El buque guardacostas Smetlivi clasificado por la OTAN como destructor, perteneciente a la Flota del mar Negro de la Armada rusa, abandonó este lunes el puerto sirio de Tartus para llevar a cabo una serie de misiones frente a las costas de Siria, informó una fuente militar. Tras zarpar el pasado 1 de abril desde la base de Sebastopol, el navío atracó tres días después en Tartus, donde Rusia mantiene una base logística para operaciones navales y donde Smetlivi se reabasteció de agua, combustible y víveres.

Siria advirtió que aceptó cumplir el plan del enviado especial de la ONU, Kofi Annan, si se respeta su soberanía y se garantiza el desarme de los grupos que desatan la violencia armada y terrorista en el país. Sin embargo, Annan no ha ofrecido garantías por escrito de que los grupos armados hayan acordado detener la violencia, como tampoco que Catar, Arabia Saudita y Turquía se comprometen a detener su financiamiento y el suministro de armas, recalca una declaración de la Cancillería, divulgada hoy por medios nacionales.

Hay pruebas de que los grupos opositores al Gobierno sirio usan armas de origen israelí, según afirmó el embajador sirio en Rusia, Riyad Haddad, en una entrevista concedida a la agencia de noticias rusa Interfax. El diplomático afirma que las autoridades sirias han encontrado “armas y equipamiento de producción israelí; tienen inscripciones en hebreo”. Asimismo señaló que saben perfectamente que la oposición recibe armas de Turquía y del Líbano.

El Presidente Hugo Chávez en llamada telefónica al canal estatal Venezolana de Televisión dijo que conversó por teléfono con su homólogo sirio, Bashar Al-Assad, quien le explicó la situación que se vive en Siria, donde rebeldes opositores generan graves situaciones de violencia en ese país. Destacó que brindó su solidaridad al presidente sirio, debido a las intensas presiones por parte del imperialismo yankee que tiene que enfrentar un Gobierno legítimo.

El representante sirio ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Bashar Jaafari, denunció el jueves que Catar, Arabia Saudí, Turquía y las potencias de Occidente intentan minar la ejecución del plan de paz presentado por el emisario conjunto de la ONU y la Liga Árabe para el caso sirio, Kofi Annan, cuyo objetivo es poner fin a la violencia en Siria.

Hace nueve años, cuando éramos testigos directos, desde la embajada de Cuba en esa capital árabe, de la criminal guerra desatada por el sioimperialismo, para deponer uno de los gobiernos que no se había sometido a sus intereses y que formaba parte de listado de siete países a atacar en la región –dado a conocer en posterior entrevista por el Gral. Wesley Clark–, no podíamos imaginarnos, aún por muchos ejercicios de futuros escenarios que hiciéramos, que la situación se movería en la dirección que lo ha hecho.