Derechos humanos, ¿al derecho?
Tomado de Solvisión
Quisiera pensar por un instante que el derecho de tener derechos está al derecho. No, no es un trabalenguas, es el sueño de muchos que habitan ahora mismo los más recónditos confines del planeta Tierra.
A los que se le reprime en las calles norteamericanas o españolas por expresar su desacuerdo con el decadente sistema que sume a muchos en el desamparo, a los que desconocen la protección a la vida, el acceso al conocimiento que hace libres, al crecimiento espiritual porque ni siquiera tienen idea de qué significa.
De seguro él, ni siquiera, tendría la oportunidad de expresar su parecer. A nadie le importaría en este mundo egoísta y hostil verlo frente a una pantalla de televisor, en las gráficas de un periódico importante o por las ondas radiales de la más afamada de las emisoras. Quienes imponen las noticias, el gran consorcio de la “Información” no tiene tiempo para ello.
La condición del ser humano se gratificó, hará ya sesenta y tres años este 10 de diciembre, con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La adopción fue en París, Francia, y marcó al parecer un paso de avance en defensa de la existencia de la Humanidad; sin embargo, al paso del tiempo, la protección de esos derechos continúa siendo una quimera para numerosas personas, un punto de convergencia totalmente cóncava, ignorada por las grandes potencias, pisoteado una y otra vez.
Aún cuando es un documento no obligatorio ni vinculante para los Estados, constituyó el punto de partida para la creación de las dos Convenciones Internacionales de la Organización de Naciones Unidas, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales.
La Asamblea General de las Naciones Unidas en su tercera sesión aprobó la Declaración por 48 votos a favor, y 8 abstenciones, y desde ese entonces se convirtió en un instrumento jurídico de gran validez que nadie puede, o mejor dicho, debe desconocer.
Un preámbulo y 30 artículos recogen derechos de carácter político, social, económico y cultural. Los artículos 1 y 2 plantean principios básicos en los que se sustentan la totalidad de los derechos de hombres, mujeres y niños: libertad, igualdad, fraternidad y no discriminación. Del 3 al 11 expone los de carácter personal; del 12 al 17 muestran derechos del individuo en relación con la Comunidad. En tanto, del 18 al 21 resumen los derechos de pensamiento, conciencia, religión y libertades políticas.
Entre el 22 y 27 significan los económicos, sociales y culturales; mientras, en los artículos del 18 al 30 repasan las condiciones y límites con que deben ejercerse estos derechos.
El reclamo consciente al compromiso de las naciones de todo el planeta con la dignidad y la justicia de niños, hombres y mujeres que le habitamos resulta recurrente y en este año 2011 creo que ha habido un despertar. La voluntad política se adueña poco a poco de gobiernos latinoamericanos y muchos se han levantado a exigir sus derechos, mostrando su inconformidad.
Desde su aprobación, la Declaración de los Derechos Humanos constiuye un incentivo para el despliegue de múltiples esfuerzos nacionales e internacionales, con el objetivo de promover y proteger los derechos humanos y las libertades fundamentales. Sin embargo, la cuerda no hala parejo en el desequilibrado rectángulo geográfico del mapamundi, la no discriminación, la igualdad, la equidad y dignidad humana como preceptos defiende, no se aplican a todos, ni en todos los lugares, ni en todo momento.
La inseguridad y la pobreza se extienden a paso aterrador sobre la Tierra, hundiendo en su lodo a los pueblos y naciones, impidiéndose de esa manera, el pleno goce de los derechos humanos.
Varios son los países signatarios de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que celebrarán este sábado el Día Internacional de los Derechos Humanos, no obstante, sus disposiciones parecen caer en terreno baldío en muchos de ellos, sus estados y gobiernos la incumplen sin recibir sanciones efectivas por tales violaciones.
El Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos y el de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales suscriptos en 1966, por mencionar algunos, son de cumplimiento obligatorio para los firmantes, sin embargo, también se quebrantan en muchos países.
Las guerras impulsadas por el Gobierno de los Estados Unidos y sus aliados, son una muestra concreta del mal ejemplo, lo que refleja que el problema de la obligatoriedad de las disposiciones supranacionales sobre los estados que lo componen aún es muy débil.
Cuba podría ser sin falta la otra cara de la moneda, aún cuando algunos se empeñan en decir lo contrario; no por casualidad siguen creyendo en ella. Los cubanos conocemos de sobre el derecho a la educación, salud, cultura, empleo, seguridad social, derechos obligatorios y para el disfrute de todos que hacen más humanos al ser humano.
Mas, aún hay mucho por hacer a escala internacional, no se trata de un lujo ni una lista de deseos, la Declaración Universal de Derechos Humanos y sus valores básicos han de ser duraderos y ante todo, nos ataña a todos. Garantizar que los derechos que se hagan efectivos en la realidad es el mayor reto y por el que los países y regiones del mundo deberán continuar trabajando.
La Humanidad necesita que se le proteja. Hagamos todo lo posible para defender los ideales y las aspiraciones que son válidos para todas las culturas y todas las personas. ¡Qué el primer artículo de la Declaración de los Derechos Humanos se haga realidad en cualquier rincón del mundo!: “Todos los seres humanos nacen iguales y libres en dignidad y derechos.”
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