La muerte de Troy Anthony Davis estaba programada para el pasado 21 de septiembre a las 7 de la tarde. Ese día me encontraba informando desde las inmediaciones del “Corredor de la muerte”, en la prisión de Jackson, Georgia. Estábamos expectantes, aguardando novedades sobre si la Corte Suprema le perdonaría la vida. Davis fue condenado a muerte por el asesinato del oficial de policía de Savannah Mark MacPhail, ocurrido en 1989. Siete de los nueve testigos civiles se retractaron de sus declaraciones o cambiaron luego su testimonio, y algunos incluso afirmaron que dieron testimonios falsos tras sufrir intimidación policial. Uno de los dos testigos que no se retractaron de su testimonio es el hombre al que muchos señalaron como el verdadero autor del homicidio. No hay pruebas materiales que vinculen a Davis con el hecho.