Al romper la madrugada de aquel cinco de septiembre
Rompió la madrugada/
El grito de los hombres/
Como poniendo un nombre/
al Sol de la mañana.
Así ha dicho el poeta Lázaro García para calificar cómo comenzó en Cienfuegos el levantamiento popular armado del 5 de Septiembre de 1957 contra la dictadura de Fulgencio Batista.
Y es que la insurrección organizada hace 61 años por el Movimiento 26 de Julio, que sumó a militares integrantes de la Marina de Guerra del propio ejército batistiano que simpatizaban con las luchas revolucionarias, constituyó una epopeya de la ciudad.
Los antecedentes, el objetivo y cómo acontecieron los hechos fueron expuestos por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en su discurso por el XX aniversario de la gesta, en acto efectuado en el propio territorio centro-sureño.
En un primer intento 35 jóvenes que se proponían llevar a cabo la asonada en mayo de 1957 fueron detenidos en una casa del reparto Buena Vista en la periferia de la urbe, pero no delataron a los compañeros, ni expusieron sus planes pese las torturas de los esbirros.
Luego sobrevino septiembre, y la idea se hizo realidad al unirse jóvenes patriotas del M-26-7 y marineros, con el fin de dominar enclaves militares, apertrecharse de armas y municiones y marchar hacia las montañas del centro de Cuba para formar un segundo frente guerrillero en el Escambray.
“Para nosotros eso habría constituido una ayuda extraordinaria”, indicó Fidel al valorar la brillante idea de la concepción del levantamiento de la localidad cienfueguera.
Para quienes han profundizado en los sucesos del Cinco de Septiembre, quedan claro los múltiples significados históricos de la epopeya. La síntesis del cantautor que creó la obra Canción al 5 de Septiembre, dice en profundos versos que:
Delante de la vida/
Los hombres de septiembre/
marcharon con la suerte/
del ansia reprimida. /
Los deseos de libertad del pueblo, representado en ese grupo de jóvenes, vivenciaron una vez más que no importaba exponer la vida por lograr los ideales, y la incorporación de tanta gente de pueblo en busca de armas para apoyar la acción insurrecta, desbordó las ansias reprimidas de las que habla el poeta.
Era el deseo general de enfrentar y derrocar a la dictadura de Fulgencio Batista.
El hecho de que combatieran juntos miembros del M-26-7 y de la Marina de Guerra de la dictadura habla alto de los deseos de paz y libertad que esos jóvenes anhelaban para su país.
Mostraba que la unidad monolítica del ejército batistiano estaba rota, y esa verdad molestó a los sicarios quienes se ensañaron con los oficiales de ese cuerpo que tomaron parte en el levantamiento, con los revolucionarios del Movimiento y hasta con la población civil.
La resistencia de los combatientes, aunque en desventaja por la cantidad de municiones y armamentos, tejió un enjambre de leyendas alrededor de los héroes y mártires. Pero sobre el mito y el orgullo de los cienfuegueros palpita una realidad, esa sangre numerosa que marcó de heroísmo a la ciudad y a su pueblo.
La necesaria herida, /
es obra en el presente/
con un pueblo más fuerte, /
nacido en rebeldía /
que eternizó ese día, /
de septiembre…/
(Con información de ACN)
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