Un 13 de abril glorioso
Mientras tanto, afuera y mucho más allá del palacio de Miraflores, un pueblo decidido a defender sus derechos y sus logros y sobre todo a su Presidente, quien desde aquel “por ahora”, le había sembrado en el alma la semilla de la esperanza, que empezaba a germinar y no estaba dispuesto que unos traidores de la patria, impidieran su crecimiento; de ahí los gritos de alegría, cuando se supo que El Comandante ya estaba en camino y que pronto estaría para abrazarse a su pueblo, que desde ahí, entendió, que jamás debe abandonarlo, porque después de más de cien años, por primera vez estaba mandando en Miraflores alguien que los entendía, que hablaba como ellos y que era de ellos.