La Unión Europea entre el Nobel y la crisis
Por Juana Carrasco Martín, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
Hasta el 12 de octubre, la represión a las manifestaciones de protesta en Europa acaparaban las noticias, junto a las medidas de ajuste presupuestarios, las presiones a los gobiernos de aquellos países con los más graves problemas económicos, los forcejeos por los créditos que supuestamente salvarán los problemas financieros de las bancas, los índices cada vez mayores de desempleo, pero ese día cambiaron los titulares con una noticia que sorprendió y levantó la polémica: la insólita concesión del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea, el bloque integrado por 27 países del Viejo continente sacudida por la crisis.
No se tuvo en cuenta que la mayoría de sus países pertenecen a la OTAN, responsable de la mayoría de los actuales conflictos bélicos en el mundo, tampoco de la crisis, del ajuste y la represión, temas tan vinculados a la paz y a los derechos humanos. Tampoco las profundas divisiones entre los ricos países del norte y los del sur, sometidos a las duras políticas de austeridad que hacen que el proyecto europeo no goce de gran prestigio en la región.
Un Nobel para impulsar a la Unión Europea en crisis, decía algún titular en medio de la sorpresa que homogeneizó a la opinión pública mundial y que necesitaba de una valoración que se hizo en la Mesa Redonda de la Televisión Cubana del miércoles 17 de octubre por Elsa Claro Madruga, periodista y analista de temas internacionales, y Ernesto Domínguez, especialista del Centro de Estudios Hemisféricos, quienes estuvieron acompañados por Elisa Beatriz Ramírez en el rastreo en Internet de la repercusión de la noticia y conducidos por Arleem Rodríguez en el debate.
El de la Paz, es quizás el más político de todos los premios y se toma en función de la política, por tanto sus decisiones siempre levantan la polémica; sin embargo, el de esta ocasión ha sido sui generis, porque no se le otorga a una individualidad, como es lo acostumbrado, por primera vez se le concede a un proyecto de integración, más que a una institución, y con la dimensión que tiene en términos políticos y económicos.
Si se le analiza en su historia, la Unión Europea ha sido un factor para mejorar las condiciones para el mantenimiento de la paz en esa región. La paz regional ha sido sobresaliente sobre todo desde la segunda mitad del siglo veinte hasta la fecha, comparado con la turbulencia de la primera mitad de ese siglo, cuando ocurrieron las dos guerras mundiales en un continente donde las rivalidades enfrentadas en escenarios bélicos se han arrastrado siglo tras siglo.
En realidad, desde la conclusión de la II Guerra Mundial, cuyo terreno principal fue Europa, no ha habido esas grandes guerras, y la Unión Europea, en ese contexto, ha sido como proyecto un factor para crear un marco de negociación y de cooperación de esas naciones europeas, ha cumplido la función de mecanismo de equilibrio en Europa.
Pero el Premio se le da cuando está en juego su propia existencia, más que un reconocimiento a la trayectoria —como es lo establecido—, sino también la búsqueda de continuar el proyecto ante la crisis que amenazan su unión y ante las diferencias profundas que se están dando por el impacto de la crisis, las tremendas diferencias entre los integrantes del bloque, lo que apunta a tratar de reforzarlo, de legitimarlo, de advertir que tiene que transformarse porque tiende a desaparecer.
Carlos Frabetti, intelectual italiano que reside en España, el país junto con Grecia que presenta los mayores problemas en la actual crisis, en declaraciones telefónicas para la Mesa Redonda consideró la recompensa «tan disparata do como cuando se lo dieron a Henry Kissinger, quien debiera estar en la lista de los diez criminales más buscados», pues la mayoría de los países de la UE, desde la OTAN, ha participado de forma activa en las mayores masacres de las últimos tiempos, encabezados por Estados Unidos.
Como elementos positivos en el panorama, Frabetti ve en España una gran actividad sindical, al margen de los sindicatos mayoritarios que consideró «totalmente vendidos al capital», un resurgir del movimiento de los estudiantes y otros grupos en lucha por sus derechos, y del M15M, como también de la izquierda.
Para los panelistas de la Mesa, una de las muchas paradojas del otorgamiento del galardón, es que la UE no ha logrado todavía la unión política, y la paz —aseguró Elsa Claro— es sobre todo una cuestión política, más que económica, aunque la economía tiene que ver con la paz.
La UE ha estado carente de esa unión política, aun cuando la estén buscando, no se da, porque en su forma de hacer hay más imposiciones que resultados, más fuerza y presiones que solidaridad, al extremo que muchos economistas están planteando que tal y como sigue tiene probabilidades de desintegrarse si no cambia esa actuación.
Se destacó que si tras la desaparición de la Unión Soviética, del campo socialista europeo, y del Pacto de Varsovia, se hubiera eliminado a la OTAN, si se hubieran dado pasos efectivos hacia esa unión política, porque no tenía sentido que el tratado atlantista siguiera existiendo cuando el enemigo había desaparecido. Sin embargo, se mantuvo, porque la OTAN es la pica en Flandes que tiene puesta Estados Unidos con sus socios más íntimos.
Se habla de paz, que es muy relativa, condicionada por el ejercicio de dos fuerzas, y cuando desaparecer uno de los dos sistemas empiezan a surgir fenómenos locales. Hablemos solamente de Yugoslavia y la guerra que provocó su desmembramiento, para no hablar de otros problemas en los Balcanes. Y la OTAN intervino, se puso del lado de una de las partes entre serbios y bosnios, luego en Kosovo, y en Herzegovina, como también lo hizo en el conflicto chipriota que enfrentó a turcos y griegos.
La pregunta es obvia ¿Donde está la acción política, el trabajo efectivo, dinámico por la paz, cuando falta solidaridad con el grupo de países menos desarrollados?. Ya se plantea que Grecia salga por un tiempo de la unidad monetaria común, el euro. La falta de unidad que se refleja en la economía, y este pacto es más de orden económico, y por eso parece incongruente el premio.
Está, además, la intervención de Europa en otras parte s del mundo. Las fuerzas francesas en Libia durante la presidencia de Sarkozy, y las cosas se repiten en Siria y en Irán, y en el problema palestino. ¿Dónde es tá la posición crítica europea?
La posición común contra Cuba, acompañando al bloqueo estadounidense, su complicidad con el estado de Israel y su política contra Palestina, y muchos otros puntos donde justifican las operaciones militares, siempre como furgón de cola de la Casa Blanca.
A lo interno, están los millones de euros que se han venido moviendo para salvar a los bancos y no a la gente, con lo que se siguen acentuando las diferencias. Y en la Alemania que es locomotora de la economía las cosas comienzan a reproducirse: los tres millones que están en paro, con una juventud que tiene problemas para calificarse y para obtener empleo, a pesar de que Alemania es el país de mayor desarrollo en Europa, el mayor exportador tanto en la región, como fuera de ella, y ya exhibe un 20 por ciento de su población en los índices límites de la pobreza y surgen agrupaciones caritativas para alimentar y ayudar a niños y ancianos, lo que puede dar la gravedad del problema.
El 60 por ciento de los jóvenes griegos, españoles, italianos, no tienen trabajo, y encima le están coartando sus posibilidades educacionales y con ello el desarrollo hacia el futuro que está a la vista.
Europa está cometiendo el error de no invertir en la educación, cuando ese es uno de los indicadores del desarrollo, porque mientras más calificada sea una población son mayores las posibilidades de desarrollo de un país. Pero hay oídos sordos en Europa ante la situación, los de la señora Merkel, por ejemplo, y solo se escucha a los grandes banqueros y empresarios, y en Alemania comienzan a abundar los llamados trabajos precarios, y un poder adquisitivo que disminuye, lo que equivale a una rebaja de salarios.
El viernes tendrá lugar en Bruselas una cumbre donde los polos de poder están buscando mantenerse. Se enfrentarán el núcleo duro, que es el eje franco-alemán, con la Europa más desfavorecida y en crisis grave.
Pero una de las interrogantes es cómo va a funcionar ese núcleo duro, cuando el matrimonio bien llevado entre la política de la Merkel y la de Sarkozy se rompió cuando llegó a la presidencia francesa Francois Hollandek, cuyos criterios divergen, y el discurso habla de fomentar crecimiento y solidaridad, responsabilidad social sin eliminar el ajuste, y aunque Francia pueda ser una voz solitaria, se escucha, porque es la segunda economía en Europa y con buena posición a nivel mundial.
Se impone reorganizar el camino europeo, porque no puede seguir solo por la senda del ajuste y solo ajuste, deben coordinar una política europea e insertarla en un proyecto global de recuperación. Son las dos alternativas.
Como conclusión: Ha sido inoportuno el momento de la elección y darle el Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea, un insulto a las personas a quienes se les ha otorgado y sí se lo han merecido.
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