Los análisis recientes, al más alto nivel, sobre la necesidad de que la inversión extranjera sea, como lo dice la Ley, «un elemento activo y fundamental para el desarrollo de determinados sectores de la economía», llaman la atención en torno a las deudas de creatividad y agilidad que circundan los proyectos: algunos por identificar, otros dormidos en la cartera de oportunidades y unos pocos (al menos no tantos como necesitamos) en dilatados trámites negociadores.
Cierto es, según expresó Rodrigo Malmierca Díaz, ministro del Comercio Exterior y la Inversión Extranjera (Mincex), durante la última reunión del Consejo de Ministros, que con la aprobación de la política para este ámbito y su nuevo marco regulatorio en el 2014, se ha registrado un incremento de los negocios con capital foráneo, pero todavía tienen un peso muy bajo respecto a la inversión total del país.
Aunque el 2017 mostró un comportamiento favorable, los niveles alcanzados aún no satisfacen los requerimientos del desarrollo. De ahí que siga siendo directriz estratégica el fomento de alianzas comerciales y negocios con inversión extranjera directa; y que sea ponderable cada espacio que la promueva y propicie.
La recién concluida Convención y Exposición Internacional, Cubaindustria 2018, enfocó su tercera edición a consolidar los nexos ya existentes con importantes socios comerciales como Rusia y China, así como al establecimiento de nuevos vínculos que permitan diversificar y concretar los negocios en el corto plazo. Ese continúa siendo uno de los mayores desafíos.
El Foro de Inversiones, como parte del programa priorizado del cónclave, permitió la realización de más de 50 encuentros bilaterales y contó con las ponencias de directivos de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM) y del Mincex, quienes reiteraron las ventajas que ofrece Cuba como plaza de inversión y resaltaron las potencialidades de la industria nacional, urgida de mayor dinamismo.
El sector industrial constituye un pilar básico para el desarrollo del país, pues atraviesa transversalmente cada sector de la economía y lo que logra o no en su ámbito impacta, en similar proporción, en los niveles de crecimiento que Cuba proyecta.
El camino hacia su actualización y modernización con capital extranjero, supone, como han exhortado las principales autoridades del Gobierno, tomar riesgos (cosa distinta a la improvisación y las decisiones festinadas), en plena sintonía con la política sectorial que delinea el rumbo a seguir en las ramas ligera, sideromecánica, química y electrónica.
Se trata, al decir de Ana Iris Cabrera Salomón, subdirectora de Inversiones y Colaboración del Ministerio de Industrias (Mindus), de «promover proyectos para modernizar y crear nuevas capacidades con el objetivo de cubrir la demanda nacional, sustituir importaciones y generar exportaciones».
De ese modo, los negocios deben favorecer los imprescindibles encadenamientos productivos con el turismo y la producción agroalimentaria, así como potenciar la transferencia de tecnologías, incluyendo técnicas gerenciales, el desarrollo de infraestructuras, la generación de energía a partir de fuentes renovables y, sobre todo, el cumplimiento de las políticas aprobadas en el sector.
Tomando en cuenta estos principios, la Cartera de Oportunidades de Inversión Extranjera cubana cuenta, entre los 456 proyectos que la conforman, con diez promovidos por el Mindus, los cuales se orientan, de modo general, a la producción y comercialización de tubos rígidos para tabaco, empaques flexibles, envases de hojalata, fabricación de estructuras metálicas, conductores eléctricos, unido a la gestión de un sistema integrado de residuos sólidos urbanos.
También la ZEDM coordina otros 14 proyectos, cuya concreción debe tributar, entre otros objetivos, a la implementación de la política de envases, la generación de energías renovables y los encadenamientos con el turismo.
Pero la concreción, más allá de la voluntad, requiere, a juicio de Ana Iris Cabrera, fortalecer la labor de los grupos negociadores, capacitarlos, no solo teóricamente, sino que lo aprendido sirva como herramienta a la hora de los intercambios.
Es preciso «incrementar, a través de los grupos empresariales, el chequeo de los proyectos y de su avance en correspondencia con los cronogramas previstos; debemos ser ágiles en el momento de gestionar los permisos y licencias para hacer efectivos los trámites.
«En todo ello hay que trabajar de manera acelerada, así como mantener activos los sistemas de vigilancia tecnológica y de ingeniería y utilizar todos los medios para conocer bien a los proveedores y tener identificado un grupo amplio de posibles partners».
Valdría también, quizá, buscar incentivos que estimulen a los grupos negociadores a darle a ese empeño la prioridad requerida, pues esa no es su única responsabilidad y, a veces, resulta la menos controlada.
El Mindus patrocina hoy, de acuerdo con Ana Iris Cabrera, 20 proyectos con inversión foránea, ya sea en la ZEDM o fuera de ella, que abarcan las modalidades de empresa mixta, contrato de administración productiva y asociación económica internacional; y resaltan entre los países aliados España, Italia y Canadá.
La rama ligera, dijo, incluye 13 negocios vinculados, fundamentalmente, a la producción de artículos de perfumería, higiene, limpieza; a la esfera poligráfica (estuchería fina), y las confecciones textiles, así como la fabricación de colchones y culeros desechables.
En la química, las cuatro asociaciones económicas internacionales están enfocadas en la producción de gases industriales y papel higiénico, servilletas… En este último caso, la entidad ha estado sometida a un fuerte proceso inversionista.
La electrónica, por su parte, posee una empresa mixta que oferta servicios de telefonía y redes informáticas, y en la sideromecánica operan dos entidades: una destinada a la producción de aplicaciones para la construcción (actualmente en proceso inversionista en la Zona) y la otra responsabilizada con la reparación de equipos de transporte.
Cabrera Salomón también puso énfasis en aquellos proyectos aún en fase de negociación, pero que podrían llegar a feliz término. En ese sentido mencionó dos negocios destinados a la producción de envases de aluminio y vidrio, los cuales estarían ubicados en el Mariel, y otro orientado a la producción de neumáticos y su reutilización.
Y vuelve aquí, como alerta constante, el llamado a la agilidad, a desterrar dilaciones y prejuicios, a aguzar el olfato en busca de los socios «correctos», a hacer de la calidad la máxima y de la inversión extranjera ese «elemento activo y fundamental» que necesitamos.
(Con información de Granma)
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