Nunca te despediremos Fidel
Cómo volcar en verbo avezado lo que sienten millones de cubanos que ven en ti, entrañable Fidel, a un padre más allá de las dimensiones humanas, cómo se explica el cariño y la gratitud de un pueblo entero al que le enseñaste el verdadero valor de la libertad.
Cómo decirte, líder de todos, Comandante, guía de los pueblos, lo que sentimos tus hijos cuando tuvimos frente a nosotros las cenizas de tu cuerpo, cenizas desde las que resurgiste en ese mismo instante en la conciencia y el corazón de cada cubano digno, agradecido y comprometido con la obra que tú nos legaste.
La Revolución es de todos y todos la defenderemos, sin límites generacionales, porque en ese último abrazo paternal uniste al anciano que siguiendo la luz de tus ideas subió hasta las alturas de la Sierra Maestra, organizó múltiples acciones desde el anonimato de la clandestinidad o sencillamente salió a recibirte y apoyarte cuando entraste triunfal el primero de enero de 1959.
Ahí estaban los miles de hombres y mujeres que sin importar el riesgo de su propia vida llevaron en alto el farol y la cartilla a lo largo y ancho de la Mayor de las Antillas para que no quedase nadie que no supiera leer y escribir.
Hasta allí llegaron los jóvenes, en los que siempre confiaste y jamás te defraudarán, los pioneros y decenas de pequeños que en los brazos de sus padres reclamaban el beso de abuelo que el tiempo les negó.
Muchas son las anécdotas recogidas por estos días, el campesino que te agradece la oportunidad de estudiar una carrera universitaria, la madre que debe a tu altruismo la vida de su hijo y el hombre que logró reivindicar su camino gracias a los programas que impulsaste, pues en la Cuba de hoy todos cuentan.
Nunca te despediremos Fidel y ten por seguro que cuando un viajero llegue a Santiago de Cuba no preguntará dónde se come o se duerme, sino cómo se va hasta Santa Ifigenia, donde nos esperarás junto a Martí para continuar enrumbándonos en este mundo. Hasta la Victoria Siempre padre, amigo.
(Con información de ACN)
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