Un Brexit que no acaba de asentar sus bases
La negativa del Parlamento británico a aprobar un plan B para el Brexit acrecienta hoy la incertidumbre en un Reino Unido profundamente dividido por el controvertido proceso de salida de la Unión Europea (UE).
Hasta el momento, lo único claro es que el divorcio no se concretará mañana 29 de marzo, tal y como habían acordado la primera ministra Theresa May y sus pares europeos en las negociaciones que siguieron al referendo de 2016.
En esa fecha, el 51,8 por ciento de los británicos que participó en la consulta popular votó a favor de abandonar la UE.
Tres años y muchos viajes entre Londres y Bruselas más tarde, el llamado Día D tuvo que ser pospuesto porque la Cámara de los Comunes se niega a respaldar el acuerdo negociado por la gobernante conservadora.
Los parlamentarios alegan que la salvaguarda diseñada para evitar una frontera dura entre Irlanda y la provincia británica de Irlanda del Norte mantendría al Reino Unido atado al bloque.
La víspera, sin embargo, tampoco lograron consenso sobre alguna de las ocho variantes para el Brexit que ellos mismos presentaron a votación, y que contemplaban desde la permanencia del país en una unión aduanera u otros tipos de pactos comerciales con la UE y una salida sin acuerdo, hasta la cancelación de la ruptura y la celebración de un segundo referendo.
El resultado dejó en entredicho a la Cámara de los Comunes, por su incapacidad manifiesta para encontrar una solución a una crisis que para muchos, fue provocada por ellos mismos, por lo que ya comienzan a escucharse los llamados a nuevas elecciones.
Además, la falta de un plan B despeja el camino para que la primera ministra haga un tercer intento, a ver si logra convencer a los euroescépticos dentro del Parlamento de que su pacto es la mejor opción para el Brexit.
Las posibilidades de que May logre finalmente concretar la ruptura con la UE aumentaron ayer, no por las desavenencias dentro de la Cámara de los Comunes, sino porque se comprometió a dimitir, si sus correligionarios votan por su acuerdo.
Con esa jugada política, opinan analistas, la gobernante habría logrado convencer a los conservadores de línea dura y a los euroescépticos más recalcitrantes que buscan abandonar la UE a cualquier precio.
A la primera ministra solo le faltaría entonces ganarse el apoyo de los unionistas de Irlanda del Norte, cuyos 10 votos son claves en una eventual tercera votación.
Según los nuevos plazos impuestos por el bloque europeo, y refrendados anoche por la Cámara de los Comunes británica, el Brexit se hará efectivo el 22 de mayo, pero sólo si el Parlamento respalda el acuerdo de salida negociado por el Ejecutivo.
En caso contrario, Londres tendrá hasta el 12 de abril para decidir si pide una nueva prórroga, abandona el bloque sin ningún tipo de pacto o revoca del todo la ruptura.
Aunque rechazada tanto por May como por el Parlamento, la opción de un segundo referendo gana espacio, sobre todo, después de la imponente demostración de fuerza que dieron sus promotores el sábado pasado, cuando reunieron a más de un millón de personas en el centro de Londres.
Por otro lado, una petición online al Gobierno y a la Cámara de los Comunes para que revoque el Brexit se acerca ya a los seis millones de firmas.
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