Julio Camacho Aguilera en persona (+ Fotos y Video)

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

Fotos: Roberto Garaicoa

No pocos cubanos se disputan el origen del Comandante Julio Camacho Aguilera. Los guantanameros se precian de que fue en su tierra donde se empinó como revolucionario. Los cienfuegueros, que recuerdan con orgullo los hechos épicos del 5 de Septiembre, se han apropiado de él por ser uno de sus más notables héroes. Mientras los pinareños lo sienten suyo, no solo porque lo consideran su inolvidable Primer Secretario del Partido, sino porque en el Cabo de San Antonio sigue tejiendo su leyenda, con 91 años, de pertinaz luchador. Por ello para hablar de Camacho hay que hablar de un hombre de Cuba.

Este viernes llegó hasta los estudios de la Mesa Redonda para presentarse en persona, y con esa dosis de humilde grandeza empezó a mostrarnos las páginas de su vida, en las que ha estado movido por un sentimiento mayor: el amor a su patria y a la Revolución, y su incondicionalidad a Fidel y a Raúl.

Julio Camacho nació en el Central Santa Lucía, hoy Rafael Freyre, en Oriente, pero se crió desde los cinco años en el Ermita, después Costa Rica, en la misma provincia.

“En 1955 asalté un polvorín de la empresa Ermita Sugar Company en busca de explosivos para la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista. Más tarde fui uno de los dirigentes de la Hermandad No. 11 de los Ferrocarriles de Guantánamo, que tenían una gran tradición de lucha. También integré allí la Juventud Ortodoxa, porque era un gran admirador de Eduardo Chivás.

“Un tiempo después, en diciembre de 1956, integré la dirección del movimiento revolucionario, como jefe de Acción y sabotaje en Guantánamo, bajo la escuela de Frank País. La acción del 30 de noviembre fue un momento cardinal, en apoyo al desembarco del yate Granma.

“Luego de alzarme al frente de una guerrilla en las montañas guantanameras, tuve que pasar a la clandestinidad. Me refugié en Guantánamo, en unión de Enrique Soto Gómez, coordinador del 26 de Julio en esa ciudad. En ese momento comencé a organizar el segundo refuerzo en armas y hombres para la Sierra Maestra, pero me sustituyó Paquito Cruz en Santiago de Cuba, porque Frank País me mandó a reorganizar la lucha en Las Villas, donde me convertí en el dirigente provincial de Acción y Sabotaje.

“Tras el asesinato de Frank en Santiago. Su sustituto, René Ramos Latour firmó mi nombramiento de Comandante de las Milicias del 26 de Julio, en agosto de 1957, en tierra villareña, sujeto a la aprobación posterior de Fidel”.

Otro momento de notable trascendencia en su vida fueron las acciones del 5 de Septiembre, en Cienfuegos, al mando de las milicias del Movimiento 26 de Julio. Tras el fracaso del alzamiento logró salir de la ciudad.

Esteban Ventura Novo lo apresó el 18 de noviembre de 1957 durante una reunión en el reparto habanero de Buenavista con combatientes clandestinos de Pinar del Río. “Una de las últimas misiones que nos da Fidel es captar gente del ejército enemigo, que no hubieran cometido asesinato. Fue una misión de mucho riesgo. Y en una reunión con la gente de Pinar del Río fue que caímos presos”.

Fue salvajemente torturado y perdió la locomoción cierto tiempo, le partieron cinco costillas, pero no pudieron arrancarle ni un solo dato comprometedor. “Fue terrible la tortura en las mazmorras y hubo uno que no soportó y habló, pero a él lo perdonamos, porque hay que vivir eso para entender lo duro que es”.

Luego se incorporó al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra e integró la Columna 13. Desde allí continuó trabajando en la infiltración de los combatientes clandestinos en las montañas y le fue ratificado el grado de Comandante.

Después del triunfo de la Revolución, Julio Camacho ha estado en los más diversos escenarios cumpliendo diferentes responsabilidades. Una que recuerda con emoción fue la firma de la primera Ley de reforma agraria. “Fidel primero organizó un grupito de trabajo con el Ministro de la Agricultura que no tuvo resultados, pero después designó una comisión donde estuvieron Núñez Jiménez, Alfredo Guevara, el Che, Vilma, Ceballos, yo… y todo resultó mejor. Fidel nos hablaba de los grandes latifundios y que los que trabajaran la tierra debían ser los dueños. También había que hacer empresas mecanizadas. Nosotros hicimos todo un estudio con esas premisas, pero con mucha discreción porque ese era un tema que afectaba los intereses de los ricos, y luego se le presentó al Consejo de Ministros.

“La Ley de reforma agraria y la reforma urbana fueron de las primeras grandes cosas que se hicieron en beneficio de nuestro pueblo. Se trabajó todo con mucho cuidado. Y Fidel nos dijo: Vamos a irnos para La Plata, y el 16 de mayo fuimos para allá, a firmar la Ley de reforma agraria. Fidel nos lo dijo muy claro, que esas leyes eran esenciales para el pueblo. Y aún cuando hubo necesidad de hacer otra Ley de reforma agraria, es importante que se estudie y se conozca, por el esfuerzo que hizo este país”.

Otro de los momentos singulares de su vida, fue cuando fue secuestrado por una traición. “Trataron primero de lincharme por comunista, y luego pretendieron comprarme. Me hicieron más de 10 interrogatorios y como vieron que yo era consecuente con mis ideas, me dijeron que yo despreciaba la hospitalidad del pueblo norteamericano. En Cuba nadie sabía que nos devolverían. Cuando llegamos al aeropuerto, llamé a Ramiro Valdés, que era el ministro del Interior, y me llevaron para la casa. Luego informé todo lo que me pasó. Se equivocaron, porque creían que me podían comprar. Sabían mi vida totalmente. Decían que me daban los grados de veterano de la guerra de Corea”.

Sobre las múltiples tareas que ha cumplido, dijo que “nunca he dicho que no, solo con la condición de pertenecer siempre al Ejército Rebelde. La confianza de Fidel y de Raúl en uno, esa confianza de que Camacho no traiciona, de que es fiel, siempre fue así, aquí y allá”.

Camacho Aguilera fue Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba en varias provincias; integró el Buró Político durante más de una década y fue elegido miembro del Comité Central en el VI Congreso del Partido. Hoy se desempeña como director de la Oficina para el Desarrollo Integral de la Península de Guanahacabibes.

“Estoy ahora en Guanahacabibes (trabajo que mereció el Premio Nacional de Medio Ambiente en el 2007). Es una zona formidable para el turismo, y le pedimos permiso a Fidel. Allí son útiles hasta las leyendas, pero ya tenemos carreteras, electricidad, instalaciones que van recibiendo turistas, y eso da la medida de la perspectiva que tiene este espacio”.

Georgina Leyva, quien lo acompaña desde hace 65 años, sostuvo que ya en plena lucha insurreccional tenían tres niños, y después del 30 de noviembre nació la cuarta. “Nosotros desde nuestra vivienda hacíamos nuestras actividades. Hacíamos panfletos y siempre teníamos que hacer cosas desde la clandestinidad”.

Sobre su libro Historia de una gesta libertadora (1952-1958) argumentó que “la vejez te da la posibilidad de vivir eventos muy importantes a través de nuestra vida, y eso te da un nivel de conocimiento, y como es una lástima que se pierdan esas vivencias tomo notas de todos esos recuerditos. Con todo eso fui conformando un compendio de cosas que te permiten hacer libros. Y aunque no me considero escritora, porque esa es una categoría mayor, haber participado en muchos acontecimientos es un privilegio que no se puede pasar por alto.

“Yo creo que cualquier ciudadano se hubiera sentido satisfecho de haber participado en estos acontecimientos. También me siento feliz de formar una familia preparada, gracias a la Revolución. Y si algo útil ha tenido nuestras vidas es haberle trasladado a las nuevas generaciones nuestra honestidad y nuestros conceptos, y haber sido consecuentes con la vida que hemos llevado siempre”.