Hart fue un verdadero fundador. Como ministro de Educación del primer gabinete revolucionario, dirigió la Campaña de Alfabetización y la admirable obra educacional y cultural que transformó a nuestro país en aquellos años inaugurales. Una década después, asumió la dirección del recién creado Ministerio de Cultura, desde donde rectificó errores y distorsiones, restauró la comunicación con la vanguardia intelectual, impulsó la enseñanza artística y diseñó un sistema institucional que convirtió al pueblo en protagonista de los procesos culturales.