El presidente Bashar Al-Asad denunció que las potencias occidentales mantienen un doble discurso ante la situación en Siria. El presidente de Siria, Bashar Al-Assad, denunció este miércoles a occidente por pedir a Rusia que no respalde al Ejército de su país, que lucha contra el autodenominado Estado Islámico (Daesh en árabe) en la ciudad de Alepo (norte).

Las continuas algazaras sobre Alepo ofrecen testimonios que alientan incoherentes llamados por los derechos humanos mientras que ni un solo funcionario de Naciones Unidas recorre los destruidos barrios de la ciudad.
Prensa Latina comprobó, aunque pocos puedan creerlo en el mundo occidental o fuera de él, que en la zona occidental de la urbe mantenida por el Ejército sirio, reservaron dos pisos exclusivamente en el hotel Shahba, para marcar su presencia.

Como en un guión cinematográfico, donde las ”tomas falsas” se ocultan, los ”padrinos” del terrorismo en Alepo, Siria, actúan en consecuencia para impedir una derrota traumatizante de los extremistas armados.
La provincia de Alepo y su capital de igual nombre eran un símbolo real y práctico para los sirios de desarrollo económico, estabilidad social y convivencia, cuna y centro en pro de una nación que aspiraba a un futuro mejor para todos.

Del Oriente Medio a Europa el pánico recorre el mundo montado sobre las armas de los terroristas que por estos días han sacudido el panorama mundial. Sobre los complejos rumbos del terrorismo se abordó este jueves en la Mesa Redonda que contó con el análisis de periodistas y analistas de temas internacionales.

Harry Sarfo dejó Bremen y viajó varias horas en auto hasta Turquía. Desde allí, unos hombres lo llevaron hasta los territorios controlados por el Estado Islámico en Siria, donde recibió entrenamiento para convertirse en uno más de los terroristas.

Los militantes talibanes han sido apuntados como posibles autores del suceso, empero, ninguna organización se ha adjudicado el atentado.