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El golpe contra Evo se “preparó” desde la embajada de Estados Unidos en Bolivia

Si el nombre del golpe está en la embajada de Estados Unidos, el apellido es litio. Foto: Luis Castillo/ La Jornada.

El golpe contra Evo Morales “se preparó” desde la embajada de Estados Unidos en Bolivia. Con la mirada ensombrecida, el presidente en el exilio, acepta: “Caí en la trampa”.

Es muy temprano. El termómetro dice que apenas se rozan los 10 grados. Evo Morales está resguardado en un pequeño salón, desde donde apela a su memoria reciente: “Me acuerdo perfectamente que había una reunión con los movimientos sociales conocidos como Conalcam (Coordinadora Nacional para el Cambio), donde están cerca de 40 dirigentes nacionales o cerca de 40 organizaciones nacionales representadas por sus presidentes o ejecutivos que plantearon cómo modificar la Constitución para una nueva relección.

Poco antes de las elecciones presidenciales, Ivanka Trump visitó la localidad de Purmamarca, en el noroeste de Argentina, en los límites con Bolivia, parte conocida como el triángulo del litio, porque también abarca a Chile. El triángulo del “oro blanco” concentra 75 por ciento del total de ese elemento en el mundo.

No obstante, Bolivia concentra casi la totalidad del metal que parece ser unos de los elementos más importantes para el futuro del mundo.

“Nosotros hemos empezado a desarrollar la industria del litio, pero hay políticas de privatización”, asegura. También hay conspiraciones de los grandes monopolios que quieren adueñarse del metal.

Entonces, había signos que avisaban de las amenazas contra la presidencia de Evo Morales. ¿No resultaba muy arriesgado tratar de quedarse en el poder? Los avisos parecían claros.

Con la mandíbula apretada, el presidente en el exilio acentúa: “Con anticipación prepararon este golpe. Fue un golpe totalmente diferente. En verdad espero que no sean todas las fuerzas armadas las que hayan participado, sino los comandantes. Usan a las fuerzas armadas para meter balas al pueblo. Cuando llegué al gobierno las fuerzas armadas apenas tenían un helicóptero. En nuestra gestión tienen 25 helicópteros. Hemos equipado a las fuerzas armadas, pero no para que estén en contra del pueblo”.

–¿Los ejércitos de hoy son garantes de la democracia? Parece que ahora, como en los años 70 del siglo pasado el ejército va en contra de los gobiernos electos…

–Estoy convencido de que no son garantes. Apoyan las políticas neoliberales. Están con los sectores oligárquicos. Eso sorprende. Las fuerzas armadas tenían una buena imagen. Lamentablemente esas buenas imágenes se van al tacho [recipiente de latón, usado para lavar pisos].

Evo habla con la prensa a su llegada a México. Foto: Eduardo Verdugo/Reuters.

Ponchos rojos

–Ustedes tienen a los ponchos rojos. Son un grupo interesante, beligerante. Hoy están en la calle coreando la consigna de “¡Ahora sí, guerra civil!”

–El comportamiento de los policías está llevando a que el pueblo también se organice. Me sorprende el planteamiento de guerra civil, porque si las instituciones como las fuerzas armadas no garantizan la democracia, eso significa que se va a obligar a que el pueblo se arme. No lo quisiéramos. Yo no lo quiero personalmente, pero si nacen estos grupos, así como plantean la guerra civil, será por culpa, primero de la derecha-derecha y, segundo, de esos comandantes que no garantizan la democracia. Por supuesto, los pueblos tienen derecho a liberarse.

“Después de que llegué a México, escuché todo mediante mensajes, videos, redes sociales. Vi cómo el pueblo va organizándose, y a los ponchos rojos, su trayectoria de lucha contra el colonialismo, contra el intervencionismo, contra el militarismo, es histórica. En mis tiempos contra el neoliberalismo. Son actores junto al pueblo alteño, junto al movimiento campesino. Están movilizados con bloqueos contra este golpe de Estado, hasta acabar con esta dictadura”.

–A todo eso me refería cuando le preguntaba si había algún mensaje, alguna enseñanza para Latinoamérica con este golpe.

–En Bolivia lo que hemos visto, lo que hemos vivido es que instituciones como la policía está sólo al servicio de grupos oligárquicos. Hugo Chávez tenía en su policía, sus fuerzas armadas y organizó las milicias armadas. Cuando usted me pregunta sobre los ponchos rojos, quién sabe si algunas fuerzas sociales sean la base para convertirse en milicias, o que el pueblo también tenga su grupo organizado, armado, legal. El pueblo no quiere a las fuerzas armadas en la ciudad, por que son cómplices del golpismo.

Evo Morales señala que se va a tener un debate importante en el Foro de Sao Paulo. “Tanto eventos antimperialistas, eventos de solidaridad, de autodeterminación de los pueblos. Eso va a provocar un debate: cómo el pueblo tiene que organizarse en dos líneas. Líneas de comunicación, redes sociales, pero también quién da seguridad a los gobiernos progresistas o gobiernos de izquierdistas, o gobiernos ­antimperialistas.

Ahora Morales sorbe jugo de naranja, parece más relajado. Habla de lo que él llama sus pecados: “¿Sabe? No se aceptan nuestras políticas económicas, sociales, programáticas, liberandonos de las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional, sin el Banco Mundial. Eso no lo aceptan. Mi peor delito es liberarnos, no solamente en la parte social y cultural, no solamente en la parte ideológica, política, sino también en la parte económica. El crecimiento de Bolivia sorprende a todo el mundo. Se han implementado programas sociales, algunas políticas económicas que no quiere Estados Unidos; como a ellos les encanta el imperialismo y el capitalismo. Ese es el pecado que tiene Evo, el presidente del campo.

“Pasamos de un Estado colonial a un Estado plurinacional con una economía plural, donde el Estado encabeza la inversión, acompañado por el sector privado, pero también por los sectores asociativos como cooperativas, empresas comunitarias, familiares. Los primeros años de nuestra a gestión, los privados no lo aceptaban.

Estuvimos desahuciados, pero como nuestro modelo económico empezó a crecer, ellos mismos tuvieron que reconocerlo. Algunos empresarios me dijeron: ‘Presidente, con su proceso hemos mejorado nuestra economía, hemos crecido, mejor que con muchos partidos de derecha’.

“Algunos sectores privados no estan de acuerdo, por eso digo que es cuestión de clase. ¿Cómo es posible –se pregunta– que este indio, que los indígenas puedan demostrar que hoy Bolivia está mejor?”

Usted, con sus programas sociales sacó de la pobreza a muchos bolivianos que se convirtieron en una clase media que ahora rechaza su forma de gobierno. ¿Qué piensa de eso?

–Ese es el otro pecado que tengo. Hemos implementado programas sociales para las familias más humildes. ¿En qué consisten los programas? Una familia, una persona hace un proyecto productivo. Por ejemplo, cuesta mil dólares. El Estado le dona 70 por ciento. Son programas para liberar la pobreza.

“Cerca de 3 millones de bolivianos subieron de clase pobre a clase media, y ahora tienen otras expectativas. El pecado de Evo es que sea un indio el que libere el crecimiento económico. ¡Cómo un indio va a saber esto! Ya se sienten clase media, ahora se dan cuenta de que en verdad son clase media,pero muchos clase media son clase a medias. No aceptan que los sindicalistas e indígenas podamos demostrar que Bolivia tiene mucho futuro. Yo vengo de las luchas sociales, de las familias más humildes. Yo no vengo desde el altiplano boliviano al oriente boliviano de Chapare a hacer política, ni a ser sindicalista, sino a mejorar la economía.

“Luego me pregunto: ¿Por qué he llegado a la Presidencia sin formación académica? Fue gracias a la verdad y gracias a la honestidad. Nadie me puede acusar de corrupto. Robar, jamás.”

El expresidente de Bolivia, Evo Morales. Foto: Reuters.

Aprender

Tengo la idea de que el gran ­problema de la izquierda es que no sabe educar a su gente, que ha dejado la educación a los medios de comunicación electrónicos, por ejemplo. ¿Es así?

–Sí, tienes mucha razón. A veces son temas de gestión, descuidando la ideologización de los nuevos líderes. No vengo de talleres o seminarios de ideologización, sino de marchas, de congresos, de encuentros permanentes. Eso para mí es otra forma de aprender. Yo escuchaba, por ejemplo, al Partido Comunista de Bolivia. Si no pasas por la juventud comunista no eres militante. Descuidamos la ideologización por repasar el pasado, esa ha sido otra debilidad.

–¡Qué contradicción! A final de cuentas con su proyecto se estuvo alimentando a la derecha.

–Sí, se puede entender así. Ahorita me doy cuenta, con las reflexiones, con las preguntas que me haces, que con las políticas económicas hemos alimentado al sector privado para que algunos de ellos conspiren. No creo que sean todos. Las nuevas generaciones tienen que caer en la cuenta de quiénes son los enemigos. El capitalismo y el imperialismo no les garantizan el futuro.

Y hablando de futuro, ¿no ve mucha sangre en las calles de ­Bolivia?

–Eso quiero evitar. Por eso me salí. Desde México estoy pidiendo pacificación. Pido la intervención de las Naciones Unidas, la intervención de la Iglesia católica.

¿Pero, usted aún cree en eso?

–De alguna manera, para bajar a tensión. No toda la Iglesia católica es mala. Nos ha sorprendido el comportamiento de algunas iglesias evangélicas, pero también hay buenos, como los metodistas. En fin, tiene que haber un diálogo nacional, tiene que haber participación de los organismos. El pueblo está movilizado para que Evo termine su gestión.

“Ahora que la OEA también es golpista, ¿a quién debemos llamar para buscar una mediación? Serán las Naciones Unidas. Se necesita un garante de que haya diálogo, que vuelva la democracia y que acabe mi gestión, y si ellos no quieren que tenga relación, no la tengo, pero tienen que entender que la primera tarea es pacificar.”

Evo Morales viste una chamarra de franela a cuadros. La entrevista ha terminado, pero dice que el gobierno de México, de López Obrador es de esperanza y reitera que le salvó la vida.

Luego apura una sonrisa para las cámaras, gesto que cambia por el de preocupación cuando las lentes ya no le apuntan. “Yo viajaba mucho, todo el tiempo, ahora me siento encerrado” y con un apretón de manos se despide con la idea de regresar muy pronto a su Bolivia.

(Tomado de La Jornada )

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