Si algo sucede ahora mismo en esta ciudad es que el tráfico vehicular está colapsado. Por todos lados circulan autos, y no es hasta bien entrada la noche que las calles se liberan de su presencia.
Amanecer en Curramba la Bella es hacerlo rodeado de carros, guaguas, motos y camiones por doquier. Para el caminante, cruzar una calle puede llegar a ser un calvario. Hay que hacerlo en los semáforos y con la luz verde puesta.
Ni hablar de la velocidad. Todos los autos corren. Es como vivir constantemente dentro de la saga fílmica Rápido y furioso. Y la lucha de los vehículos por ganar espacio en la vía es constante en cada esquina de la ciudad.
A todo eso se suma que Barranquilla es una ciudad en pleno crecimiento, y se encuentra ahora inmersa en una obra colosal: la construcción de una red que permita drenar el agua que se acumula y corre por sus calles durante las lluvias.
Un taxista contó a este reportero que como Barranquilla está construida sobre el cauce del río Magdalena tiene arroyos debajo, los cuales crecen durante la época de precipitaciones.
En los últimos 60 años 95 personas han perdido la vida en Barranquilla por culpa de los arroyos embravecidos en sus calles durante la época de lluvia. Se calcula que en el distrito los arroyos ocupan unos 120 kilómetros.
Dicha situación podría ser paleada con la instalación de las mencionadas redes de drenaje, pero como las obras están en pleno apogeo, muchas calles están interrumpidas y complican la circulación.
Es común caminar hacia un destino con la ayuda de Google Maps y tener que improvisar el recorrido porque, al doblar una esquina, la calle no exista y en su lugar se encuentre una brigada acompañada de gigantescos equipos de construcción.
Para colmo, aquí se emplea un sistema de tránsito llamado «pico y placa», que se aplica a los taxis, el cual fue eliminado durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe como una forma de garantizar que este tipo de transporte sobre y permita una mayor movilidad a los miles de visitantes que se han trasladado a esta urbe para disfrutarlos.
«Pico y placa» significa que los taxis de esta ciudad, que algunos cifran en más de 10 000, no pueden circular todos los días. El sistema indica que los lunes lo hacen aquellos autos cuya chapa termina en uno o dos. El martes corresponde a tres y cuatro, y así desde el miércoles al viernes para los restantes dígitos. Solo los sábados y los domingos es que tienen vía libre.
La mayoría de las veces el tiempo aquí apremia. Son tantas las competencias que hay que buscar agilidad para tratar de reportar la mayor cantidad posible, aunque eso implique dar infinidad de vueltas en busca de una calle.
(Con información de Juventud Rebelde)
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