La segunda mujer más longeva del mundo vive en Cuba
Sus piernas, no faltaba más, casi no sostienen su cuerpo frágil, pero su mente está alerta. Lúcida, plenamente consciente, no pierde detalle de lo que sucede a su alrededor, las señales de la vida cotidiana, la memoria familiar y cada domingo disfruta el sustancioso caldo que le envía con puntualidad meridiana su sobrina Leticia.