Para entender el origen de la huelga del 9 de abril debemos remontarnos a la huelga de carácter espontáneo surgida en Santiago de Cuba, con motivo del asesinato de Frank País García, el 30 de julio de 1957, la cual se extendió hasta el 5 de agosto”, afirmó a Trabajadores el Doctor en Ciencias Históricas Rolando Dávila Rodríguez, investigador de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
“De ese hecho, fuerte en la región oriental y con manifestaciones muy aisladas en la occidental y la central, se derivó la concepción de que las condiciones estaban madurando para convocar un movimiento huelguístico que derrocara al régimen tiránico.
“La dirección nacional del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7) empezó a trabajar con ese objetivo, y en noviembre de 1957 el boletín Vanguardia Obrera, órgano oficial de la sección obrera de esa organización, llamó a todos sus componentes a la constitución del Frente Obrero Nacional (FON)”.
Indica el doctor Dávila que del 7 al 10 de marzo de 1958, en El Naranjo, en la Sierra Maestra, Fidel se reunió con la dirección nacional del Movimiento para analizar las condiciones objetivas y subjetivas existentes con vistas a convocar al pueblo a una huelga general revolucionaria.
“Fidel indagó mucho en cuanto a la fuerza de las organizaciones revolucionarias, la preparación sicológica y desarrollo de estas; la labor del Movimiento de Resistencia Cívica en el resto de los sectores de la población, y la fortaleza militar de las milicias en las ciudades. Se acordó convocar a la huelga, y por la importancia del llamamiento a realizar se le pidió a él su redacción”.
En ese documento, escrito el 12 de marzo de 1958 bajo el título Del Movimiento al pueblo de Cuba, también conocido como de los 21 puntos, se reconocía que estaban creadas las condiciones, tanto objetivas como subjetivas, para provocar el derrocamiento de la tiranía de Fulgencio Batista Zaldívar. En este sentido, es preciso tener en cuenta que Fidel se encontraba en las montañas, razón por la cual pensaba y actuaba según la información recibida de la dirección nacional del MR-26-7 en relación con el estado de efervescencia y el enfrentamiento a la tiranía en las ciudades.
También se puntualizaba que el Movimiento, a través del FON, dirigiría y coordinaría todas las acciones de la huelga, así como la continuidad de la lucha si después de derrocado el régimen el poder lo asumía una junta militar, señala el historiador, quien aclara que esto era algo constante en la estrategia de lucha del líder revolucionario. Igualmente se planteaba que, una vez depuesto el tirano, el Ejército Rebelde y las milicias se encargarían del control y el orden público.
“Hasta ese momento, tanto la dirección del Movimiento como Fidel concebían la estrategia de la lucha revolucionaria así: insurrección armada secundada por una huelga general revolucionaria, la cual en la citada reunión se acordó cambiar por la de: huelga general revolucionaria secundada por la lucha armada”, apunta.
Semanas más tarde, el 26 de ese mes, Fidel elaboró otro llamamiento titulado Del Movimiento a los trabajadores; en él convoca a todos, independientemente de su filiación política, porque se estaban dando ya manifestaciones de sectarismo en la convocación, aclara.
Dos días después, la dirección nacional se reunió en Santiago de Cuba para fijar la fecha. Los responsables en La Habana proponían lanzar el llamamiento el 29 y desencadenar las maniobras el 31, pero era necesario consultar con Fidel, quien daría la respuesta definitiva. Mas el corto tiempo y la distancia a la Sierra, donde él se encontraba, hacían imposible hacerlo de ese modo. Tras prolongado debate acordaron convocarla para el 9 de abril, tiempo suficiente para recibir la referida aprobación y un cargamento de armas que se esperaba del exterior.
“Los preparativos con vistas a esa fecha se iniciaron aceleradamente. En La Habana se instaló una radio clandestina, en un edificio de la calle 15, entre K y L, en el Vedado, para hacer el llamamiento a las once de la mañana. También comenzó la organización de los comandos armados que apoyarían a los huelguistas, mas por esos días el aparato represivo del régimen en la capital capturó y asesinó a varios jefes de los más importantes, entre ellos a Sergio González López, el Curita, y Julio Ifraín Alfonso Liriano, Cheché.
“El llamamiento cogió desprevenidos a todos, porque a las once de la mañana la mayoría de la gente estaba trabajando. A esto se sumó la inexistencia de una preparación previa de la clase trabajadora, a causa de lo cual no se logró concatenar las acciones.
“En la capital del país los hechos más trascendentes fueron el asalto a una armería en La Habana Vieja y la detención del tránsito en los elevados en la zona de Tallapiedra, pero los sectores fundamentales no se paralizaron: el transporte, las comunicaciones, el servicio eléctrico, excepto en una parte de la ciudad donde se explotaron dos o tres registros subterráneos. O sea, no hubo operaciones contundentes, ni contraposición al aparato represivo”.
Precisa que el lugar en que más tiempo se mantuvo la huelga fue en Sagua la Grande, donde la guardia rural se replegó a sus cuarteles y los revolucionarios pudieron tomar la ciudad. Alrededor de las cinco de tarde, al conocer que el movimiento había fracasado en la capital, la guardia rural se lanzó a las calles y emprendió una brutal represión. También hubo acontecimientos importantes en Santiago de Cuba, donde René Ramos Latour, Daniel, encabezó un infructuoso ataque al cuartel de la cárcel de Boniato. El lugar donde por más tiempo se prolongó fue en Guantánamo, con el apoyo de las fuerzas del Segundo Frente Frank País.
También en el Primer y el Tercer Frentes se realizaron actividades en apoyo al Movimiento en las ciudades.
En opinión del historiador, varios son los factores que explican el fracaso:
“Los factores fundamentales que dieron lugar al fracaso fueron analizados el 3 de mayo, en Altos de Mompié, donde se retomó la insurrección armada como fundamental, secundada por una huelga general revolucionaria, y se centralizó en manos de Fidel la dirección de la lucha, porque hasta ese momento había existido cierta independencia del llano con respecto a la Sierra. Desde ese día la dirección nacional radicó en la Sierra, con Fidel como Comandante en Jefe del Ejército Rebelde y las milicias del Movimiento, y secretario general del MR-26-7”.
(Tomado de Trabajadores)
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