Haití un mes después: Amores de campamento

Haiti un mes después: Amores de campamento

Wilfredo no llevó este 14 de febrero a su novia Inés a pasear. En cambio, como casi siempre, le cantó aquel Después de ti, del grupo boliviano Octavia. Igual que en el primer cumpleaños de Inés juntos, Wilfredo se las dio de cantante y entonó aquello de Te acercas igual que el viento a acariciar mi piel, sueles encontrar la chispa que enciende el volcán. Esta vez el día del amor los agarró a la sombra de un árbol del pan y entre las casas de campaña de un campamento en Haití.

Cuenta Wilfredo que ambos se conocieron en el tercer año de la carrera de Medicina, se graduaron juntos, hicieron el servicio social juntos y ahora comparten emociones en esta tierra haitiana. “Llegar aquí ha sido una experiencia muy bonita. Además de que somos novios, los dos somos médicos, compartimos los mismos principios, tenemos las mismas ideas, y eso nos ha llevado a ir por la misma senda, imagino que vamos a encontrarnos en el futuro en el mismo lugar, donde haya un desastre, donde nos necesiten”.

Ayer y en campaña, Wilfredo bien enamorado le cantó a Inés. Le dijo cuánto la quería y que estaría con ella en los momentos más difíciles. Aunque de inmediato confesó: “Pero ella es más fuerte que yo, creo que es Inés quien me va a dar ánimo en Haití”.

Bara, de Mali (al centro), ayudaba este sábado en la consulta.

Wilfredo Chaparro es un joven boliviano graduado en el 2007 de la ELAM, que con todas sus energías dijo que quería venir a sanar aquí. Estaba acostado en su cama, allá en Santiago de Cuba, cuando sintió un leve temblor, ese mismo que supo luego mató con gran intensidad a más de 200 000 haitianos. “Enseguida averigüé, estaba loco por venir. Tenía la seguridad de que saldría la convocatoria para cumplir con esta misión. Presenté una carta donde escribí que estaba dispuesto a salir para acá en cualquier momento”. Y ya está Wilfredo aquí con su bata, forma parte del grupo de la ELAM que dio el sí.

Estaba haciendo la especialidad de Neurocirugía en Cuba, pero la detuvo pues, según dice, hoy apremian otras cosas. “Aunque la Neurocirugía es exclusiva del primer mundo, queremos romper con ese mito. Queremos que sea como la Medicina Interna, como la Ginecobstetricia, al alcance de todos.” Quizás en Haití lo logre, por ahora asegura, con evidente orgullo, “que se hizo médico en Cuba, y lo que soy es gracias a la Revolución cubana, tuve muy buenos profesores, no los puedo hacer quedar mal”.

Por lo pronto, este casi neurocirujano trae las manos ampolladas, dice que hace rato no cogía un pico y una pala. “Tengo el cuerpo molido, hemos estado el día entero dando pico y pala para hacer las letrinas y la ducha del campamento. Todos tenemos cayos, pero eso también nos crece como hombres”.

CAMPAMENTO CUBANO, LATINOAMERICANO, DEL MUNDO…

Cuentan los muchachos que la primera obra que levantaron en el campamento fue la ducha. Hasta allí nos llevaron enseguida que llegamos, todavía una rama de pino adornaba la puerta, o mejor dicho la cortina, como prueba de la reciente inauguración. Luego, y como gran trofeo, nos mostraron el hueco donde se levantará la letrina. Y ¿por qué tan grande?, preguntamos. “Aquí nadie sabe cuanto tiempo vamos a estar y hay que ser precavidos”.

Esta respuesta la dio la nicaragüense María Esther Betancourt, de la dirección del campamento, quien explica que como dice el trovador cubano allí lo tienen todo pensado. Eligieron a Amodou Sidibe, oftalmólogo de Malí, como jefe de la seguridad. Es el más grande y fuerte, y el de más pinta de guardaespaldas. También planificaron la guardia obrera. Tienen una epidemióloga que vela por la calidad de los alimentos. Dice María Esther que además “seleccionamos a quien se encargará de las comunicaciones, de racionalizar las llamada a nuestras familias. Acordamos cómo vamos a ahorrar el agua, el detergente, los alimentos… tenemos que tomar providencias”. Tanto es así que allí nada se bota, hasta los platos desechables tienen más de una vida útil.

Y como para no dejar nada fuera eligieron a quien estará responsabilizado con el banco de fotografías de estos días en campaña. De aquí a unos años, quizás a algunos les de gracia y hasta nostalgia, instantáneas como las captadas por nosotros: los varones lavando y tendiendo; el almuerzo de todos juntos y a la sombra de un árbol; el abrazo con Samuel, el haitiano que les prestó sin pedir nada a cambio el patio de su casa para plantar allí el campamento; las muchachas “metiéndole cabeza” al creole…

Así viven los médicos de la ELAM en el campamento de Leoganne, ubicado a unos 20 kilómetros de Puerto Príncipe. Provienen de seis países bien diferentes: Mali, Bolivia, México, República Dominicana, Belice y Nicaragua. Pero, como ellos mismos aseguran, son todos cubanos, latinoamericanos, en fin, del mundo. Y desde este lunes empiezan a sanar en este sufrido Haití.

LOS POR QUÉ Y PARA QUÉ

Los 50 muchachos que conviven en el campamento de Leoganne forman parte de la Brigada Médica Internacional Henry Reeve de la ELAM, que poco a poco arriba a Haití. Según el boliviano Wilber Barral, jefe de la tropa médica de Leoganne, trabajarán en la atención primaria. En pequeños grupos irán a los asentamientos improvisados para hacer pesquisas mediante las cuales determinar el número y ubicación de las embarazadas y los niños, también los enfermos de hipertensión y demás dolencias.

“En la comunidad queremos lograr que se sientan esperanzados con nosotros, sientan que venimos de otro país, de otro lugar, y específicamente de Cuba a ayudar, porque traemos este logotipo en la bata que dice Brigada Médica Cubana. Nosotros no venimos a reconstruir Haití, venimos a apoyar para que los propios haitianos reconstruyan su tierra. Queremos que nuestro Comandante Fidel se sienta feliz porque nosotros estamos aquí”.

De Chiapas, en México, es Néstor López, pero dice que han borrado las banderas, somos latinoamericanos, en estos momentos somos también haitianos y profundamente cubanos. “Vamos a darlo todo para que esa, nuestra Isla, quede bien”.

Estos muchachos también se incorporan desde hoy a la guardia médica del hospital de campaña de Leoganne, pues conforman un team médico de residentes en pediatría, neurología, oftalmología, anestesia, ginecobstetricia… que consolidarán las labores de este centro médico y ayudarán así a los médicos cubanos.

Aún sin comenzar a consultar, ya este sábado Bara Aliou, de Mali, asistió al primer haitiano. Pasaba por el hospital de campaña de los cubanos en Leoganne, cuando una doctora le dijo “neurocirujano, venga a ver este caso”. Yo me asusté primero, dice Bara, porque es una gran responsabilidad, pero vencí el miedo, pues en Cuba atendí muchos casos de trauma craneal. “Desde el día que vi en la televisión las primeras imágenes de la tragedia, yo dije por favor quiero ir a Haití, porque Haití es el África de América”.

Me dice Bara que su familia en Malí le dijo que si era revolucionario, como dicen que son los cubanos, tenía que venir a Haití. Entonces le inquiero: “¿Y tú, eres revolucionario de verdad?” Sin un segundo para respirar responde: “Por qué cree que estoy aquí, por qué cree que me visto así”. Bara llevaba una boina al estilo del Che con una bandera cubana en la frente, y de su cuello colgaba una imagen de su África querida.

Estos son los amores que abundan y crecen en los campamentos de la Escuela Latinoamericana de Medicina en Haití.

Por Leticia Martínez, enviada de Granma

1 Comentario »

  • Dental Health Insurance dijo:

    Me agrada haber visitado tu pagina. Me gusta el diseno y su contenido. Continua escribiendo. Buena suerte!

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