Embajador venezolano en España: «¡Hay razones para celebrar!»
Venezuela está a pocas horas de unas elecciones presidenciales históricas y ya tenemos razones para celebrar. Y no hablo de los resultados, para los cuales tendremos que esperar a la jornada electoral que estoy seguro será ejemplar este 7 de octubre, sino de las positivas condiciones nacionales e internacionales, políticas y socioeconómicas en las que mi país llega a este décimo sexto proceso electoral, desde que el presidente Chávez fue electo por primera vez en 1998.
Primero que nada es innegable la consolidación de las instituciones democráticas venezolanas. Empezando por el Poder Electoral, el ente independiente que rige las elecciones en mi país y que hoy me enorgullece decir que es un ejemplo para el mundo. El Consejo Nacional Electoral (CNE) no solo ha alcanzado 100% de automatización, sino un nivel incuestionable de transparencia y garantías de seguridad, que van desde la emisión de papeletas en el momento que se registra el voto electrónico, hasta la realización de 17 tipos de auditorías en presencia de técnicos y de representantes –para el caso particular de estas elecciones— de las 687 organizaciones de la sociedad civil acreditadas como observadores nacionales, así como de los 200 acompañantes internacionales invitados a participar. Un sistema electoral que además ha alcanzado tal nivel de reconocimiento en el país que los distintos partidos políticos, incluyendo los de la oposición, lo vienen usando para sus elecciones internas. No en vano organizaciones como el Centro Carter o la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) han resaltado la transparencia y garantías de nuestro sistema electoral. Ya lo decía el portavoz para Iberoamérica del PSOE en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso, Francisco González, (quien asistirá junto con otros parlamentarios del PP y el PSOE como acompañante internacional a estas elecciones) en una reciente visita a nuestro país, “la opinión tanto de las organizaciones políticas, como de los periodistas con los que hemos venido a hablar es que la fiabilidad del sistema es un denominador común”. Ésta es, sin duda, la primera razón para celebrar, después de años en los que el país tuvo que soportar aventuras antidemocráticas de sectores económicos y políticos de Venezuela, que llegaron al extremo del golpe de Estado de 2002 y el sabotaje petrolero de 2002-2003, con sus graves costos humanos y económicos.
Pero, además, hablamos de una economía que superó la crisis financiera mundial rápidamente y ha crecido sin parar los últimos 9 trimestres (5,6% en lo que va de año), dando signos de estabilidad, según los datos de organizaciones como el Banco Mundial o el estadounidense Centro de Investigación en Economía y Política (CEPR), por los bajos niveles de deuda en relación al Producto Interno Bruto (alrededor de 20%), el nivel de reservas internacionales (cerca de 30 mil millones de dólares), el superávit de la balanza comercial, el bajo desempleo (alrededor de 7%) y la creciente capacidad para controlar la inflación (cuyo acumulado este año es 9,8%). Un país sobre el cual organismos internacionales, como la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) o la Organización Mundial de la Salud (OMS), reconocen ha logrado disminuir la pobreza alrededor de 50%, convertirse en el menos desigual de Latinoamérica, disminuir la subnutrición y la mortalidad infantil en más de 50% e incrementar el número de pensionados en más de 500%. Y no se trata de negar los retos que todavía quedan por superar, sino de reconocer los importantes logros alcanzados. Quizás el mejor resumen de estas mejoras socioeconómicas del país lo refleja el que Venezuela sea el tercer país del mundo que más puestos ha escalado en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) del Programa de Desarrollo de las Naciones Unidas (PNUD) (7 puestos entre 2006 y 2011).
A esto se suma además el positivo papel que Venezuela viene jugando en el proceso de integración latinoamericano ratificado con la consolidación de la Unasur (que para estas elecciones envía su primera misión de acompañamiento electoral), la reciente fundación en Caracas de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), y por supuesto, el reciente ingreso como miembro pleno de mi país al Mercosur, por nombrar sólo algunos hitos.
Sin embargo, este panorama tan positivo que nos muestra la realidad, y confirman los datos y organismos internacionales, contrasta con la cobertura desequilibrada que se viene haciendo desde los principales medios españoles. Y no es que me sorprendan las líneas editoriales ya conocidas de los grupos empresariales que controlan los grandes medios de comunicación en este país. Más bien me impacta la forma desbalanceada de la cobertura sobre la realidad venezolana, ignorando informaciones y distorsionando otras, con un desequilibrio absoluto de las fuentes, los opinadores y/o abusando del anonimato, claramente para desprestigiar a un candidato y crear la imagen que se desea para el “suyo” y convirtiéndose, así, en parte activa de la campaña electoral venezolana. Esto ha llegado al punto que se ha optado por privar al público español deliberadamente de informaciones útiles, ocultando las encuestas de prestigio para favorecer a un candidato. Este manejo sin ética de la información ha sido especialmente notable en un diario español que se autodefine como equilibrado, El País, pero que en la cobertura venezolana parece tener su posición tomada, como lo expresó ya una vez sin miramientos en su editorial del 13 de abril de 2002, cuando justificó el Golpe de Estado contra el presidente Chávez diciendo “la situación ha adquirido tal grado de deterioro que este caudillo errático ha recibido un empujón”.
La verdad es que ni estos medios españoles, ni los venezolanos (que siguen en más de 80% en manos privadas vinculadas a la oposición, aunque algunos no quieran admitirlo) podrán ensombrecer las razones para celebrar. Nunca hemos tenido un contexto nacional e internacional tan positivo de cara a unas elecciones, y ya todo está listo para la ejemplar fiesta democrática que tendrá Venezuela este 7 de octubre. 18.903.143 ciudadanos venezolanos podrán ejercer su derecho al voto ese día, 100.495 en el exterior (0,53% del padrón electoral) y de estos 20.306 en España (0,10%). Estos datos nos enorgullecen, además, porque en un país donde el voto no es obligatorio, hemos logrado que se registre el 96,5% de los ciudadanos en edad de votar. Sólo en la jornada especial de inscripción que se hizo en los 9 meses anteriores al corte del padrón para estas elecciones se inscribieron 1.451.959 electores (89% jóvenes entre 18 y 25 años). En España nada más se incrementó el padrón electoral de 2006 a 2012 en 130% y hay que recordar que el voto en el exterior en Venezuela comenzó apenas en 1998. Por todas estas razones, mi llamado es a que se respete la voluntad del pueblo venezolano que se expresará el día de las elecciones y que todos los que tengan talante democrático acompañen a mi país en esta importante fecha con el optimismo que auguran los logros alcanzados. Sin duda, el 7 de octubre será un día de fiesta para la democracia venezolana… ¡Hay razones para celebrar!
(Con información de CubaSi)
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