Sonó la alarma: precios de los alimentos y hambre

La situación es tal en estos momentos, que la FAO solicitó a Estados Unidos que deje de producir el etanol y lo dedique a la alimentación.

Por Juana Carrasco Martín, especial para la Mesa Redonda

El crecimiento notable de los precios de los alimentos esenciales para la humanidad ha hecho sonar la alarma sobre una nueva crisis, el hambre puede incrementarse. La sequía en los territorios centrales de Estados Unidos ha provocado el aumento de los precios en el maíz, la soya y otros granos esenciales.  En el Cuerno de África mueren cada día entre 100 y 130 niños, un flagelo provocado por las inequidades vigentes que aúpan quienes solo piensan en sus ganancias.

Efectos, causas, implicaciones de los precios de los alimentos como el trigo y el maíz  en la grave crisis alimentaria por la que atraviesa el mundo, estuvieron en el análisis que  los master Jonathan Quirós Santos y Blanca Munster Infante, especialistas del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial, realizaron este miércoles durante la Mesa Redonda A mitad de semana,  conducida por Randy Alonso.

El tema está a diario en los medios de prensa y en las declaraciones y posiciones de organismos internacionales y expertos de todo el mundo, cuando hay elementos climatológicos coyunturales que aceleran y condicionan situaciones establecidas por un sistema capitalista de producción y distribución de las riquezas que solo se ocupa de las ganancias de una minoría, la de las transnacionales.

¿Es la sequía en Estados Unidos la causa única de ese incremento de casi 50 por ciento de los precios del maíz y el trigo? Sí, coyunturalmente, y generalmente se esgrimen tres causas convencionales, pero que no van al fondo: la volatibilidad climática, los  bajos inventarios o reservas de granos esenciales como el maíz y gramíneas como el trigo, y la muy manipulada creciente demanda de estos alimentos por parte de China y la India con el mejoramiento de la calidad de vida de sus poblaciones.

Los precios del petróleo también influyen y para este año el barril debe mantenerse en los cien dólares, lo que implica mayor precio de los combustibles que inciden en los costos de la tracción en cultivo, cosecha, transportación y en la producción de los fertilizantes.

Además, el uso de los biocombustibles que ha alterado el proceso productivo y su fin, y no es casualidad que el maíz, producto deficitario en la mesa, sea la principal fuente para la producción de etanol en Estados Unidos, donde el 40 por ciento  de ese grano se utiliza con ese fin y no para el alimento humano o animal, contribuyendo a la crisis alimentaria mundial.

La situación es tal en estos momentos, que la FAO solicitó a Estados Unidos que deje de producir el etanol y lo dedique a la alimentación.

Otros procesos que se vienen desencadenando con la mayor demanda de alimentos, también  fueron puntualizados durante la Mesa Redonda, entre ellos el acelerado acaparamiento de las tierras y el tema del agua, teniendo en cuenta que la agricultura consume el 70 por ciento del preciado y vital líquido.

Los datos son elocuentes, entre 50 y 80 millones de hectáreas de tierra han sido compradas por inversionistas internacionales y la dos terceras partes son tierras de África subsahariana, la región más vulnerable en términos de seguridad alimentaria. El problema es que  la mayor parte de esas tierras se están dedicando a cultivos que son procesados para la producción de biocombustibles.

Es un  proceso corporativo que tiene expresión en mayor especulación en los mercados financieros con los precios, y también en la propiedad intelectual de las semillas transgénicas, en los insumos, en la tierra, el agua y en la comercialización de la producción, con transnacionales como Wal Mart, Starbuck y otras.

El modelo está siendo funcional  al capital  transnacional, se dijo en la Mesa Redonda, y tiene múltiples expresiones que se aceleran cuando se añaden otros factores coyunturales como las condiciones climáticas y los eventos meteorológicos.

Sin embargo, está desapareciendo el modelo de los cultivos tradicionales, miles de variedades de productos agrícolas y cultivos tradicionales, se elimina la biodiversidad y todo en función de una maximización de ganancias de las transnacionales.

La advertencia y la alarma llega desde varios puntos, y fueron expuestas las interesantes declaraciones de Peter Brabeck-Letmathe, presidente de la Nestlé, la mayor empresa alimentaria del mundo, quien vaticinó una crisis alimentaria peor a la de 2008 por la cantidad enorme de tierras dedicada a los biocombustibles, y dijo a un diario austriaco que la Organización de las N acciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha llegado a las conclusiones que él  ha venido repitiendo dede hace años.

La FAO, que ha alertado del incremento constante de los precios en los últimos dos años, especialmente de los cereales y el azúcar, solicitó recientemente a los Estados cambiar sus políticas sobre el biocombustible debido al peligro de una crisis alimentaria, que afecta  sobre todo a los países en desarrollo que dependen de la importación de esos productos para  alimentar a sus poblaciones.

EL MAYOR IMPACTO EN LOS PAÍSES POBRES

El presidente de Nestlé recordó que los más afectados por el incremento de los precios son los ciudadanos de los países más pobres, que dedican a la alimentación el 80 por ciento de sus ingresos.   Dijo que Europa puede aguantar la subida de los precios pero en  África y en amplias partes de Asia la situación es diferente.

Esto se ratificó por los panelistas, quienes consideraron que para incrementar las ganancias de los agronegocios y también de los grandes bancos inversores como Goldman Sachs, serán los pobres quienes paguen las consecuencias, se incrementará la poblacion pobre del mundo, la carente de agua, de los elementos básicos para la vida, la que sufre hambre y enfermedades derivadas de la falta de alimentación o de la desnutrición.

Para los países subdesarrollados la afectación será brutal, mientras grandes importadores están acaparando alimentos, están yendo a comprar para hacer reservas.

¿Quiénes son los que más sufren? En los segmentos poblacionales más afectados están las mujeres, que constituyen el 60 por ciento de los que más sufren, pero son tres los grandes grupos sociales donde el impacto del precio de los alimentos es más directo.

Paradójicamente, los primeros afectados son las poblaciones rurales, a pesar de ese discurso de que son los productores de los países pobres los que se van a beneficiar con los precios de los alimentos. De ejemplo está que el 90 porciento del arroz que se produce y exporta en el mundo es de Asia, uno de esos países es Tailandia, sin embargo, su población vive en condiciones muy difíciles de vivienda, de agua potable, de electricidad, y en parcelas de subsistencia.

Gran parte de esa población rural, de esos pequeños productores, están empobrecidos por un modelo de agricultura que es funcional al mercado internacional, pero que ha ido perdiendo toda la lógica de producción del pequeño productor.

En los años 60 gran parte de lo países menos desarrollados eran exportadores de alimentos de sus excedentes alimenticios, y hoy son importadores netos de alimentos, y también de petróleo.

Está el caso de México —que en la segunda parte de la Mesa Redonda se expuso gráficamente mediante Causa Justa, la serie de reportajes documentales que conduce la ex senadora colombiana Piedad Córdoba para Telesur, y que en esta ocasión trajo el capítulo 10 bajo el título México, sin maíz no hay país.

Precisamente una nación cuya cultura y pueblo primigenio está basada en el maíz, al punto de que en su cosmogonía son los hombres del maíz, el maíz fue la sustancia que dio origen a los hombres.

México,  gran productor de maíz, ahora lo importa de Estados Unidos, porque el Tratado de Libre Comercio ha hecho que los pequeños y medianos productores mexicanos no puedan competir con los precios de una producción subsidiada del poderoso país vecino, similar a lo ocurrido en el paupérrimo Haití, que era productor de arroz suficiente para alimentar a su población y ha perdido esa capacidad.

Se ha perdido la base alimentaria local en detrimento de un modelo  agrícola transnacional que va en contra de la diversificación de los cultivos autóctonos tradicionales, como la  yuca, el boniato, y ahora solo se piensa en cultivar la soya, el maíz para biocombustibles, el trigo y se pierden  esos productos de los pueblos originarios. Se ha establecido un modelo agrícola transnacional, cuando  la verdadera soberania alimentaria esta en la diversificación de sus productos tradicionales, de los pueblos originarios.
El segundo segmento afectado es la población pobre urbana , que vive mayormente en la informalidad, que carece de empleos seguros, que vive en la periferia de las grandes ciudades, y la mayor parte ha emigrado del campo empobrecido. Esta población tiene que enfrentar el encarecimiento al obtener sus productos de una red minorista suministrada por esas transnacionales del agronegocio. Mucha de esa población está integrada también por desplazados de los conflictos armados, que viven en campamentos de refugiados y sufren todas las carencias ya señaladas.

El tercer segmento son las mujeres, en un 60 por ciento afectadas por la malnutrición, lo que tiene mucho que ver con su rol en una sociedad aun patriarcal, donde realiza el trabajo no  remunerado de  atender a los hijos, al hogar, a la familia, y trabaja en el campo en condiciones muy difíciles, no son propietarias de la  tierra y tampoco se les paga por ello.

Hay que seguir también —dijeron los especialistas en la Mesa Redonda— lo que está sucediendo en la Eurozona, donde la crisis financiera y económica ha generado altos niveles de desempleo y de carestía de la vida con un proceso de empobrecimiento de hogares y familias que no cuentan con ingresos en suficientes en la llamada Europa del bienestar.

Resaltaron una situación que se está dando en estos momentos en el viejo continente, el  asalto de supermercados, por Robin Hood que dan luego los alimentos a los sectores pobres, como está sucediendo en España. Hay que seguir esos procesos de empobrecimiento en esos países más desarrollados y los movimientos sociales que están abriéndose paso.

INCONGRUENCIAS E IRRACIONALIDAD

También fue señalada la irracionalidad del modelo, en que junto al hambre de millones, se desperdicia y bota una cantidad de comida calculada anualmente en1 300 millones de toneladas. El volumen n que desechan los países  ricos, 220 millones de toneladas, es la misma cantidad  que se produce y no se consume en África subsahariana. Incongruencias e irracionalidades, una abundancia que les permite votar alimentos que no consumen.

Una posible cumbre del G20 con el tema de la alimentación está a  punto de convocarse, a pesar de que ese grupo de poderosos ha demostrado ser inoperante en muchas cuestiones, pero puede que lleguen medidas paliativas, la FAO pidió a Estados Unidos que no utilizara el maíz para producir combustible.

Por tanto, no es crisis del alimento, sino crisis del sistema, y estan reaccionando con alarma el Banco Mundial y el Fondo Monetario Inernacional porque no habían pronosticado este aumento inesperado y acelerado de los precios en este año.

Por otra parte, esos organismos, esos estados poderosos, siguen anclados a la visión de que el problema tiene que ver con la mayor producción de alimentos, pero muy desconectados de la distribución de la riqueza y del ingreso, en un análisis muy  poco realista.

Cuando el patrón es la ganancia de una minoría a costa de la mayoría de la población, no se puede garantizar la seguridad alimentaria.

Las políticas deben andar por el logro de la verdadera soberanía, que sean las naciones las que decidan qué producir, cómo y en que calidad y cantidad. Se  trata de mayor producción y disponibilidad de alimentos, de la distribución de la riqueza y del ingreso, lo que no puede  realizarse con justicia en el capitalismo.

No se puede garantizar la seguridad alimentaria mientras una minoría decide qué se va a producir y quién se va a alimentar, la seguridad pasa por la soberanía de las naciones que deben decidir en ese tema.

El crecimiento notable de los precios de los alimentos esenciales para la humanidad ha hecho sonar la alarma sobre una nueva crisis, el hambre puede incrementarse.

La sequía en los territorios centrales de Estados Unidos ha provocado el aumento de los precios en el maíz, la soya y otros granos esenciales.

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