limosna de sentimiento comercial que el hombre hubiera tirado a la calle, pero el hombre se desprendió de absolutamente todo, incluyendo la vida, porque era consciente de que su tiempo era finito y que debía hacer aceleradamente lo que tenía que hacer, y por eso su vida dura tan poco.

Ese ejemplo nos tendrá que servir a nosotros para lo que estamos intentando constituir, que es un pensamiento. Pero ese pensamiento no puede estar desligado del sentimiento, como hasta ahora ha sido nuestra historia: eso hay que rebuscarlo de nuevo, repensarlo bien, he allí el ejemplo, la importancia de Chávez en nuestra historia, y como tal hay que verlo. Nosotros hasta ahora hemos estado trabajando en la idea de crear un pensamiento del nosotros, muchos se burlan, muchos no lo logran entender (sobre todo los intelectuales y políticos actuales se burlan de esa posibilidad, porque para ellos el pensamiento burgués es todo y lo demás son los agregados religiosos), pero es que si no hubiese sido por el 89 y Chávez, esta idea no hubiese aparecido en este país ni en este planeta: el sabernos pobres, ignorantes, con miedo, con hambre; el poder de estímulo para poder exorcizar la vergüenza se lo debemos en gran medida al 89 y a Chávez.  Pero ese pensamiento que hoy se mira como una vaina loca debemos seguir impulsándolo, hay que escribir libros, hacer videos, remachar este conocimiento en la clase, debemos tener conciencia de la importancia que jugamos nosotros como pueblo en este hacer histórico, a no equivocarnos en medio de ese marco confuso, de esas dudas de oscuridad, de estos tiempos difíciles, esa es una gran tarea que tenemos que hacer: estar alerta y seguir siendo los soldados de un gobierno que hasta ahora no nos está traicionando o abandonando, porque sigue hablando, desde hace 14 años, el mismo lenguaje que hasta ahora conocemos.

Nosotros debemos controlar los desesperos y angustias, porque generalmente lo que estamos reclamando es que nos den más comida, más carros y más casas ya, cuando hay una tarea más importante que esa, que es revisar bien el sistema y su funcionalidad global para poder resolver los problemas definitivamente. Porque todo lo que pedimos todavía lo produce el sistema capitalista que vive de nuestra energía. Toda la clase debe participar del gran balance que nos toca, depende de nosotros como pueblo poner en la calle una discusión, nosotros tenemos que dejar de ser la mina de Europa, de Estados unidos, para ser nosotros, por eso cobra importancia la independencia, la soberanía remachada por Chávez, por lo que muere realmente; muere porque lo piensa, planifica y acciona, no es un hablador de estupideces, no es un hablador de paja, hace lo que piensa, por eso se acelera su partida.

Es muy difícil que aquí en Venezuela ocurra un Bogotazo o un Guarenazo tal como en el pasado, porque nosotros no estamos quedando huérfanos, estamos constituyéndonos como pueblo, que es distinto a que un líder nos lo asesinen de manera vil sin que todavía se haya visto práctico su accionar. Nosotros llevamos 14 años aprendiendo el accionar de un individuo que nos mostró una ética, una idea, una manera de hacer las cosas, el desprendimiento en lo físico. De ahora y en adelante, por muchos siglos debemos entender, internalizar, que juntos somos Chávez en la prefiguración de la otra cultura, en la constitución práctica de lo colectivo.

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Etiquetas: Hugo ChávezRevoluciónSimón BolívarVenezuelapueblo

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