¿El Sindicato? El Sindicato no da nada, es un esquema que solo sirve para cobrar la cotización y hacer reuniones… no promueve actividades… comenta desde el desgano mientras desliza una y otra vez los dedos sobre la táctil pantalla de su móvil.
Es una joven profesional, que como muchos otros ha llegado a un centro de trabajo y ha sido alcanzada por el estereotipo en el funcionamiento de la organización que representa a los trabajadores cubanos. Lamentablemente no es la única.
¿Es el Sindicato una organización formal, alejada de las energías y audacia de la juventud? ¿Cómo dinamizar las estructuras de la heterogénea asociación para convertirla en un espacio atractivo para los nuevos que son su futuro y continuidad?
Tras las respuestas a estas interrogantes JR estuvo en contacto con noveles afiliados y dirigentes sindicales de las provincias de Cienfuegos, Holguín y Santiago de Cuba.
Una estructura sindical con buen funcionamiento será siempre cercana a las nuevas generaciones; esa es la primera realidad que puede colegirse de los testimonios. Y eso, comentan los más experimentados, entraña que se reciba en el centro laboral a los adiestrados y obreros contratados que llegan por vez primera, que se les explique además de la estructura y normas elementales del nuevo lugar de trabajo, sobre la huella y posibilidades de las estructuras sindicales para propiciar la participación de todos en la construcción de nuestro proyecto social.
La visión que sobre la organización tienen algunos entre los más longevos y que transmiten a los nuevos a su llegada, muchas veces condiciona y marca la relación de los jóvenes con la organización, reflexiona el profesor universitario Álvaro Vázquez Sedano, secretario general del Buró Sindical Especial de la Universidad de Oriente.
«Si un adiestrado llega a un centro y el tutor no tiene un alto sentido de pertenencia con la organización, eso se lo transmite, muchas veces hasta inconscientemente al joven. Durante muchos años se tergiversó el sentido del Sindicato, era la única vía de estímulo, era el que repartía cosas: una olla de presión, un televisor, una reservación para un hotel…, de manera que cuando un trabajador con más tiempo de labor compara, concluye que ahora el Sindicato no da nada».
Con la autoridad que le otorga un buen tiempo vinculado a la dirección sindical, desde varias responsabilidades, el profesor santiaguero Vázquez Sedano insiste en que es aquí donde entra al juego la preparación de los cuadros, que no deben cansarse de explicar, repetir.
«No podemos cansarnos de enfatizar en que, por ejemplo, muchas de las cosas que hoy vemos como normales, conquistas como los movimientos salariales, las leyes que apoyan a la mujer, han salido de discusiones, de propuestas que ha hecho la organización por sus estructuras hasta las instancias superiores, y hoy los nuevos lo ven como algo que nos toca, hasta obligatorio y hay que decirle que eso fue el resultado del trabajo de su organización».
Argumentar más, convertir las reuniones de afiliados en escuelas sindicales, debatir más allá del orden del día, son ideas que pueden desterrar tabúes y conectar al Sindicato con los más bisoños, reitera el líder sindical de la Universidad de Oriente.
Con él coincide René Berenguer Arias, integrante del Secretariado de la CTC en Santiago de Cuba, quien aporta que en ninguna enseñanza se les habla a los muchachos sobre la historia del movimiento sindical, ni se les enseña sobre la huella y aportes del Sindicato, una organización que representa a todos sin excepción: un religioso, un exrecluso, a todos.
Pero sin dudas la mejor manera de acercar a los jóvenes al mundo sindical es que la organización cumpla verdaderamente con su misión como representante de los trabajadores, sus inquietudes y retos. Así lo ve el periodista y secretario de la sección sindical del semanario cienfueguero Cinco de Septiembre, Roberto Alfonso Lara.
«Los sindicatos por algún tiempo han sido estructuras viciadas. Nos dedicamos a cuestiones de carácter social —también muy importantes— como trabajos voluntarios, movilizaciones, y fuimos olvidando aquellas funciones inherentes que tienen que ver con las preocupaciones y demandas de sus trabajadores, con la seguridad y salud del trabajo, con situaciones de acoso laboral que puedan existir, u otras de tipo jurídico en las que el sindicato también tiene que cumplir un rol», acotó el reportero.
Según Alfonso Lara hay apatía entre algunos afiliados a las estructuras sindicales; jóvenes y experimentados las ven en muchos casos como una estructura a la que tienen que aportar la cotización y ya. «El Sindicato es mucho más que eso. Hay que lograr una mayor participación dentro del colectivo y la organización», señala.
En algunas empresas y centros se ha dejado de lado hasta aquello que aparece suscrito en los convenios colectivos que firman los empleados de una organización. A no perder la perspectiva insta el ingeniero químico Osdeni Chaviano Gómez, secretario de la sección sindical de química en la Empresa Termoeléctrica Carlos Manuel de Céspedes, de Cienfuegos.
«Darle respuesta a los planteamientos de los trabajadores es fundamental, sostiene; ellos son muy sensibles y si tú no sigues sus inquietudes y preocupaciones se desmotivan».
Para Lisandra García Goya, secretaria del Sindicato del Turismo en la ciudad de Holguín, cuando cada cual no hace lo que está previsto y diseñado, ocurren los errores y se va perdiendo la credibilidad de la organización. Por ejemplo, existe un convenio colectivo de trabajo que si se cumpliera como está establecido, los centros funcionarían muy bien, porque obligaría a las administraciones y a los dirigentes a hacer lo que les toca y a darle al trabajador lo que este se merece».
Desde su experiencia Alexander Carrión Ortiz, dependiente integral C y secretario de la sección sindical de la brigada No. 2 del coppelia santiaguero El Jardín de las Enramadas, apoya esa idea. «Los jóvenes en este, que es un centro insignia de la gastronomía santiaguera, se insertan con mucho espíritu porque saben que el Sindicato los va a representar en todas las tribunas».
Dice esto y refrenda su afirmación con ejemplos, que suscriben sus compañeros, como las perennes broncas desde la organización, que ya van dando frutos, por equiparar el salario promedio de 250.00 a los resultados de eficiencia y sobrecumplimientos de planes que caracterizan a la unidad todos los meses, o la búsqueda de alternativas para responder a preocupaciones como el alto precio de un uniforme que se compró para los trabajadores.
Para Alexander es importante que el trabajador vea, sienta que su quehacer se respeta, que su aporte a la sociedad se retribuye y que en la organización tiene un aliado para encaminar su participación y viabilizar sus inquietudes; «eso podía motivar la incorporación de los jóvenes y cambiaría su actitud cuando se les oriente una tarea o se les pida un paso al frente, yo lo palpo aquí todos los días».
A la par, para el gastronómico santiaguero es vital aprovechar los mecanismos que existen dentro de la organización y que pueden mostrarla como una entidad dinámica, viva. «Aquí hacemos actividades, intercambios de regalos, caminatas, visitamos lugares históricos, hemos aportado más de 60 horas de trabajo voluntario en saludo al Primero de Mayo… y logramos el ciento por ciento de la participación de los trabajadores en las actividades que nos proponemos por parte de la sección sindical».
Los jóvenes le imprimen ímpetu, aliento fresco al día a día sindical, y una de las mejores maneras de revitalizar la organización y garantizar su continuidad está en que los noveles asuman cargos dentro de sus estructuras.
En muchos casos se logra, la tarea llega a los nuevos y es acogida con toda la responsabilidad de la que son capaces, pero generalmente otros tantos evaden asumir cargos.
La holguinera Lisandra, de 30 años y con un niño que ocupa buena parte de su tiempo, encuentra en la satisfacción de los problemas solucionados o las respuestas brindadas a tiempo a un trabajador, el impulso necesario para creer, a conciencia, en la misión de representar a los trabajadores de la industria del ocio en la Ciudad de los parques.
Con un año de vida menos que la muchacha, Julio César Marrero Batista, graduado de técnico medio en Contabilidad y con inmensas ganas de seguir superándose en otras áreas del conocimiento, se toma muy en serio su responsabilidad como secretario general del Buró extraterritorial de Acueducto en la provincia de Holguín, donde acumula ya tres años de experiencia.
Ambos creen firmemente que la juventud no constituye una traba para ser dirigentes sindicales; todo lo contrario, muchas veces se convierte en una carta de triunfo.
Así lo asegura Julio César, quien advierte que «nuestro ejemplo apela a la conciencia de los trabajadores, porque nos ven como jóvenes asumiendo una responsabilidad que no todo el mundo está dispuesto a aceptar. Eso es un reto, pero a la vez inspira confianza».
Lisandra aporta otra visión del asunto: «Somos realistas: no es fácil llevar adelante esta tarea siendo jóvenes, pero es de gran satisfacción que las generaciones más entradas en edad nos vean como líderes, como la continuidad y el futuro de la Revolución».
La alianza con las administraciones marca otra arista por la que discurre la actividad sindical cubana; de un lado de la balanza, quien provee de recursos, del otro, aquellos que se sirven de esos medios y además son la otra cara de la moneda. «Tiene que haber cierta asociación porque hay muchas cosas de las que carecemos, pero eso no implica una obediencia tácita hacia las administraciones», dice el secretario de la sección sindical de química en la Empresa Termoeléctrica Carlos Manuel de Céspedes, de Cienfuegos, Osdeni Chaviano Gómez.
El reportero de la Perla del Sur Alfonso Lara, aboga por un distanciamiento prudente, que no significa estar en guerra. «El sindicato tiene, necesariamente, que ser la contraparte. Tiene que exigirle respuesta sobre los problemas internos y externos que afecten la sección. Somos nosotros quienes nos aseguramos de que la dirección rinda cuenta del presupuesto, los medios disponibles para la faena y las condiciones en que se hace».
Lograr empatía con los nuevos implica convertir a los Sindicatos en organizaciones vivas, dinámicas, alejadas del esquema, con un funcionamiento que motive, enamore, represente, apueste por la participación de sus miembros, bisoños y longevos, que lata a la par de la vida cotidiana de los trabajadores a los cuales representan.
Hay que cuidar a los jóvenes, hay que proponerse mayor cantidad de actividades con ellos de diferentes tipos, sostiene el secretario del Buró sindical de la Universidad de Oriente, Álvaro Vázquez. «Generalmente se cree que trabajar con ellos es darle cualquier tarea, pero es importante tener en cuenta que esas misiones sean educativas, propicien el aporte, los hagan sentirse útiles: unas veces la tarea puede ser superarlos, otra, puede ser recreativa; otras, de compromiso: labores voluntarias…, trabajar más con los jóvenes, es defender una organización sindical viva, vigorosa», insiste.
Chaviano Gómez, con cuatro años de experiencia en la dirección sindical química en la Empresa Termoeléctrica Carlos Manuel de Céspedes, suscribe esta concepción cuando aboga porque cuidar de los trabajadores, pensar en su beneplácito, gestionar sus necesidades, esté en el centro del quehacer de la organización sindical. «Hay que motivar, especialmente a los jóvenes, reconocer lo que hacen, organizar actividades recreativas, de capacitación, de debate, que son espacios que se han perdido dentro de los sindicatos y que deberían formar parte de la rutina de las organizaciones», considera.
Pensar más en la estimulación, buscar los espacios y vías para reconocer el aporte de los trabajadores, apelando incluso a las nuevas tecnologías y las redes sociales, tan cercanas a las nuevas generaciones, son caminos imprescindibles para el Sindicato en estos tiempos.
Otro eslabón llamado a dinamizarse, expone la joven Dairy Gaspar Colombet, económica del coppelia santiaguero está en apostar por una relación más estrecha entre los sindicatos de los diferentes sectores y las estructuras de base.
Desmotiva y mucho, al decir de la espigada muchacha, que un centro con buen funcionamiento sindical no tenga el acompañamiento de sus estructuras superiores, que tienen la responsabilidad de proponer actividades organizadas con calidad y detalles para estimular y propiciar la participación de los trabajadores.
Para el secretario general del Buró extraterritorial de Acueducto en la provincia de Holguín, Julio César Marrero Batista, otra cuestión fundamental es que el dirigente sindical sea ejemplo, un modelo de actuación.
«Es fundamental no comprometernos con algo que no podamos cumplir, eso pasa con frecuencia y provoca que se pierda la credibilidad. Los dirigentes sindicales debemos autoprepararnos constantemente para responder mejor a las necesidades de los trabajadores, porque cuando alguno de ellos viene a vernos para plantear una queja o resolver algún asunto, quiere decir que confía en el Sindicato».
Se impone también, reiteraron los entrevistados, optimizar la gestión de cada uno de los representantes de los diversos sectores. Según la holguinera García Goya las personas que ocupan cargos deben llegar a la mayoría de los trabajadores. «Nosotros tenemos el deber de interactuar persona a persona, desarrollar la capacidad de profundizar en sus problemas, y para eso, estoy segura, somos muchos los jóvenes con deseos de trabajar, de llevar la Revolución adelante».
Al decir de Julio César «lo fundamental, al nivel que sea, es estar convencidos de qué queremos ser y a dónde queremos llegar, pues el trabajador, el empleador, el sindicato… cubanos todos, sabemos el rumbo hacia dónde queremos guiar nuestra Patria».
El reto es aliado del funcionamiento sindical si de aproximarse a los nuevos se trata. A superar las consignas, y el hacer desde el esquema, la inercia o la formalidad, está abocada la organización de los trabajadores, si de conquistar el relevo se trata. Solo así se vestirá de joven la vida sindical, para bien de Cuba y su futuro.
(Con información de Juventud Rebelde)
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