Echarle prudencia al fuego

Precaver los incendios forestales no puede ser una palabra de orden exclusiva para los integrantes del Cuerpo de Guardabosques, que este 10 de abril arriba a los 54 años de creado, y otras fuerzas profesionales o eventuales que se movilizan cada año para proteger tan diversos patrimonios, cuando basta apenas una negligencia para verlos reducidos a cenizas en pocas horas.

«Cada día es necesario conjugar ese verbo, porque los perdedores somos todos». Así nos lo recuerda Roberto Leyva Oconor, jefe del Cuerpo de Guardabosques en Santiago de Cuba, quien agrega que tales siniestros, además de causar daños ecológicos o al medio ambiente, casi siempre van acompañados de perjuicios a las propiedades de las personas, la economía y a la salud humana.

Teniendo en cuenta la frecuencia con que suceden históricamente esos eventos, las especies forestales predominantes y la considerable cantidad de restos de árboles depositada tras los embates del huracán Sandy, durante la presente campaña de prevención fueron declarados en máxima alerta 26 municipios pertenecientes a cuatro provincias orientales.

En total, entre Santiago de Cuba y sus vecinas de Holguín, Granma y Guantánamo, abarcan casi un millón de hectáreas de bosques considerados en la categoría de muy peligrosos, de acuerdo al grado de resistencia que poseen a la combustión.

Buena parte de estos coinciden en los macizos montañosos de la Sierra Maestra o el Nipe-Sagua-Baracoa, pero comprenden otras áreas vulnerables como los manglares, en zonas bajas costeras, donde conviven familias, ya sea de forma aislada o en pequeños núcleos poblacionales.

Información suministrada por el Departamento de Manejo de Fuego de la Jefatura Nacional del Cuerpo de Guardabosques, indica que en 2012, en la provincia de Holguín, tuvieron lugar 51 incendios forestales, 40 en Granma, 20 en Santiago de Cuba y 15 en Guantánamo. Como consecuencia de esos siniestros se afectaron 1 292,44 hectáreas.

Santiago no quiere arder

«Todos los municipios santiagueros están decretados en riesgo extremo. El área que protegemos alcanza unas 211 000 hectáreas. El trabajo es duro. Según cálculos, la carga combustible concentrada es de aproximadamente 104 toneladas por hectárea. Aunque se ha acopiado bastante, somos conscientes de que es imposible recoger todo el material. Por demás, son muchos los caminos de montaña que quedaron obstruidos», apunta Leyva Oconor.

Entre las áreas de mayor peligrosidad figuran La Gran Piedra, Segundo Frente, Las Coloradas, San Luis y Mella, donde se aseguran acciones como la construcción de trochas y franjas verdes para impedir la propagación del fuego.

Son diversas las decisiones adoptadas. Las nueve brigadas de ese Cuerpo, destinadas en igual número de circuitos, recibieron adiestramiento, juntamente con sus homólogas de varias entidades.

«Los medios y equipamientos necesarios se distribuyeron. En caso de alarma podríamos disponer de más de cien trabajadores eventuales y otros 160 voluntarios, organizados entre la población cercana a las áreas de riesgo. A ello se suma el respaldo del Cuerpo de Bomberos, Criminalística, la PNR y demás departamentos de aseguramiento del Minint», asevera el jefe de los guardabosques santiagueros.

«La divulgación por los medios de comunicación se incrementó. Sostenemos frecuentes intercambios de información con quienes trabajan la tierra, pero todo esto es insuficiente. Se trata de actuar con una actitud impecablemente responsable y ética a la hora de hacer cualquier uso del fuego. La exigencia y el control deben mantenerse a tiempo completo», afirmó la joven Amilka Salmón Chacón, especialista del Cuerpo de Guardabosques en Santiago de Cuba.

Cambiar la mentalidad

«Es una costumbre de la mayoría de los fumadores lanzar la colilla del cigarro encendida. Pocos se detienen a apagarla, antes de lanzarla por la ventanilla de un auto, o cuando caminan lo mismo por el campo que por una carretera. Es algo en nuestro comportamiento que debiéramos cambiar. Evitaríamos mucho dolor».

De esa forma reflexiona Héctor Torres González, jefe del circuito de Guardabosques de Pinares de Mayarí, en el municipio holguinero del mismo nombre, y que junto a los de Báguano, Antilla, Banes y Cueto fueron de los más afectados por Sandy.

Asentado en áreas del Parque Natural La Mensura, como su nombre lo indica, en Pinares abundan las coníferas. El modelo de propagación del fuego en ambientes de este tipo se considera como muy violento. Las velocidades de propagación y longitudes de las llamas son altas y facilitan la transición al fuego de copas.

Cualquier escenario de este tipo, sin distinción de magnitud, significa un impacto perjudicial invaluable para el medio ambiente y la posible ruptura del equilibrio ecológico en esas áreas.

Según Jorge Aguilera Rodríguez, técnico integral en ese mismo Cuerpo, aunque la evaluación exacta de los daños ocasionados por el huracán Sandy al patrimonio forestal de Pinares no puede darse por concluida, se estiman en aproximadamente 30 000 metros cúbicos de madera, sin contar otros miles bajo la responsabilidad de organismos como Flora y Fauna, el Minag y el Citma.

El amontonamiento de este material en descomposición es como un explosivo dormido, a lo cual se unen otros factores críticos como la sequía, vientos fuertes y altas temperaturas, en una región donde confluyen barriadas intrincadas como Arroyo Seco, Vivero Dos, Pueblo Nuevo o La Mensura.

Las altas temperaturas han sido causa frecuente de incendios en Pinares; sin embargo, una negligencia como la falta de matachispas en los sistemas de escape de vehículos y maquinarias es un peligro enfrentado cotidianamente.

La batalla contra los incendios forestales compete hoy a los 14 municipios de la provincia de Holguín, cuyo patrimonio asciende a unas 399 000 hectáreas de bosque, refiere Julio Antonio Ramírez Quezada, segundo jefe del Cuerpo Provincial de Guardabosques.

Aunque el municipio de Mayarí es el más afectado, otros cuatro circuitos propensos a incendios forestales se mantienen en estrecha vigilancia. Estos son El Purio, también en Pinares; Naranjo Agrio, en Sagua de Tánamo; La Melba, en Moa, y Colinas Verdes, en la ciudad de Holguín.

«Si importante es nuestra vigilancia, no menos lo es la cooperación de las organizaciones de masa, de la población, de los visitantes a esta zona y de los turistas», acotó Torres González.

Sepa usted, amigo lector, si aún no está convencido de ello, que el mayor por ciento de los incendios originados en las áreas rurales es evitable. El pasado año en el país ocurrieron 421 de tipo forestal, 375 de estos durante el período más crítico, entre los meses de enero a mayo. El 89 por ciento de las causas que los provocaron se relacionan con negligencias.

(Por Héctor Carballo Hechavarría, Diario Juventud Rebelde)



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