El bloqueo es un acto de guerra
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos de Roberto Garaicoa
Una serie de programas especiales sobre la política genocida del bloqueo, transmitidos del 5 al 13 de julio del año 2000, fueron sintetizados por su valor en una nueva emisión a propósito del aniversario 15 de la Mesa Redonda.
El Doctor Osvaldo Martínez abordó lo que se encontró la Revolución el 1ro. de enero. La Cuba de entonces tenía una estructura económica agrícola latifundista, con una sola industria de cierta importancia: la azucarera.
“La masa campesina vivía en condiciones de pobreza. La economía se tejía a partir de una serie de aspectos muy específicos con canales de comercialización del azúcar hacia Estados Unidos. Además, los norteamericanos eran dueños de un millón 200 mil hectáreas de las mejores tierras nuestras, controlaban el servicio de electricidad, de combustible, el crédito bancario, la industria del níquel, la láctea, en fin, la pocas industrias que existían”, dijo.
Explicó cómo la dependencia con Estados Unidos era extremadamente marcada: el 60 por ciento de las producciones cubanas eran conducidas hacia ese país y el 75 y el 80 por ciento de las importaciones que hacía Cuba eran desde EE.UU.
Otro de los rasgos de la época era que el 35 por ciento de los cubanos se encontraban en una triste condición de subempleo o sin empleo.
Pero la realidad social ofrecía un cuadro más dramático. El analista comentó cifras muy elocuentes: la tasa total de analfabetismo era de un 23 por ciento, y era de un 41 por ciento en áreas rurales. “Había un millón de analfabetos en una población de unos 6 millones de habitantes en la Isla en aquel momento”.
Al inventario sumó que 600 mil niños no podían ir a la escuela y 10 mil maestros no tenían trabajo. “El nivel de escolaridad medio era de dos grados de enseñanza primaria. Había un médico por cada 1 076 habitantes y La Habana, que tenía el 22 por ciento de la población, concentraba el 61 por ciento de las camas de hospitales”.
La agrupación católica universitaria, según una encuesta que hizo, y citada por el experto por ser además una fuente poco sospechosa para extraer resultados radicales, arrojó que en el campo cubano el 14 por ciento de los trabajadores habían padecido tuberculosis, el 13 por ciento fiebre tifoidea, y el 31 por ciento padecía paludismo. “La mortalidad era superior a 60 por cada mil nacidos vivos y la esperanza de vida no alcanzaba los 65 años de edad”.
En las zonas rurales, añadió, el 78 por ciento de las viviendas eran bohíos de piso de tierra y de tabla de palma. El agua y la electricidad solo llegaban al 10 por ciento de las casas.
La distribución del ingreso era la viva estampa de una sociedad con una profunda desigualdad: el 30 por ciento recibía el 4 por ciento de los ingresos totales. Por otro lado la seguridad social solo alcanzaba al 53 por ciento de la población.
Es sobre esta economía pobre, subdesarrollada y dependiente sobre la que se va a sostener esa política agresiva del gobierno norteamericano. “En el 59 no hablamos de bloqueo, pero sí de agresiones con una política muy clara de los Estados Unidos. A lo que sumamos que los ladrones de los fondos públicos cubanos y los torturadores batistianos fueron a parar a ese país”.
Los fondos cubanos, de 500 millones de dólares los dejaron en 84 millones. De vuelta a Cuba no llegó ni un solo centavo. En febrero del 59, el entonces Banco Nacional de Cuba, presionado por las bajas reservas monetarias, solicitó a Estados Unidos un crédito modesto y ello fue analizado por el Consejo de Seguridad de Estados Unidos y fue denegado, lo cual contrastaba con la relación que fluía con la tiranía.
“Esta política de agresión económica fracturaba más nuestra debilitada economía, golpeada por el saqueo sistemático de los batistianos y los dos años de guerra de liberación. No se podía hablar en aquellos momentos de socialismo y no había relaciones con la Unión Soviética, sin embargo ya había una política de hostilidad contra una Revolución popular que llegó al poder sin compromisos con el poder imperante”.
La Ley de Reforma Agraria constituyó para Estados Unidos una gran afectación, por las grandes extensiones que poseían. “Mientras el 64 por ciento de los agricultores cubanos no eran propietarios de las tierras que trabajaban y 200 mil familias campesinas no tenían tierras que cultivar. Por otra parte, había casi 4 millones de tierras productivas ociosas”.
La Reforma Agraria, dijo el experto Osvaldo Martínez, por sí misma no era socialista, era de profunda justicia social y de vocación popular, y aunque había sido plasmada en la Constitución del 40, esta chocaba con los intereses norteamericanos. “La reacción de los norteamericanos por esta medida tampoco puede decirse que haya sido contra el socialismo, sino por la pérdida de sus latifundios”.
El bloqueo queda establecido entonces como castigo por Cuba haber osado enfrentarse al más poderoso imperio, y por haber hecho uso de su legítimo derecho a determinar su sistema económico, político y social.
La Doctora Olga Miranda acotó que la Revolución Cubana comenzó el proceso de reivindicación de sus riquezas a los tiranos y sus secuaces a los cinco meses de haber triunfado. Al tiempo que puntualizó que la confiscación se aplica como resultado de un delito, y la nacionalización es una medida económico-social que lleva aparejada una compensación.
En 1959, en los estándares internacionales se reconocía la nacionalización como un derecho de autodeterminación económica. “Estados Unidos tiene una ley de pago atrasado por las expropiaciones, porque lo inaudito era que se la Revolución se hipotecara cuando había acabado de nacer. La Revolución sigue patrones internacionales y no se ha apartado de ellos, aún cuando en 1959 no está aprobada ninguna ley que diga que había que compensar lo nacionalizado”.
Hay un antecedente de todo esto, porque estamos en un proceso agrarista que tiene similitud con la Revolución Mexicana del 38, que estableció hasta no pagar porque no se puede poner en crisis la supervivencia de ese Estado.
Argumentó que la Ley de Reforma Agraria es una ley constitucional. En el artículo 29 de la Constitución del 40 se reconoce lo que hemos llamado el derecho constitucional de los propietarios a recibir una indemnización. El otro elemento que está presente aquí es la causa de utilidad pública, y este es otro de los elementos del Derecho Internacional que legitima este proceder. La no discriminación es el otro elemento, porque lo mismo se aplica al nacional cubano como al extranjero.
Alfredo Menéndez comentó que esta Ley se decide aplicar en las áreas ganaderas y luego en las áreas cañeras para amortiguar y preparar condiciones para su concreción. “Se designó hasta una comisión en el INRA para discutir con los colonos y los hacendados la Ley”.
Alejandro Aguilar precisó que después de esta medida Estados Unidos amenaza con la reducción de la cuota azucarera. “El 24 de junio el Departamento de Estado decidió tomar una posición firme y valoró la suspensión de la cuota azucarera, lo que formaría parte de la guerra económica”.
Puntualizó que los ciudadanos norteamericanos no fueron compensados por la intransigencia de su país a aceptar las lógicas. “Creo importante señalar que Cuba no tenía en ese momento posibilidades de indemnizar a los norteamericanos, por ello estableció los recursos, los mecanismos y plazos de acuerdo a las condiciones que tenía”.
En los años 59 y 60 se mantienen las relaciones diplomáticas, pero en enero del 61 el gobierno norteamericano decidió romper. Wayne Smith, en aquel entonces funcionario de la embajada norteamericana en Cuba, explicó vía telefónica que el embajador tenía la idea de tener paciencia y mantener las relaciones, para llegar con tiempo a un entendimiento, pero había otras personas que insistían en que Cuba estaba convirtiéndose en un aliado de la Unión Soviética y que debíamos adoptar una posición más dura.
“El discurso de Fidel el 2 de enero, en el que dijo que la embajada era un nido de espías y que debía reducirse el número de diplomáticos a 11 oficiales, fue lo que impulsó al gobierno a romper relaciones”.
Para la Doctora Olga Miranda, la mirada de los norteamericanos fue desproporcionada, arrogante. El 3 de enero del 61, el canciller Raúl Roa envió una nota al Presidente de Seguridad de las Naciones Unidas en la que precisaba que el gobierno de Cuba adoptó la solicitud de que se redujera el número de funcionarios de forma paritaria a nuestra representación en Washington, porque la mayor parte del personal diplomático estadounidense en Cuba estaba asociado a actividades delictivas.
En 7 febrero del 62 se da la orden ejecutiva de establecer el bloqueo. El fundamento del presidente Kennedy era la reunión de consultas de colonias de la OEA, y que Cuba era parte de la ofensiva subversiva chino-soviética.
Aclaró que es un eufemismo nombrar a esta medida embargo, porque el embargo es una medida cautelar hacia un deudor para garantizar lo que se le debe. “Es un concepto jurídico aplicable a los procesos judiciales. El bloqueo, en cambio, se propone asfixiar, enclaustrar y asediar a un país determinado para hacer que se rinda por hambre. Es un término de guerra”.
Desde la Conferencia de Londres de 1909, el bloqueo se reconoció como un acto de guerra, y que sepamos no hay una guerra declarada. En 1916, el propio Estados Unidos responde sobre este tema a Francia, en el que precisa que no reconoce a ninguna potencia extranjera el derecho a bloquear el comercio cuando no exista ningún estado de guerra.
Mientras tanto, la Comunidad Internacional no se ha engañado sobre estos términos, porque en todas la Resoluciones llevadas a las Naciones Unidas se utiliza el término de bloqueo.
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