En Persona: el Pombo de la Guerrilla del Che
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaicoa
Él se sigue sintiendo un soldado, un hombre del ejército. Así es el general de brigada Harry Villegas, el combatiente de la Sierra Maestra, el internacionalista en Bolivia, Angola y Nicaragua, Héroe de la República de Cuba, el Pombo de la Guerrilla del Che en Bolivia.
Sus raíces se adivinan en su tono campechano, noble. Pero él da las credenciales de su familia de campesinos pobres, que le dio la vida en Yara, una localidad situada en las estribaciones de Sierra Maestra, entre Bayamo y Manzanillo.
Su hermano Teógenes era un joven dirigente local del Partido Ortodoxo, activo opositor a la dictadura de Fulgencio Batista y seguidor de Fidel. Por ello no sorprende que en 1954, con apenas 14 años, Harry Villegas comenzara a apoyar a los activistas del Partido Ortodoxo en sus acciones de oposición y sabotaje contra la dictadura.
Así, por el camino de la nueva generación de revolucionarios, en 1955, Villegas, como muchos jóvenes ortodoxos, se incorporó e integró una célula clandestina que incluía, entre otros, a Leopoldo Cintra Frías («Polo») y a Teté Puebla.
Al comienzo de 1958, él y otros jóvenes decidieron subir a la Sierra Maestra para integrarse a la guerrilla del Movimiento 26 de Julio, pero fueron rechazados por el Che, quien les dijo que con las armas de bajo calibre con las que estaban no era posible enfrentar a los soldados, y los invitó a volver a bajar al llano, para quitarle las armas a algún soldado y volver.
“A los pocos días me fui para el antiguo central Sofía. Logré, con algunos amigos, conseguir unos revólveres y una escopeta. Con ese armamento regresé al monte. Localicé nuevamente al Che.
“Me dejó en el pelotón de la Comandancia. Empecé a cargar mochilas, servir de mensajero, o sea, ganándome la posibilidad de ser guerrillero, a la vez que asistía a la escuelita que él había organizado. En esos momentos estaba en la Pata de la Mesa”, confiesa.
Durante la ofensiva del gobierno contra la guerrilla de Sierra Maestra, iniciada en mayo de 1958, Harry fue enviado a combatir en la Columna 1, dirigida por Fidel, y participó en los combates del Jigüe, Las Vegas, San Lorenzo, Meriño y Las Mercedes.
“Fidel nos mandó a que todas las noches teníamos como tarea hostigar al ejército: tirándole tiros, hacer sonar latas para no dejarlos dormir. En un momento determinado me enviaron a reforzar la emboscada que estaba ubicada en La Plata para rechazar a un batallón de la tiranía que venía en apoyo de la tropa del comandante José Quevedo. Tuvimos que combatir duramente”, recordó.
Al Héroe no se le olvida que iba por la loma y sentía que le caían los cañonazos al lado. “Miraba y no veía a nadie. Me preguntaba cómo podían saber dónde estaba. Tuve que abandonar el camino y meterme a campo traviesa, hasta que llegué a la Comandancia”.
Cuando se formó la Columna 8 Ciro Redondo, bajo las órdenes del Che, Villegas fue asignado a la misma y se convirtió rápidamente en uno de los hombres de confianza del Comandante Guerrillero, e integró su escolta con Juan Alberto Castellanos, Hermes Peña y Carlos Coello «Tuma».
En su condición de escolta, permaneció toda la campaña militar junto al Che. Participó en la Batalla de Santa Clara y otros combates. “Pasamos por momentos muy peligrosos, como fue el cruce de la trocha de Júcaro a Morón y el combate en Cuatro Compañeros. Además, sin comida. Recuerdo que traía un paquete de gofio, pero no podía tocarlo. El Che me lo controlaba. —¿Cómo está el gofio?— Cuando se lo entregué, lo revisó para ver si le faltaba una onza.
“Antes de la toma de Santa Clara tuvimos combates muy duros. Uno de ellos fue la toma del cuartel de Cabaiguán. Los guardias hicieron una fuerte resistencia. En un gesto de temeridad el Che me dijo que lo acompañara. Lo miré y me soltó si estaba acobardao. Le respondí que no”.
Luego del triunfo revolucionario, este combatiente se estableció en la Fortaleza de San Carlos de La Cabaña. Allí, “lo primero que hizo el Che fue conseguirnos un maestro para superarnos culturalmente. Yo había aprobado la primaria, no así la mayoría de los compañeros. Además, siguió enseñándonos a jugar al ajedrez. Me mantuve junto a él en el Departamento de Industrialización del Instituto Nacional de la Reforma Agraria (INRA), el Banco Nacional, el Ministerio de Industrias. Como jefe de su escolta dondequiera que se movía lo acompañaba.
“Al regreso de su segundo viaje al exterior, nos reunió y analizó cómo nos habíamos portado los integrantes de su escolta. A Castellanos y a mí nos sancionó a sembrar, por no haber seguido los estudios. Al resto del personal que sí había asistido a las clases, lo ascendió”.
En 1961, se desempeñó como administrador de la empresa estatal Sanitarios Nacionales, designado por el Che Guevara en su condición de Ministro de Industria.
A la altura de 1965, el Che lo convoca a combatir en el grupo de guerrilleros cubanos que encabezaba, en la República Democrática del Congo. Allí tomó el sobrenombre de «Pombo» – que en idioma swahili significa hoja-, con el que ha sido mundialmente conocido.
“Permanecimos varios meses en territorio congoleño, pero debido a los planteamientos de la Organización de Estados Africanos de prestar solamente colaboración a aquellos movimientos que luchaban contra la colonia, tuvimos que marcharnos.
“El Che exigió que se le diera por escrito la solicitud de retirada de nuestras fuerzas, para dejar bien esclarecido ante la historia el papel desempeñado por Cuba en la prestación de ayuda internacionalista al pueblo congoleño”, puntualizó.
Entre 1966 y 1967 «Pombo» estaría nuevamente junto al Che, pero esta vez en Bolivia, en la zona del río Ñancahuazú. El grupo guerrillero tomó el nombre de Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia con secciones de apoyo en Argentina, Chile y Perú. Los enfrentamientos armados comenzaron el 23 de marzo de 1967.
Pombo fue uno de los cinco hombres (3 cubanos y dos bolivianos) que logró escapar del cerco militar que aniquiló al grupo guerrillero.
“Cuando detectamos la presencia del ejército, el Che organizó todas las acciones combativas. A mí me dio la tarea de defender un extremo de la quebrada, la parte más alta, conjuntamente con Urbano, y nos explicó dónde teníamos que volvernos a reunir con él. Esa fue la última vez que vi con vida a Ernesto Guevara.
“No hubo un solo momento en que el Che perdiera el control, entusiasmo y la confianza en la victoria. Todavía el propio día 8 de octubre, él pensaba en las posibilidades del éxito y por eso estaba analizando cómo salir de la zona y buscar otra parte del territorio boliviano en donde continuar la lucha.
“El Che nunca nos habló de la muerte. Él no la concebía. Aunque en la guerra se llevan dos jabas: la de ganar y la de perder”.
Muy buen programa con la entrevista de Pombo pero debe hacerse otro programa con el, la historia contada por los protagonistas llega más a los jóvenes y nos quedamos con deseos de conocer de África. El Pombo es ejemplo de humildad ante su valentía y grandeza
Presencié esta Mesa Redonda y me parece que pudo haber sido mucho más contundente en evidencias y testimoniios personales. Pienso que aún hay mucho que descubrir en la epopeya del Che en Bolivia. Hay algunas lagunas que hay que sacar a la luz publica por respeto a la verdad y al legado histórico de aquellos hombres heroicos.