En Martí está la nación cubana (+ Fotos y Video)
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaicoa
Hace 120 años, en la confluencia de los ríos Cauto y Contramaestre, caía José Martí en su primer combate contra fuerzas del ejército español. Aquel acontecimiento marcó su ascenso definitivo a la inmortalidad. Por ello este 19 de mayo, varios notables historiadores dialogaron en la Mesa Redonda, con una pasión desbordada, del más completo de los cubanos.
René González, presidente del Instituto de Historia de Cuba, fue en su recuento apasionado hasta Playitas de Cajobabo, lugar sagrado de la Patria que tiene un magnetismo tremendo. “Recuerdo siempre la imagen del Comandante, cuando con una bandera cubana en sus manos, de noche miró al mar como imaginando el desembarco del Apóstol, en el centenario del arribo del Héroe Nacional y Máximo Gómez, quienes llegaron desde Cabo Haitiano para incorporarse a la guerra que desde el 24 de febrero ardía en Cuba contra el dominio español.
El hombre de La Edad de Oro regresaba después de una ardua labor en el extranjero para recaudar recursos y aunar voluntades a la independencia cubana. El Generalísimo se sumó a la lucha por un pueblo hermano, siguiendo sus convicciones libertarias y de justicia. Junto a ellos también desembarcaron los brigadieres Paquito Borrero y Ángel Guerra, el coronel Marcos del Rosario y el capitán César Salas.
Después pernoctaría el Apóstol, durante 20 jornadas, en 13 improvisados campamentos en zona guantanamera, y en la primera semana del trayecto, específicamente el 15 de abril, fue ascendido a Mayor General del Ejército Libertador, grado máximo de la Revolución independentista.
De la entereza de este gigante, Máximo Gómez anotó en su diario el 14 de abril: “Nos admiramos los viejos guerreros, acostumbrados a esas rudezas, de la resistencia de Martí, que nos acompaña sin flojera de ninguna especie, por estas escarpadísimas montañas”.
Rolando Rodríguez, premio nacional de Ciencias Sociales, nos llevó hasta el 19 de mayo de 1895. “El día antes había escrito la famosa carta inconclusa a Manuel Mercado, que desdichadamente desapareció. Yo encontré el informe sobre los hechos de Ximénez de Sandoval, que era muy buen militar. Había sido herido en varias ocasiones, había estado en montones de combates, y lo mandan a Ventas de Casanova. Cuando le dicen por dónde estos mambises escapan, él saca la cuenta y a las 4 de la mañana ordena a la tropa a marchar y va en busca de Camorra, con disposición a combatir. Encontró a un jinete que llevaba unos documentos de Martí pidiendo que le compraran unos víveres, y después que lo aprietan confesó dónde estaban Masó, Gómez y Martí. Pero se da cuenta que su tropa está cansada y hace un perfecto semicírculo a orillas del Contramaestre.
“Martí, quien está en los predios de José Rosalía Pacheco, espera a Gómez, que fue a cazar a Ximénez de Sandoval. Él está en el campamento y recibe a Masó, pero Gómez le manda la orden de que acampe y espere. Llega el teniente Álvarez, de la tropa de Masó, y dice que ha sentido tiros para la zona de Dos Ríos. Gómez le dice entonces a Masó que lo siga hasta la llanura de Dos Ríos, y a Martí que se retire al campamento, pero aquello para el Delegado era un insulto, porque cómo él va a convocar a la guerra y luego no va a ir al combate.
“Martí aguantó el caballo. Gómez sigue y no advierte que el Apóstol está en el campo de batalla. Le dan tres tiros y cae entre un dagame y fustete. Ángel de la Guardia trata de salvarlo. Está a 50 metros de Martí. Monta en el caballo y se acerca a Gómez y le dice que han matado al Presidente. Gómez se atormentó, porque no podía haberlo dejado solo.
“Todo el mundo me dice que qué hacía Martí en un caballo blanco, pero Baconao se lo había regalado José Maceo, y él lo adoraba y, además, él sabía montar a caballo, lo había hecho desde niño. Conversando con Fidel sobre este tema, él tenía la duda de que si estaba siempre de chamarra, por qué estaba vestido con un bombín, un saco oscuro y un pantalón claro ese día, hasta que el Comandante me dijo una cosa que me dejó conmovido: Martí era muy escrupuloso y había mandado a lavar la ropa, y como solo tenía dos mudas, por eso ese día llevaba esas piezas puestas”.
Sobre la tesis que algunos se han atrevido a esgrimir de que Martí se suicidó, Rolando Rodríguez recordó lo que en una ocasión le precisó Cintio Vitier: quien se va a suicidar no invita a otro a morir, y Martí le dijo a Ángel: “Joven, vamos a la carga”. Además, el Apóstol era demasiado fuerte, había salido de todas las amarguras, como para que vengan a decir que se fue a suicidar a Dos Ríos.
El profesor Antonio Álvarez Pitaluga, vicedecano de la Facultad de Historia de la Universidad de La Habana, se detuvo en la trascendencia que tuvo la muerte de este gran hombre. “Fue un impacto con efectos múltiples, es algo que va en larga duración, hasta provocar una crisis política en el seno de la guerra del 95. La guerra comenzó a ganarse una y otra vez, hasta el jaque a los españoles, pero luego se da el oportunismo de la intervención, y el ejército no estaba debilitando en el orden militar, pero sí en el político.
“Gómez había sido partidario de protegerlo, no solo porque era José Martí, sino por su grandeza como dirigente. Ya el Generalísimo había visto caer a dirigencias revolucionarias y sabe de su impacto. Quizá José Martí tiene en Gómez a la persona que más alcanza a comprenderlo, aunque su pensamiento está en clave. El propio Martí no logra defender sus ideas, su muerte temprana impide la expansión de lo que hoy denominamos Programa Martiano.
“El Héroe Nacional había contribuido con el entendimiento de valor extraordinario de que la Revolución implica un cambio social y una transformación estructural. La inmensa mayoría de los independentistas entienden que la Revolución es la liberación de España, y él va más allá, y eso es más importante, porque permite que las fuerzas antiradicales no hegemonicen la Revolución. Hay que entender esto desde su complejidad extraordinaria. La gran capacidad intelectual y orgánica de Martí le ha permitido entender que hay que deconstruir el mundo neocolonial y crear un mundo nuevo”.
Sobre las circunstancias que lo llevaron a la muerte, añadió que Gómez le pide que no vaya al campo de batalla, pero no se le puede impedir al hombre grande de la Revolución que entre, de la cara y no participe.
También precisó que la muerte la da la condición de un mito, aunque en un principio los grandes mitos están en Gómez y Maceo. Esa condición la alcanzó en el siglo XX, hasta que alcanza su colofón como guía ideológica en los 50. Sin embargo, hubiera sido muy necesario que aquella muerte no hubiera sucedido.
Para el Doctor Pitaluga, Martí es una especie de oráculo: vas a él y encuentras las directrices de la nación cubana.
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