El intelectual y presidente de Casa de las Américas, Abel Prieto, tuvo a su cargo las palabras de despedida al Premio Nacional de Ciencias Sociales (2000) y de Historia (2005), a quien honraron múltiples personalidades desde la Casa de Altos Estudios Don Fernando Ortiz, en esta capital.
Hoy venimos a cumplir un deber muy doloroso: despedir a un compañero muy querido, a un hermano entrañable, a un gran historiador, a un patriota, a un hombre comprometido, honesto, a un estudioso muy profundo de Martí, de Maceo, de Félix Varela y de todos los fundadores de la patria, destacó.
A uno de esos intelectuales que han estado protagonizando con pasión y lucidez la vida del país en tiempos de Revolución, añadió.
Manifestó además que “hemos venido a hacer un compromiso con Eduardo Torres Cuevas: continuar su obra en defensa de la memoria de nuestra nación, de sus ideales y sus héroes”.
Prieto se refirió asimismo al primer tomo de Memorias de la nación cubana, titulado Formación y liberación de la nación, que Torres Cuevas le obsequió y en cuyas páginas se aprecia la dedicatoria: «A los jóvenes cubanos donde quiera que estén».
He tenido grabadas en la mente estas palabras durante las últimas horas, dijo. “Me resultó muy emotivo que nuestro Torres Cuevas haya estado recorriendo una vez más la historia de Cuba y exaltando los valores de la cubanía para todos ellos, para todos nuestros jóvenes, estén o no viviendo en su patria”.
Eduardo me dedicó este primer tomo de Memorias de la nación cubana y me puso, de su puño y letra: «Verás que es una propuesta teórica, metodológica y pedagógica para que se entiendan los procesos sociales, culturales, económicos y espirituales de nuestro pueblo”, significó.
Recordó que “aunque era un verdadero erudito y tenía una vocación arrolladora por el estudio y la investigación, no se encerró jamás entre libros y archivos. Todo lo contrario, puso su talento y su cultura al servicio de la patria, aceptó y cumplió todas las misiones que le dio la Dirección de la Revolución y se entregó a ellas con lealtad, dedicación y fervor”.
Torres Cuevas nos deja su vasta obra y un ejemplo admirable como revolucionario, intelectual, maestro, martiano, fidelista, luchador anticolonial y antiimperialista, apuntó.
Casi al finalizar su intervención, se refirió al Testamento dejado por el relevante historiador, en el cual aparece fijado en la cláusula Décimo Tercera (hablando de sí mismo en tercera persona): “Que amó a Cuba por sobre todas las cosas, que le entregó lo mejor de sí, y que solo lamenta abandonarla en tan difíciles circunstancias”.
Estas conmovedoras palabras, dictadas por un hombre que se sabe muy próximo a morir, expresan con sobrada elocuencia su estatura como patriota y como revolucionario cubano, añadió Prieto, antes de reiterar sus condolencias a la esposa, hijos y demás familiares, a sus alumnos, compañeros de la Universidad de La Habana y de las instituciones martianas.
Medallas y ofrendas florares a nombre del líder de la Revolución cubana, general de ejército Raúl Castro, del presidente Miguel Díaz-Canel y de la Asamblea Nacional del Poder Popular custodiaron las cenizas de quien legó a Cuba y al mundo una vasta obra, impregnada de sabiduría y profundo sentido del deber.
(Con información de Prensa Latina)
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