Paraguay, el cuarto país más pobre de América Latina, tiene desde este domingo un presidente constitucional, después de la asonada disfrazada de democión parlamentaria contra el legítimo mandatario Fernando Lugo en 2012. El hecho no cambia mucho el horizonte, solo le permitirá a las fuerzas golpistas echar tierra sobre el zarpazo y… cuenta nueva.

Cumplieron con la promesa hecha al líder de la Revolución Bolivariana Hugo Chávez. Por ello tenía que ser justamente este 19 de abril, a los 203 años del Grito de la Independencia de esa nación, que Nicolás Maduro Moros jurara defender la patria en su nueva condición de presidente legítimo de esta República, por el legado eterno de los libertadores, por Dios, por el Cristo Redentor, por el pueblo de Venezuela y por la memoria eterna del Comandante Supremo.

¿Por qué la derecha hegemónica mundial apostó todas sus cartas por Henrique Capriles? El escritor y politólogo Germán Sánchez, quien en su condición de embajador de Cuba en Venezuela tuvo la desdicha de conocerlo, así lo define: “Es una persona calculadora, oportunista. Es un simulador capaz de decirte la mentira más absoluta sin inmutarse”.

El que empuja no se da. A partir de esta frase popular pudiéramos hacerle varias lecturas a los acontecimientos que sucedieron en Venezuela a partir del 14 de abril, cuando en las urnas Nicolás Maduro Moros se llevó el respaldo electoral que se precisa para llegar democráticamente a la presidencia de esta nación.

Con mayores márgenes de distancia, el último boletín oficial del Consejo Nacional Electoral (CNE) lo reafirma: el candidato Nicolás Maduro ganó la presidencia de Venezuela con el 50,75 por ciento de los votos, contra el 48,97 por ciento de Capriles, sin embargo, la orquesta desestabilizadora sigue sonando.
Las turbias aguas mediáticas traen nuevos lodos. Cualquiera que haga un ejercicio simple de deconstrucción de los mensajes emitidos en las últimas 48 horas por las grandes transnacionales imperiales de la comunicación podrá comprobar que para Maduro solo existen apelativos como el ex chofer de autobús, el ex sindicalista de 50 años, el delfín de Chávez. O se podrá encontrar jerarquizados en el orden expositivo de los hechos argumentos como estos: espinoso horizonte político y económico, está en vilo la nación con mayores reservas de petróleo…

Los poderes hegemónicos mundiales perdieron en las urnas venezolanas. No pudieron sus abultados bolsillos, ni sus guerras goebbelianas, ni sus planes A, B y C para “la era post Chávez”, con el 50,66 por ciento de los votos que pusieron con transparencia absoluta al candidato Nicolás Maduro en la silla presidencial de esta república bolivariana.