El pesaje de los productos en el mercado
La certeza de que el producto estaba bien pesado lo hacía sentir feliz. Marchaba a su casa como un héroe porque le había reclamado al vendedor del agro los tres cuartos de libra que olvidó “en un descuido”. Pero él lo tenía todo bien pensado. Sabía que lo que nunca podía dejar en casa eran la jaba y la pesita de 12 libras, así que no lo cogió desprevenido.