Llevo puesto mi lazo amarillo ¿y tú?
Esta, debo confesarlo, es la más poética clarinada a una batalla, y la más intensa exhortación a que no podemos perderla, porque son 15 años duros y largos los que han pasado sobre los cuerpos de nuestros más grandes guerreros contemporáneos: Gerardo, Antonio, Ramón, Fernando y René, quienes se han convertido en inspiración redentora.