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Historias de vida de Ronaldo Veitía y Rogelio Ortúzar

El primero en abrir las páginas sentimentales de su existencia fue el Maestro Veitía, quien con ternura y una sencillez conmovedoras expresó que desde que “tocó las flores” para entrenarlas se dijo: ya no trabajo más con los hombres.

Fotos: Roberto Garaicoa

Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

El Maestro Ronaldo Veitía, considerado por muchos como el mejor entrenador de judo del mundo, y Rogelio Ortúzar, el tercer Hombre Habano de Cuba, inauguraron este viernes una nueva sección de la Mesa Redonda: Historias de vidas.

El primero en abrir las páginas sentimentales de su existencia fue el Maestro Veitía, quien con ternura y una sencillez conmovedoras expresó que desde que “tocó las flores” para entrenarlas se dijo: ya no trabajo más con los hombres.

Y así fundó su cátedra, con una exigencia a prueba del constante “vamos a ganar” y con la humildad de los extraordinarios guerreros que consideran que “independientemente de que yo haya sido la cara más visible en el judo femenino cubano en los últimos tiempos, son nuestras atletas las que hacen sentir el sentimiento contradictorio de hacer llorar de alegría a un pueblo. Como lo hará próximamente Idalys y las otras campeonas que nos representarán en Río de Janeiro”.

Entre sus pronósticos y reconocimientos, mencionó que el equipo femenino de judo seguirá dándole victorias al país, e hizo un aparte muy especial para recordar que los entrenadores de bases son la piedra angular del proceso formativo y de las conquistas. “Son ellos los imprescindibles para esculpir atletas. Ellos son los que realmente han hecho a esas campeonas, y con muchas dificultades. Nosotros las hemos cogido, las hemos moldeado…, pero ellos son los que las hacen”.

De su retiro como entrenador, refirió que este no constituye un final, sino un cierre de etapa. “No puedo pensar en el paso. Tengo muchas cosas que hacer, como escribir, que es una de las cosas que me apasionan”.

La periodista Arleen Rodríguez, quien auspició este diálogo ameno, se detuvo en el detalle de que todos lo conocen por Veitía, pero que pocos saben que su primer nombre es Hilarión. A lo que respondió que mucha gente le decía que por qué no se quitaba ese nombre y él considera que lo que las madres ponen, uno por respeto tiene que mantenerlo.

Sobre sus dotes de conductor, añadió que desde pequeño le gustaba ser el monitor de la clase. “Y son cositas que se meten dentro y luego salen”.

De su ciudad natal, el municipio capitalino de Cotorro, habló también con una pasión desbordante: “Es mi municipio y tengo el placer de ser Hijo ilustre de él, como también de La Habana. Soy fundador, además, de la EIDE, y fui por donde empecé para terminar. Le agradezco infinitamente a ese pueblo, que en estos días, en cuanto supieron de mi retiro, me han hecho una despedida hermosa. Todos los niños salieron de sus clases para saludarme y todo ha sido con mucho cariño”.

Sobre sus raíces, su padre, recuerda que era cocinero y su madre, ama de casa. “Ellos me ayudaron a tener esta formación. Y de su buen apetito, dijo “que cuando uno termina y se hace profesor tiene una patente de corso para exigirle a las muchachas por el peso, aunque yo no sea el ejemplo”.

Entre sus grandes amores no solo están el judo y Cuba, sino Mercedes, “la mujer que más me ha marcado y con quien llevo una relación de 40 años. Tengo, además, tres hijos, que son profesores de judo. Y la hembra, que es cinta negra, me regaló una niña (su segunda nieta) el mismo día de mi cumpleaños”.

Entre los hobbies del profesor Ronaldo Veitía está cantar bolero, por ello esta fue la melodía que entonó en su singular despedida de este libro de historias de gente grande de Cuba que la Mesa Redonda abrió con él, un Héroe del Trabajo que estremeció a su gente con la noticia de su retirada. “Mi pueblo me ha sacado las lágrimas todos estos días. Y no porque se llore se es más débil, sino porque se ha sido por mucho tiempo muy fuerte”.

EL TERCER HOMBRE HABANO

Campesino sencillo, dedicado y comprometido con la suerte de su país, Rogelio Ortúzar Carreño mereció la condición en 2015 de convertirse en el Tercer Hombre Habano, razón por la que no alimenta su ego con poses arrogantes, sino que es una especie de aliciente para seguir pegado a la tierra.

“Llevo más de 20 años al frente de la CCS 26 de Julio, en Consolación del Sur. Allí tenemos 519 socios y con la nueva estructura con la organización de base vamos a llegar a 570, con más jóvenes y mujeres”.

Su mérito de Hombre Habano, que comparte con Alejandro Robaina y Héctor Luis Prieto, se debe a ser un extraordinario veguero con muchos años con grandes rendimientos, entregas de calidad y por cumplir con todos los contratos pactados.

Según su opinión, en Vueltabajo se da el mejor tabaco del mundo. Y él es de los que prefiere el tabaco que se cultiva al aire. “Tuve producciones de tapado, pero me gusta más la otra modalidad porque le da fortaleza y un mejor aroma. Aunque de las dos formas se da bueno. Yo amo al tabaco”.

Precisó que el tabaco se da mejor en el año seco, cuando le das los riegos cuando lo necesita. “Este cultivo es muy exigente y tanta lluvia le hace daño. Pero como siempre he expresado, el buen productor siempre hace el año, y más tarde o más temprano, hace la cosecha.

“Este año ha llovido y nos ha afectado, pero no hemos renunciado al plan y al contrato. No obstante, las lluvias de enero no nos han dejado hacer las atenciones culturales. Pero nos hemos seguido preparando, para respaldar el contrato cuando el tiempo nos mejore”.

Aludió a que no solo de tabaco vive su cooperativa, sino que siembran el sorgo, que es un cultivo alternativo que favorece los suelos. “Al sorgo le puedes recoger el fruto de arriba, pero se convierte en materia orgánica y mejora la tierra”.

De su experiencia como miembro del Buró Nacional de la ANAP, subrayó que “estamos muy cerca de los 55 años de la organización. Y en ella hemos podido aportar, pero he podido aprender también. Desde el 97 soy miembro del Buró y fui antes miembro del Comité Nacional de la ANAP”.

Sobre los dilemas del campo y su relación con los precios y el mercado, sostuvo con optimismo que “creo que estamos en un año en el que vamos a superar eso. Tenemos una nueva estructura con la creación de la organización de base que va a ser mejor, y que nos va a permitir tocar los problemas, resolverlos y oírlos. En marzo terminamos ese proceso y veremos que van a funcionar mejor las cooperativas, porque se podrá llevar mejor lo ideológico y lo administrativo”.

Estamos en el momento oportuno, acentuó, y hay que hacer la ficha de costo para saber cuánto se puede producir. “Sé de los esfuerzos que hace el productor para que tenga un buen margen comercial, pero queremos no darle más vida a los intermediarios, quien encarece tres y cuatro veces más los productos. Cuando voy a La Habana, a casa de mi hija, me doy cuenta de que los precios en los mercados son abusivos, tenemos que ponerle precios topados. Tenemos un sistema bueno de comercialización. Si hay algún campesino, y la mayoría son conscientes, humildes y revolucionarios, pero si alguno no cumple esto y quiere seguir aprovechándose del pueblo trabajador: de los jubilados, del científico, de los médicos…, tenemos que quitarlo del camino como campesino.

“El campesinado cubano el mejor regalo que puede darle a la Revolución, y al Comandante en su 90 cumpleaños, es topar y bajar los precios. Los campesinos cubanos son para producir para el pueblo, esa es la misión que tenemos”.

De su finca, comentó que antes fue de su abuelo y de su padre. “Cuando cumplí los 25 me hice cargo de todo. Mi papá siempre estuvo del lado de la Revolución y esa fue la formación mía y la de mi hermana desde el inicio de nuestras vidas.

“Sí, soy exigente y me gusta la honestidad, que los trabajadores cumplan, pero soy humano y me gusta ayudar a los que menos tienen. Eso mi padre me lo enseñó y esa fue su política y es la que yo continué en mi cooperativa y en mi comunidad. También le agradezco a mi familia, a mis dos hijos, a mis 4 nietos. Hemos contribuido todos. Pero también le agradezco a mi comunidad, a mis campesinos, que hoy todos los éxitos los he obtenido gracias a ellos”.

Úrsula, su esposa durante 45 años de matrimonio, también lo ha ayudado mucho. “Ella ha sido imprescindible, y gracias al hijo mío, que está en la finca, hoy yo puedo estar con tantos socios en la cooperativa. En nuestro sistema de trabajo tenemos previsto revisar a las 6 de la mañana todo lo de la finca y por la tarde volvemos a verlo, el resto del día estoy en función de la cooperativa”.

Su casa, que está a 22 kilómetros de la capital de Pinar del Río, allá en Puerta de Golpe, no la cambia por una de la ciudad. “Y aunque la gente dice que soy millonario, yo me siento como tal por mis buenos rendimientos, por la familia, por la comunidad donde vivo, por los trabajadores y porque he podido disfrutar de la Revolución más de 50 años.

“Me siento millonario porque nuestro Comandante va a cumplir 90 años, y nuestro General de Ejército 85 años. Machado, quien lucha mucho y trabaja mucho, nos da mucha fe. Y cuando usted ve a los líderes que están luchando, uno tiene que seguir luchando. Económicamente estoy bien, pero me siento millonario por todas las cosas que me ha dado este país, al cual le aporto más de 600 quintales de tabaco. Nunca he dejado de trabajar ni de luchar. Y creo que si volvemos a nacer, los campesinos cubanos no tenemos con qué pagarle a la Revolución.

“Aunque tuviera capital, no me gustaría otro sistema. Yo vi las cosas que no tuvieron los desposeídos, que no tenían ni recetas médicas… lo que me gusta es lo que nos ha enseñado la Revolución: compartir la justicia social y lo que tenemos”.

La periodista Arleen Rodríguez, quien auspició este diálogo ameno, se detuvo en el detalle de que todos lo conocen por Veitía, pero que pocos saben que su primer nombre es Hilarión.

Campesino sencillo, dedicado y comprometido con la suerte de su país, Rogelio Ortúzar Carreño mereció la condición en 2015 de convertirse en el Tercer Hombre Habano

Su mérito de Hombre Habano, que comparte con Alejandro Robaina y Héctor Luis Prieto, se debe a ser un extraordinario veguero con muchos años con grandes rendimientos, entregas de calidad y por cumplir con todos los contratos pactados.

De su experiencia como miembro del Buró Nacional de la ANAP, subrayó que “estamos muy cerca de los 55 años de la organización."

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Etiquetas: ANAPAgriculturaCubaDeporteJudoMesa Redondacampesinos

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