Por: Deny Extremera San Martín
La situación del consumo de agua en Cuba y las perspectivas de disponibilidad de ese recurso en los próximos años, el Plan Hidrológico Nacional y el reordenamiento de las tarifas del servicio en el sector estatal y residencial fueron el tema abordado en la Mesa Redonda de este jueves, que también se acercó a la producción nacional de metros contadores, clave para el objetivo de que hacia 2025 sea total la cobertura de metraje en las viviendas del país.
Al inicio del programa televisivo, el M. Sc. Bladimir Matos Moya, vicepresidente primero del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), explicó que en Cuba el agua se mide desde hace más de dos décadas, e incluso en los años ochenta se intentó un proyecto de medir el agua y aplicar tarifas vinculantes. Sin embargo, no fue hasta 2011 que comenzó un proceso estratégico de pensar con más responsabilidad en el agua, teniendo en cuenta que “es un recurso finito, escaso, que está cada vez más amenazado”.
En el sexto Congreso del Partido fue aprobado un lineamiento referido a recursos hidráulicos, y en 2012 el Consejo de Ministros aprobó la Política Nacional del Agua. En 2016, el séptimo Congreso del Partido aprobó ocho lineamientos específicos para este sector.
“Se trata –señaló Matos Moya– de una política vinculante, porque el manejo del agua hay que verlo como algo integrado e integral. Las medidas de metrar y aplicar tarifas no pueden verse aisladas, sino en un contexto donde todas las políticas y regulaciones van hacia el fin de ahorrar este recurso por su importancia para el desarrollo socioeconómico y la conservación del medioambiente”.
Posteriormente, fue aprobada en 2017 y puesta en vigor en 2018 la Ley No. 124 de las Aguas Terrestres, y el Artículo 76 de la Constitución aprobada en 2019 establece que “todas las personas tienen derecho al agua. El Estado crea las condiciones para garantizar el acceso al agua potable y a su saneamiento, con la debida retribución y uso racional”.
Son –precisó el vicepresidente primero del INRH– documentos normativos, estratégicos, de políticas, y regulatorios, que tienen un factor común: el agua como centro y, para asegurar su protección y la sostenibilidad de los beneficios que aporta, elementos de metraje y de tarifa como herramientas que han mostrado su efectividad en el ahorro de este recurso.
Las tarifas en Cuba datan del año 2000, en el caso del consumo metrado, y de 1994, en el no metrado. El reordenamiento fue aprobado por el Acuerdo 09/2019 del Consejo de Ministros, con elementos como la aplicación progresiva desde 2020 según sector de consumo (productivo, cierre del primer trimestre; presupuestado, cierre del segundo trimestre, y residencial, en el último trimestre del año).
De esa forma, mediante un proceso de facturación preventiva, van siendo informados los usuarios sobre las tarifas para que puedan tomar medidas de carácter técnico, organizativo y económico en función de acomodar el consumo.
“El tema de las tarifas está muy estrechamente asociado a la mejora del servicio. No se puede hablar de medición si no se mejora el servicio”, subrayó Matos Moya.
En Cuba la lluvia es la fuente más importante de agua; de ella proviene más del 98% del agua que se utiliza. Según estudios vinculados con el cambio climático, en la Isla se registró una disminución de más de 40 mm en la media de precipitaciones en las últimas décadas. El estimado es de -128 mm hacia 2050 y de -278 mm hacia 2100.
“Cuando eso ocurra, estaríamos en una media de 1 247 mm anuales en 2050 y de 1 097 mm en 2100. Es una lluvia escasa, que aporta poco recurso a la disponibilidad de agua para la economía, la sociedad y el medioambiente. Esto impone que debamos cambiar nuestra relación con el agua, adoptar hoy medidas de sostenibilidad para garantizar el futuro, porque la disponibilidad será suficiente si la usamos racionalmente”, dijo.
Hay otros factores en este escenario, como la distribución espacial de la lluvia, señaló, y recordó los procesos de sequía en los últimos años, el último de ellos en 2013-15. “Son más frecuentes y más duraderas las sequías. Está lloviendo menos donde llovía más y en las zonas de influencia”, dijo.
También hay que tomar en cuenta el alto costo del servicio. Estudios y estadísticas muestran que en los últimos años, en el caso de Cuba, el costo del servicio ha aumentado en alrededor de 50%, similar a lo que sucede en los países de Latinoamérica. “El suministro de agua es un servicio que depende básicamente de consumir recursos energéticos. Cada metro de agua servida equivale aproximadamente a 0.34 kW de consumo. Si ahorramos agua, estamos ahorrando energía”.
En Cuba, además, el costo del servicio que va al precio es menor porque el Estado, a través del presupuesto, asume parte importante del costo, como el de la depreciación de la infraestructura y el de importación, así como subsidios por millones de dólares en estos años.
Dentro del reordenamiento de la tarifa, en los consumos por debajo de la norma el precio es prácticamente subsidiado por el Estado, porque no significa una carga para la economía familiar. En el sector productivo y el presupuestado aparece un servicio no contemplado anteriormente, que es el alcantarillado pluvial, junto al abasto de agua desalinizada.
“En el caso de los edificios multifamiliares, se ha interpretado que son todos, pero no es así. Por las condiciones constructivas y de las redes hidráulicas, en un número mínimo de edificios en las circunstancias actuales y con la tecnología disponible, así como por la relación costo-beneficio, el metraje impone un gasto que no se justifica. El resto de los edificios, que son la mayoría, sí deben ser metrados, lo que implica que el metraje es a nivel de cada vivienda”.
Según los parámetros de la Organización Mundial de la Salud, en términos de equidad entre usuarios, el consumo suficiente en el sector doméstico o residencial es de 50 a 100 litros por habitante por día. En Cuba se logra una relación de 100-150 litros por habitante por día. En ello influyen la ausencia de metrado y tarifado, “y una cultura de consumo que debemos ir modificando con el tiempo”.
Más que penalizaciones, en el esquema de reordenamiento, que parte de las tarifas que se han venido aplicando, resaltan las bonificaciones. Según explicó el vicepresidente primero del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, además de la penalización por el sobreconsumo -buscando una cultura de ahorro y uso racional-, se introduce la bonificación cuando el consumo está por debajo de la norma.
Es un reordenamiento que va acompañado de un proceso de rehabilitación y mejora de las redes y los servicios, como el que se ha desarrollado en los últimos tiempos en territorios como La Habana Vieja, en la capital del país.
El ingeniero Ricardo Limias Díaz, director general de Desarrollo de la Infraestructura Hidráulica del INRH, precisó que esta estrategia es parte del Plan Hidráulico Nacional, que surge en 2014 y se inserta en el Plan de Desarrollo Económico y Social de Cuba hasta 2030.
“Las acciones –dijo– están dirigidas a proteger los recursos hídricos, a mejorar la eficiencia en el uso del agua e incrementar su disponibilidad, a garantizar las demandas requeridas para el abasto a la población y la economía, y a elevar la calidad de los servicios”.
El programa está compuesto por cinco subprogramas, entre ellos los de saneamiento, agua e hidrometría. Hoy se rehabilitan redes en 17 ciudades del país por valor de millones de pesos. “Hemos logrado rehabilitar una buena cantidad de kilómetros de redes y conductoras, que tributan a la calidad, y entre 2015 y 2018 se han instalado poco más de 500 000 metros contadores. Se mejora la conducción, se eliminan las fugas y se complementa al final con el metraje, lo cual promueve la conciencia de ahorro”.
El Programa de Hidrometría parte de la medición desde la fuente (lo cual permite tomar medidas y elaborar estrategias), desde cómo cae la lluvia y sale el agua de las presas hasta cómo se conduce por los canales y conductoras hasta que llega a la vivienda.
El programa de metraje se propone llegar en 2025 a la totalidad de los clientes metrados en el sector de personas naturales (residencial), y entre 2020-2021 al de las personas jurídicas. Es un proceso que demanda financiamiento para metros contadores, brigadas, herramientas, tanto para montaje como para la sostenibilidad del programa de medición.
“El objetivo fundamental de la medición es lograr al final un servicio de 24 horas. Mejora la calidad del servicio, habrá más constancia, más presión y sostenibilidad del servicio. Vamos a tener ahorro eléctrico y de portadores energéticos; menos horas de equipos de bombeo y con ello menos horas de mantenimiento. Si se ahorra agua se ahorran productos químicos, y tendremos más agua en los acuíferos, lo cual nos permitiría afrontar en mejores condiciones los períodos de sequía”.
También habrá mayor conocimiento de la red y una mejor localización de pérdidas de fluido. Si este trabajo corresponde a empresas en la red exterior, a la población corresponde trabajar sobre las pérdidas en el interior de las viviendas.
Limias Díaz señaló igualmente que “para que el metraje tenga efecto se debe realizar donde haya agua y presión. Por eso es importante el programa de conducción y de abasto que se desarrolla”.
El ingeniero Yunior González Núñez, vicepresidente de la OSDE Agua y Saneamiento, encargada de implementar el programa de hidrometría en el territorio nacional tanto en el sector estatal como el residencial, informó que su alcance es de 1 948 539 usuarios, de los cuales el 96% corresponde a viviendas, lo que atañe al metrado individual de las casas, mientras que el restante 4% está conformado por unos 73 800 centros estatales.
Al cierre de agosto había una cobertura de medición individual de consumo de agua de 633 326 usuarios. Hoy en el sector doméstico o residencial la cobertura es del 22.7%, para un total de 574 287 núcleos familiares en todo el país.
Para el cumplimiento del programa, “la principal premisa es contar con un servicio adecuado de abasto, pues colocar un metro donde el servicio no sea adecuado genera malestar en la población. Es importante señalar que el metraje en zonas que ya cuentan con un buen servicio puede promover el ahorro, y esa agua ahorrada allí puede tributar a otros sectores con mayor antigüedad y deterioro de las redes, que hoy son menos beneficiados. Así mejora la calidad general del servicio”.
En la primera lectura preventiva que se realiza una vez colocado el metro, una vivienda consume aproximadamente unos 22 metros cúbicos mensuales. Durante los primeros tres meses se realizan lecturas con las que de manera preventiva la población conoce el consumo con la tarifa anterior o tarifado del peso que pagan muchos cubanos y lo que se debería pagar por el nuevo metraje, con lo cual la familia puede comenzar a hacer autoajustes en su consumo.
En el caso de los trabajadores por cuenta propia, considerados dentro del sector productivo y que en su gran mayoría realizan sus actividades dentro de las viviendas, estadísticas correspondientes al mes de agosto de 2019 indican que en esas casas se consume cinco veces más que en una vivienda metrada con consumo exclusivamente doméstico.
Así, en la nueva tarifa se estableció que el procedimiento contemple un pago que estará subsidiado hasta los 4.5 metros cúbicos por habitante al mes, con la tarifa de 25 centavos y de 50 centavos el último metro y medio, y a partir de ahí, que es el consumo adecuado por persona al mes según la norma cubana, se aplica progresivamente una tarifa vinculante a la actividad que realiza el cuentapropista, productiva o de servicios.
Uno de los retos del programa en casi 20 años de desarrollo ha sido contar con una gama muy diversa de equipos de medición, con diferentes modelos y medidas, debido a la diversidad de suministradores. “Ello ha implicado altos costos de reposición, reparación y adquisición”.
El reto ha sido asumido por la industria nacional, lo cual permite un importante ahorro en términos de importación y a la vez una homogenización de los equipos, además de encadenamientos productivos dentro del país, integración nacional de partes y piezas, e independencia tecnológica.
Actualmente, la Empresa Militar Yuri Gagarin, en conjunto con la Ernesto Che Guevara, de Villa Clara, se encarga de la producción de un metro contador nacional en un proyecto puesto en marcha en junio de 2019.
Hoy, más del 83% del sector residencial no tiene medición en las entradas de agua. En la producción nacional, se ha logrado que el metro contador cueste 30% menos que de ser importado y hay posibilidades de seguir bajando el costo con una mayor integración de la industria cubana. Hoy más del 38% de los componentes son de fabricación nacional.
Ramón Ramírez Columbié, ingeniero principal de la Yuri Gagarin, informó que ya se han hecho las primeras entregas, más de 8 000 metros contadores de un tipo más favorable para la medición en las viviendas, lo cual es importante pues el sector residencial es el mayor consumidor.
Este metro contador mide distintos tipos de caudales, cumple con las normas internacionales y la norma cubana, tiene un alto componente tecnológico y una muy alta seguridad para el trabajo y el usuario final por su inviolabilidad (sin regulación externa y sin acceso del usuario).
Este año se planea llegar a una cifra de entre 30 000 y 40 000 unidades, y en 2020 deben sumarse entre 150 000 y 200 000 más, con el objetivo de contribuir a que en 2025 esté totalmente cubierto el sector residencial.
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