A sus casi 90 años, Ramón Pez Ferro atesora mil y una anécdotas vinculadas al hecho que cambiaría su vida: su participación en la gesta del Moncada hace siete décadas. Sin embargo, nada es comparable, aseguró, con el cariño que le profesa el pueblo de Artemisa.
Hasta su hogar en el capitalino municipio de Plaza llegaron las principales autoridades de la occidental provincia, integrantes de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC) y corresponsales de los medios de prensa del territorio, vísperas del aniversario 70 del Día de la Rebeldía Nacional.
Los recibió emocionado. Igual alegría mostró al tomar un cuadro con la imagen del Mausoleo a los Mártires de Artemisa que le entregó Gladys Martínez Verdecia, integrante del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC) con la siguiente dedicatoria: “Al moncadista Ramón Pez Ferro, de su pueblo artemiseño”.
Martínez Verdecia, también primera secretaria del Comité Provincial del Partido en Artemisa, comentó que en su tierra lo recuerdan con mucho afecto y respeto.
Pez Ferro reconoció a todos los artemiseños como sus compañeros, en tanto la visita significó un estímulo para seguir adelante, junto a la Revolución y hasta el final que siempre será victorioso.
Nació en Candelaria, luego vivió en Artemisa donde cursó el cuarto año del Instituto de Segunda Enseñanza.
El 10 de marzo de 1952 se produjo un golpe de Estado encabezado por Fulgencio Batista. Para esa época integraba el ejecutivo municipal de la Juventud Ortodoxa y era guía de la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad, perteneciente a la Logia Masónica Evolución.
Han pasado 70 años y parece que ocurrió ayer, comentó.
Entonces, con voz pausada, relató los momentos de tensión que vivió junto a sus compañeros durante el asalto al hospital Saturnino Lora, en Santiago de Cuba; cómo le ayudó un veterano de la Guerra de Independencia a escapar de ese lugar y de su viaje a La Habana sin dinero.
Pez Ferro sería el único sobreviviente de los asaltantes a la institución médica, junto con Melba Hernández Rodríguez y Haydée Santamaría Cuadrado.
Integrar la Generación del Centenario avivó su espíritu de lucha y fueron muchas las acciones en las que participó posteriormente, de ahí la persecución constante a que fue sometido; estuvo preso, le golpearon y hasta debió exiliarse. El triunfo revolucionario lo sorprendió en Estados Unidos; regresó a Cuba para ser partícipe del programa de transformaciones.
Ramón Pez Ferro ya no vive en Artemisa. Pero no la olvida, pues, como aseguró, en la también conocida como Villa Roja comenzó todo. Basta mencionar La Matilde y una andanada de recuerdos llegan a su mente. En ese reparto convivieron sus hermanos de lucha: Julio Díaz González, Ramiro Valdés Menéndez, Tomás Álvarez Breto, entre otros.
Y es ese reparto donde descansan los caídos que, como dijo Fidel en su alegato de defensa La historia me absolverá: “no están ni olvidados ni muertos”.
(Con información de ACN)
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