Ante la violencia crece la indignación
Por: Pau Morata y Lourdes Domenech, El País, España
A través de la televisión he visto la saña con que unos guardias urbanos bien tapados y al parecer con sus placas de identificación ocultas se han aplicado en golpear a los jóvenes y no tan jóvenes indignados reunidos en la plaza de Cataluña. Violencia gratuita, con casos de manifiesta brutalidad. Violencia gratuita y provocadora de posibles respuestas violentas que permiten maquillar y “justificar” el uso de la violencia.
No es de extrañar después del mensaje que el futuro alcalde Trías envió al alcalde en funciones, Hereu, alentándole para que le deje “limpia” -pero no de suciedad, sino de manifestantes- la plaza. Esa misma plaza en la que esa misma guardia urbana permite pasivamente que orinen turistas borrachos, que actúen impunemente los trileros y carteristas y que los violentos antisistema -nada que ver con los pacíficos indignados- destrocen escaparates y saqueen tiendas.
Hereu, Trías, Puig, jefe de los Mossos y jefe de la Guardia Urbana deberían dimitir por esos comportamientos casi anónimos por inidentificables de violencia y saña policial contra resistentes pacíficos, unos comportamientos impropios de una democracia real, aunque no de esta irreal. Contra la saña policial y la desvergüenza política, como dijo el poeta en otros tiempos, “nos queda la palabra”… y crece la indignación.- Pau Morata. Barcelona.
Mi hijo lleva rastas. No tiene perro. Pero sí unos principios muy sólidos: defender la libertad y la justicia. Ha estudiado y sigue luchando por forjarse un futuro. En verano trabaja jornadas de 10 horas para pagarse los estudios en la capital. Lleva a cabo acciones solidarias con varias ONG. Además, sabe historia y conoce las causas y las consecuencias de los principales hechos históricos que marcaron el siglo XX. Y, porque sabe historia, es uno de los jóvenes que apoya la acampada y ha defendido la resistencia pacífica a lo Gandhi. Lo que más lamento es que en el desalojo de la plaza de Cataluña aprendiera una de las peores lecciones de su vida. Defensor de la libertad de voto, ha visto cómo, pasadas las elecciones, nada importa a los políticos más que mostrar su fuerza. Esta lección no debería habérsela enseñado nadie. Y menos en un país demócrata.- Lourdes Domenech. Blanes, Girona
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