Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda

Fotos de Roberto Garaicoa

La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que sesionó en Antigua, Guatemala, estuvo tejida esencialmente por la lucha común contra el narcotráfico, aunque hubo temas regionales que no se soslayaron, como la reacción frente a la inclusión de Cuba en la lista de países terroristas y la situación de Las Malvinas.

Sobre el tópico principal de la agenda se precisó que es necesario fortalecer el enfrentamiento de la comunidad hemisférica a este mal y la aplicación de los documentos normativos internacionales. En opinión del experto Oliver Zamora, la mirada integral al narcotráfico fue un primer punto de partida.

“Todo el mundo está consciente de que hay que combatir el narcotráfico y todo lo que deriva: violencia, emigración, tráfico de personas… lo que implica un tratamiento sistémico. Se planteó la voluntad de hacerlo en esta ocasión, pero el cómo, los puntos claves de cómo atajar este problema, se concretarán en 2014 en una Cubre Extraordinaria de la OEA”, puntualizó.

Oliver Zamora aludió a que el problema fundamental hasta el momento es cómo se ha enfocado la estrategia para penalizar el consumo de la droga, porque están quienes defienden la despenalización y están los que no.

Llamó la atención además sobre el hecho de que la esencia del narcotráfico está en la pobreza, ya que no son pocos los que viven de ella. “Por Centroamérica pasa el 90 por ciento de las drogas que van a los EE.UU. y en estos países no se consumen tanto las drogas, las trafican como forma de vida. Es una industria fuerte, tienen laboratorios y una infraestructura muy sólida”.

También destacó la postura ambivalente de los Estados Unidos, en este espacio por ejemplo John Kerry comentó que debía existir una responsabilidad compartida, pero lo contradictorio es que EE.UU. no puede cambiar su posición porque es el más beneficiado, porque desde el punto de vista estratégico les genera muchos dividendos. Mientras haya droga pueden implementar el Plan Puebla Panamá para mantener su injerencia en la región latinoamericana.

“Las administraciones norteamericanas han defendido tener al tema del narcotráfico como tema de lanza contra América Latina”.

El panelista destacó que en medio de todo este contexto hay países que se han mostrado como posibles paradigmas frente a este flagelo: entre ellos están Nicaragua, Venezuela y Cuba, que tienen otra postura, lo que ratifica que se trata de desarrollar políticas en función de ello.

En esta Asamblea varios países miembros se pronunciaron además sobre la importancia de retirar a Cuba de la lista de países terroristas y fortalecer el multilateralismo, así como estuvieron entre las causas regionales la devolución de Las Malvinas a Argentina.

También en medio de la cita John Kerry, jefe de Estado del Departamento de Estado de los EE.UU., se reunió con el canciller de Venezuela, Elías Jaua, lo que reafirma la voluntad de ambas naciones de restablecer el diálogo, aunque haya posturas irreconciliables desde el punto de vista ideológico.

IRAK: LA HISTORIA CONTINÚA

Diez años duran ya los efectos de la invasión de los EE.UU. a Irak, con toda su carga de violencia y desestabilización del país.

Leonel Nodal, analista en temas internacionales, hizo un recuento histórico de los pasos primeros que desencadenaron todo esta situación bélica. Comentó que el pueblo iraquí había conseguido vivir con una unidad nacional hasta principios de la década de los 80, cuando emprendió la guerra contra Irán. Una guerra que sorprendió porque fue atizada por los EE.UU., que en ese momento necesitaba a alguien que le hiciera frente a los ayatolas iraníes.

“Fue un error de Irak lanzarse a esa guerra: el patriotismo y las fuerzas nacionalistas iraníes impidieron que salieran triunfadores, y al final se convirtió en una guerra de desgaste. Ambos salieron muy debilitados de este evento bélico”, precisó.

La ambición petrolera permanente de los EE.UU. –dijo el experto- desencadenó en los 90 la guerra llamada La tormenta del desierto, lo que aumentó el desgaste interno en Irak. A partir de entonces comenzó la división étnica, con la confrontación entre sunitas, chiitas y kurdos en esta nación.

Esto no les bastó a los norteamericanos para posicionarse en el área y fue entonces cuando en la década de los 2000 avivaron la intervención con el pretexto de que tenían armas de destrucción masiva, y cuando no lo pudieron probar, cambiaron su retórica por el hecho de que había un gobierno dictatorial que se debía derribar.

“Seis meses antes de la invasión norteamericana a Irak ellos habían confirmado que el gobierno iraquí había establecido acuerdos para el restablecimiento de la empresa petrolera sin la participación de los EE.UU. Y después de 2010, con las nuevas leyes después de la invasión, las compañías norteamericanas se instalaron para administrar este importante recurso que ya tienen garantizado por un largo plazo. Todo ello comprobó que no fueron a derrocar a una tiranía, sino a posicionarse para dominar el petróleo”.

Lo hipócrita del caso, alegó Leonel Nodal, es que después de que EE.UU. provocó más de 150 000 víctimas y dejó a más de cuatro millones de niños huérfanos de madre o padre en Irak y con todos los efectos de cáncer que está generando en esa población el uso de uranio empobrecido, ahora los Estados Unidos culpan al gobierno de ser corrupto, de no resolver los servicios sociales y los han considerado unos incapaces, cuando ellos son los principales responsables del panorama que hay hoy en ese país.

La Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA), que sesionó en Antigua, Guatemala, estuvo tejida esencialmente por la lucha común contra el narcotráfico

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