“Milagro, milagro, milagro, milagro”. Así sonó la transmisión de los militares por radio. Era la clave que habían acordado: decir “milagro” por cada niño si los encontraban vivos. Se vivieron muchos momentos de alegría con esas cuatro palabras, contó a la prensa colombiana el general Pedro Sánchez Suárez, comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de Colombia (CCOES).
No en vano. Más de 40 días pasaron solos y perdidos en la selva los cuatro hermanos Soleiny, Tien, Lesly y Cristin, después de que la avioneta en la que viajaban con su mamá se estrellara y ella y otros dos adultos murieran.
Las fuerzas militares colombianas hallaron a los cuatro niños (de 9, 4, 13 y 1 año de edad) con señales de deshidratación y picaduras de insectos, aunque se encuentran bien y fueron trasladados en un helicóptero para recibir atención médica.
El operativo de búsqueda que finalizó con éxito este viernes comenzó a mediados de mayo cuando efectivos del ejército llegaron al lugar del siniestro, ocurrido el 1º del mismo mes, y encontraron los solo los cuerpos de los 3 adultos que iban con ellos. Los niños habían desaparecido.
Desde entonces, alrededor de 120 uniformados y 70 indígenas, hicieron parte del “Operativo Esperanza”.
Recorrieron unos 1 250 kilómetros de la espesa selva que hay entre los departamentos colombianos de Caquetá y Guaviare ayudados por helicópteros y perros rescatistas.
“Hemos puesto todos los recursos posibles para encontrarlos”, le dijo en mayo a BBC Mundo el capitán Carlos Vargas, miembro del equipo de comunicaciones del ejército.
Las condiciones climáticas de la búsqueda eran tan adversas que se había reportado que 14 indígenas habían tenido que abandonar la misión por problemas de salud.
La voz de la abuela
Parte de la estrategia consistió en reproducir por parlantes una y otra vez la voz de Fátima, la abuela de los niños, diciéndoles tanto en español como en su lengua indígena nativa que los estaban buscando. “Tienen que estar quietos”, decía el mensaje.
El comandante del Comando Conjunto de Operaciones Especiales de Colombia, Pedro Sánchez, había explicado que el operativo avanzaba con tres hipótesis: que los menores habían muerto, que estaban bajo el poder de las disidencias de las FARC, y la que terminó siendo cierta: que estaban vivos, solos y perdidos.
“Estaban solos. Ellos mismos lograron un ejemplo de sobrevivencia total que quedará en la historia”, declaró este viernes el presidente colombiano, Gustavo Petro.
La búsqueda de los niños incluyó la colaboración entre el gobierno, las comunidades indígenas y el ejército nacional, algo que la vicepresidenta Francia Márquez recalcó tras conocerse que los menores habían sido encontrados.
“Cuando ponemos los saberes y las instituciones a trabajar con persistencia al servicio del pueblo podemos solucionar, salvar vidas y construir colectivamente la esperanza”, escribió en Twitter.
Las pistas
Durante la búsqueda de los menores se encontró una huella.. Foto: Fuerzas Armadas de Colombia.
La atención mediática se volcó en el operativo a medida que se fue reportando que los rescatistas habían encontrado pruebas de que los niños estaban vivos: un pañal, restos de fruta mordida, un biberón rosado y un “refugio construido de manera improvisada con palos y ramas”.
“Presumimos que los niños que se encontraban dentro de la aeronave estén con vida. Hemos encontrado algunos rastros en una posición diferente y distante de donde quedó la aeronave (…) Encontramos también un posible sitio donde los niños se pudieron haber resguardado y seguimos la búsqueda”, dijo un vocero del ejército el pasado 18 de mayo.
La pista que terminó siendo clave en la búsqueda fueron las huellas de uno de los niños junto a las de un perro. Según uno de los comandantes de la misión, corresponderían a Wilson, uno de los tres caninos que hacía parte del grupo de búsqueda y se había perdido unos días antes.
“Donde encontramos las últimas huellas, encontramos huellas de un canino. Nosotros pensamos que el perrito los encontró y los acompañó”, dijo Lucho Acosta, coordinador nacional de la guardia indígena.
Tras el rescate de los niños, se confirmó que el perro sigue perdido.
El accidente
El día del accidente, la familia viajaba para reencontrarse con el padre, Manuel Ranoque, un líder indígena que había huido de Araraucara a raíz de las amenazas que recibió por parte de grupos armados ilegales.
El avión cubría la ruta Araracuara-San José del Guaviare con siete personas a bordo, incluido el piloto.
Este había informado sobre problemas con el motor de la avioneta Cessna 206 minutos antes de que el avión desapareciera de los radares, dijo el organismo de respuesta a desastres de Colombia.
La región selvática en la que se estrelló la avioneta tiene pocas carreteras y es de difícil acceso por vía fluvial, por lo que es común el transporte aéreo.
(Tomado de la BBC Mundo)
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