De conquista de pueblo fue calificada hoy la Campaña de Alfabetización de 1961, en el espacio televisivo de la Mesa Redonda, dedicada al aniversario 50 de esta epopeya, destinada a erradicar la ignorancia en toda Cuba.

La doctora Berarda Salabarría, responsable entonces de la Sección Técnica de la Comisión Nacional de Alfabetización, subrayó que los esfuerzos por llevar las letras a todos los rincones de la geografía insular no fue un hecho fortuito y sí un sueño gestado en la Sierra Maestra.

Señaló el discurso del Comandante en Jefe Fidel Castro, líder histórico de la Revolución Cubana, en la Organización de Naciones Unidas, el 26 de septiembre de 1960, como el punto de partida para la gran movilización culminada un año después.

Yo crecí con el orgullo de haber estado entre ellos con apenas 15 años; me preparaba entonces para ingresar en la Escuela Normal de Maestros de Santa Clara, pero los planes de estudio cambiaron, y de la noche a la mañana me hallaba dándole curso a mi vocación en un intrincado campamento de montaña para la formación de maestros primarios en la zona de San Lorenzo, Sierra Maestra. Allí comenzó mi historia como alfabetizador.

Fernando Martínez Heredia, Premio Nacional de Ciencias Sociales, afirmó hoy aquí ser hijo de la Revolución Cubana, durante la presentación de su libro La crítica en tiempo de Revolución, de la editorial Oriente. Martínez Heredia, director del Centro de Investigación Cultural Juan Marinello, expresó su deseo de que el texto sea útil a los jóvenes cubanos y recordó que el triunfo revolucionario de 1959 le cambió definitivamente la vida y lo involucró para siempre en los destinos del país.

Así personaliza el poeta Manuel Navarro Luna a quien ganara el mote de “Titán de Bronce” por el color de la piel, la fortaleza física y la resistencia que mostraba ante las heridas de bala y arma blanca, quien derramara su sangre por la libertad de nuestra patria. La férrea disciplina en que lo había educado su madre, Mariana Grajales, morena liberta (como le llamaban a los negros que de alguna forma habían alcanzado su libertad) apoyada por el padre, Marcos Maceo, de quien heredó la maestría en el manejo de las armas y buena administración de los recursos, lo llevó a ser Mayor General del Ejército Libertador Cubano.

El dos de diciembre de 1956 ocurrió un pasaje de la historia de Cuba que los hijos de esta nación admiran. A los pequeños de la casa les atrae porque se habla de un barco, del mar, de travesía y de hombres que se enrolaron para crear un mundo nuevo “con todos y por el bien de todos” como quería José Martí. En un discurso pronunciado el dos de diciembre del 2005 en conmemoración de la efeméride, el líder de la Revolución cubana Fidel Castro recordó: “Como es conocido tras el desembarco y a pesar de los primeros reveses, la lucha se extendió rápidamente a cada rincón de nuestros campos y ciudades.”

Era 30 de noviembre de 1956 cuando los combatientes de Santiago de Cuba y algunas zonas de Guantánamo, empuñaron sus armas para atraer la atención de las fuerzas del régimen de Fulgencio Batista. Con ello, no había otro propósito que apoyar el desembarco de los expedicionarios del Yate Granma, que, por razones del tiempo no pisaron tierra cubana ese día. El joven revolucionario Frank País García, debido al grado de organización del el Movimiento 26 de Julio en Guantánamo y la preparación de sus militantes, visitó en varias oportunidades el oriental territorio considerado fundamental en los planes elaborados para esta acción.