Pensar, soñar, actuar en los derechos culturales y la participación popular (+ Video)
Por Juana Carrasco Martín, especial para la Mesa Redonda
¿Cómo se concreta la política cultural de Cuba para garantizar el derecho de todos sus ciudadanos a un libre, creativo y participativo acceso a las más diversas expresiones de la cultura?
Muy bien la respuesta podría ser que se aúnan voluntades y talentos en los barrios, en las comunidades, se canalizan a través de miles de instituciones culturales como las Casa de la Cultura, las bibliotecas, los Festivales, los proyectos, utilizados tanto para disfrute como para la participación; se aplican los artículos constitucionales sobre la Cultura y diversas legislaciones —como la Ley del Patrimonio—, y ellos son herramientas e instrumentos; y se formó un tipo de profesional muy especial, el instructor de arte, para ayudar a las personas a participar en ese derecho a la cultura.
Tres elementos que son singularidades cubanas y es una práctica que tenemos que defender, porque han sido una garantía para el ejercicio de ese derecho, establecido en la Declaración Universal, de la que Cuba es signataria, al igual que de los convenios internacionales, y es un concepto de la Revolución que se aplica ampliamente.
El criterio de la cultura que va a impulsar la Revolución, el diseño de su democratización y carácter participativo, para que no se pierda ningún talento artístico, literario o científico, fue expresado y consagrado definitoriamente por Fidel en su discurso Palabras a los intelectuales.
Ese diseño se expresa en las Casa de la Cultura —de las que hay TANTAS a todo lo largo y ancho del país—, en instituciones fundadas desde los primeros momentos de la Revolución como la Casa de las Américas, el Instituto Cubano del Arte y la Industria Cinematográfica (ICAIC), el sistema de Imprentas, las bibliotecas, los Museos, las Ferias del Libro, los Festivales de Ballet, de Cine, de Aficionados y muchos más, el sistema de enseñanza artística, y el apoyo a los promotores culturales y los instructores de arte, herramientas creadas para que las personas, sin distingo de edad, color de la piel, creencia religiosa , y en toda su diversidad, expresen su cultura, la desarrollen y puedan prepararse a esa participación activa. Todo un esfuerzo del país para proteger las expresiones culturales que son el modo de vivir.
Miles de instituciones de base que canalizan la participación popular, y trabajan por difundir una concepción amplia de los derechos, no sólo los políticos, que también practicamos en Cuba, también los económicos y los culturales, aquellos que garantizan la atención a las necesidades materiales y espirituales de niños, niñas, hombres y mujeres.
La pregunta fue contestada en detalle y con pasión por funcionarios, especialistas y promotores culturales en la Mesa Redonda Derechos culturales y participación, que transmitió la Televisión Cubana y la Radio, conducida por Arleen Rodríguez Derivet, y en la que fueron panelistas el viceministro de Cultura, Fernando Rojas Gutiérrez; Oslayda Rivero Pavón, directora de la Casa de la Cultura Roberto Branly en el barrio popular conocido como La Timba; Esteban Llorach, coordinador por la UNEAC de las Casas de Cultura y de los proyectos de cultura comunitaria;
Y Lizbeth Ruth Sánchez, presidenta de la Brigada José Martí de Instructores de Arte en la provincia de La Habana.
Explicó el viceministro Fernando Rojas, que los derechos culturales —cuyas bases fueron establecidas desde el Siglo XIX con regulaciones sobre el área del patrimonio cultural y los depósitos de ese patrimonio, sobre las industrias culturales como las imprentas, y el derecho de autor propiamente hablando—, no han tenido un desarrollo coherente hacia la salvaguarda y la protección, y en el mundo desarrollado se han orientado hacia la protección de los intereses económicos de transnacionales y su enriquecimiento, y ponen en segundo plano a los ciudadanos, empobrecen y homogenizan la cultura, en el interés de maximizar las ganancias, con un modelo en el que limitan las formas de expresión y es la cultura popular la que más padece.
La Declaración universal de los derechos humanos en su artículo 27 asegura que toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y del desarrollo científico, y el Estado tiene la obligación de facilitar estos derechos. En Cuba, se consagraron en Palabras a los Intelectuales.
Los criterios de intelectuales, especialistas, promotores de diversas instituciones, los reportajes a proyectos comunitarios y las opiniones del pueblo creador y participante, fueron también parte de la Mesa Redonda, y en ellos se habló de derechos, y también de los deberes que den sentido a la vida, en los contradictorios procesos de la cultura contemporánea, de voluntad, inteligencia y decisión.
Entre ellos, Helmo Hernández, presidente en Cuba de la Fundación Ludwing; María del Carmen Rumbau, metodóloga de Casas de cultura; Humberto Rodríguez, 45 años como profesor de teatro en La timba, El fanguito, centros penitenciarios, solares de la Habana vieja y Centro Habana «y lo seguiré haciendo hasta que la lucidez me lo permita».
Hay 357 Casas de la Cultura, que están por igual en populosos y céntricos vecindarios urbanos como en áreas rurales desde las que se llegan a zonas intrincadas, de difícil acceso, en cualquier punto del país y tienen programas para niños, adolescentes, ancianos, personas con discapacidades, y llevan el trabajo cultural también a las prisiones.
Se accede de manera libre por parte de toda la población, una oferta que sea atractiva, viable que contemple a todos los grupos de edades, de esta manera se estructura la labor, enriquecedora, variable, que educa a la población y estimula a que esta participe, desde la promoción, la práctica del arte y de la literatura y es salvaguarda de las tradiciones locales populares, así explicó la directora de la Casa de la Cultura del barrio La Timba, donde nació Chano Pozo, una personalidad de la rumba, una de las más notables expresiones de cubanía y cultura popular.
En cada localidad, se lleva a cabo el proceso científico de rescate, reconstrucción y reanimación o revitalización de las tradiciones para ponerlas nuevamente en el cotidiano de vida del vecindario, devolverles a las personas su entorno cultural.
Así ocurre en toda Cuba y se mencionaron proyectos comunitarios como Liberad del Alma, de Quivicán, con el personal de las prisiones, donde tienen derechos ciudadanos limitados, pero no el derecho a la cultura, y se trabaja con todas las manifestaciones: música, artes plásticas, danza, teatro… y se reproducen dentro de la prisión tradiciones de la localidad rescatas como la quema del Año Viejo en San Felipe.
La participación de más de un millón de niños en el proyecto de Artes Plásticas De Donde Crece la Palma, que fortalece valores parios, de cubanía y estéticos, y que en su última edición significó involucrar al 67 por ciento de la matricula escolar del país y no se está satisfecho.
En Centro Habana el proyecto Quisicuaba, de profundo arraigo popular en el barrio Los Sitios, dirigido por un médico, el doctor Enrique Alemán. La comparsa de los niños y las raperas de la tercera edad…
Alrededor de dos millones de aficionados están matriculados, emplantillados en las actividades que las 357 Casas de la Cultura, que realizan sus actividades dentro y fuera de la casa, en los espacios abiertos de la comunidad, del barrio, en los parques, en hospitales y en prisiones, en un mecanismo que no es para profesionalizar a los aficionados, es para que las personas desarrollen sus capacidades y utilicen de forma culta su tiempo libre, y donde es un eslabón importante el promotor cultural y la colaboración de la familia.
Con pasión habló de los más de 200 proyectos comunitarios en los que trabajan como promotores renombrados artistas cubanos, el premiado intelectual Esteban Llorach Ramos, coordinador de la UNEAC con los proyectos de las Casas de Cultura.
La guerrilla de teatreros en Granma, La cruzada teatral en Guantánamo; el De Morón Teatro en Ciego de Ávila; El Jobero verde de Cienfuegos; La dulce quimera (canto lírico con niños) y Alma Danza, de Mayabeque, mueven a las poblaciones, a la gente que planifica su vida para estar, participar y disfrutar de su cultura.
El patio de Pelegrin en Puerta de Golpe, Pinar del Río, integral en su concepción porque ha rescatado desde el arte culinario hasta las artes plásticas, la música, el baile. De Mario Pelegrin se dijo que es un convencido de que la cultura puede transformar al hombre y no por gusto en Premio Nacional de Cultura Comunitaria.
El proyecto de Jesús Carré Amor y Esperanza, con niños con síndrome de Down; y el Jiguaní de la provincia Granma, de música, plástica, danza y teatro. Y el derroche visual y estético de todo un complejo cultural donde la fiesta es la punta del iceberg: Las Parrandas de Remedios.
La generación más joven se expresó con Lizbeth, la presidenta en La Habana de la Brigada José Martí, quien habló del complejo trabajo del gestor socio-cultural, su multiplicidad de funciones, y la exigencia ética. A más de un millón de niños, en más de mil talleres donde se fragua la conciencia cívica en las escuelas, dan atención 19 000 instructores de arte. Se reclama su presencia en cada escuela, pero el número no cubre esa necesidad.
En medio de las exigencias de la economía y su perfeccionamiento en Cuba, para el trabajo cultural hay tensiones de índole material, pero no son las únicas, reconoció el viceministro Fernando Rojas.
Hay problemas como los asociados a nuevas formas de comunicación, y de realizar el arte con nuevas tecnologías, bolsones de mercados, y formas homogenizadoras de la cultura, que son peligros.
Pero la transformación social a través de las manifestaciones de cultura no se produce de forma automática, son a mediano y largo plazo y se necesitan recursos. El Ministerio de Cultura seguirá obteniendo por su propia gestión los recursos en divisas que garanticen su función.
Esta Mesa Redonda estuvo dedicada al trabajo que salvaguarda nuestra integridad cultural como nación, desarrolla espacios de participación, auténticos y conscientes de querer y ser parte, con una perspectiva amplia, flexible, y de respeto a la diversidad, que nos acerca a la apreciación artística sin ningún tipo de complejo, que instruye y forma el gusto estético, que toma e intercambia experiencias y opiniones, que educa en valores y eticidad, en el concepto de cultural general integral que mostró Fidel, y como base el concepto de Revolución. No es un mero afán lúdico y mucho menos busca ganancias monetarias, es el disfrute ético y estético de las expresiones artísticas, es afán de Pensar, soñar y actuar.
Creo que la mesa redonda sobre la concreción de la política cultural estuvo muy buena y los ejemplos fueron de los buenos, cada vez que se habla de cultura en ese espacio es para educar y aprender todos. Hace falta que se mejoren un poco más las condiciones en los municipios para que se fortalezca el desarrollo cultural. Hay potencialidades pero se necesita mucho recurso sobre todo transporte.
Excelente la mesa redonda.