¿Es la honestidad un valor en desuso?
La honestidad no es un hecho abstracto. Aunque habite en la espiritualidad de los seres humanos, se corporiza en los actos cotidianos, en la consecuencia de la conducta, en el hilo de la vida. Y llega a ser tan palpable y necesaria, que si se quiebra se avizora una erosión abrupta en la sociedad. Por ello se impone salvarla, ponerla a buen recaudo, porque como decía mi abuelo, con esa sabiduría moral que antepuso a cualquier difícil coyuntura: “Se puede ser pobre, pero no deshonesto”.