¡A la escuela hay que llegar puntual!
Primero de septiembre. Suena el reloj y de un tirón están todos de pie. Aunque después la rutina lo vuelve un procedimiento común, el ajetreo de la primera jornada de clases es como una fiesta que se espera con sueño ligero y ansias nerviosas, como cuando se aproxima un acontecimiento importante, un viaje de esparcimiento, la visita de un ser querido que hace tiempo no se ve, y hasta un amor: con las típicas y bienaventuradas mariposas en el vientre.