Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica para estar alertas
Por Yailin Orta Rivera, especial para la Mesa Redonda
Fotos: Roberto Garaicoa
Desde el 5 de octubre la noticia recorre el mundo: 12 países de la cuenca del Pacífico alcanzaron el acuerdo más amplio de liberalización del comercio impulsado por Estados Unidos y Japón tras cinco años de negociaciones.
Después de días de maratónicos convenios en Atlanta, se pactó el Acuerdo Estratégico Transpacífico de Asociación Económica (TPP), que podría remodelar industrias e influenciar desde los precios del queso hasta el costo del tratamiento para el cáncer, por ello los expertos anuncian que la decisión podría afectar al 40 por ciento de la economía mundial.
En virtud de esta determinación, los 12 países (Estados Unidos, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile) reducirán las barreras arancelarias y establecerán estándares comunes.
El pacto, según han reseñado varios medios de prensa, abarca la creación de estándares comerciales, de inversión, intercambio de información y de propiedad intelectual.
El TPP ha sido presentado como un Acuerdo de Libre Comercio pero solo cinco de sus 30 capítulos están relacionados con las tarifas; los principales capítulos se refieren a inversiones, servicios financieros, telecomunicaciones, comercio electrónico, política de competencia, empresas estatales, propiedad intelectual, medio ambiente, derechos de los trabajadores, coherencia regulatoria, desarrollo, transparencia y anticorrupción y mecanismo de solución de controversias.
En opinión del analista Mariano Bullón, esto confirma la tendencia globalizadora del comercio mundial. “Sin embargo, hay desacuerdos en cuanto a cómo se aprueban y manejan las normas fitosanitarias, no hay definición en cuanto a derecho de reclamación y hay otras divergencias esenciales, no en vano ellos debían cerrar el 2 de octubre y lo hicieron en la madrugada del 4”.
Según su consideración, este acuerdo puede contraer los flujos comerciales en América Latina, a partir de que hay cinco países que lo integran. Además, no se puede olvidar que el contenido de estos textos ha creado alerta mundial respecto a diversos temas, como: la limitación a Derechos Humanos en Internet, y el obstáculo al acceso a medicamentos genéricos, al conocimiento y la cultura, y a los derechos de los consumidores.
En su mirada, no pasó por alto que esto podría significar una estrategia de presión contra China, objetivos e intereses que dejó ver el propio presidente Obama, quien manifestó que “cuando el 95 por ciento de nuestros potenciales consumidores viven fuera de nuestras fronteras, no podemos dejar que países como China dicten las reglas de la economía mundial”.
El experto añadió que este Tratado responde al esquema de megacuerdo internacional que persigue aplicar el multilateralismo y dar respuesta a crisis. “Pero no resultan más que proyectos que acentúan las asimetrías y que presionan a las naciones, porque los pequeños tienen que ajustarse a las exigencias de los más grandes”.
Quienes rechazan el TPP denuncian que estas reglas comerciales pondrían en peligro puestos de trabajo de la industria automovilística en México, por ejemplo, y a los productores de leche de Canadá, que ahora deberán competir con otras economías.
En sus más de 26 capítulos de negociación, afirmó el investigador Ruvislel González, el acuerdo busca regular un gran número de temáticas, que van desde el comercio de lácteos, hasta la regulación laboral, pasando por derechos de autor, patentes, inversiones estatales y medio ambiente.
También el joven estudioso se detuvo en lo que significa en términos globales de población, de geografías, de economía. “Hay que partir que fue suscripto por 12 países que representan el 10% de la población y el 40% del PBI mundial tendrá una influencia decisiva en las normas que regirán el comercio mundial en el futuro”.
En su intervención, aseguró además, que las normas de origen limitarán el intercambio a los productos de los países miembros con alguna flexibilidad para los sectores industriales (automotriz), donde la cadena de valor se encuentra localizada también en países que no son parte del acuerdo.
La vigencia del TPP acelerará otras negociaciones ante la necesidad de los países de atraer inversiones y mantener las condiciones de acceso para sus exportaciones en momentos donde la economía mundial no da todavía señales claras de reactivación. Es muy probable que China y la Unión Europea intensifiquen la búsqueda de mercados para no perder competitividad frente a los Estados Unidos.
Ruvislel González alertó de que el hecho de que se haya concretado no quiere decir que sea el momento final. “Todavía falta llevarlo a los cinco idiomas de los diversos países firmantes y que se someta a los Parlamentos. Y después de ese momento, una vez que se aprueba, tiene un período de dos años para concretarse”.
De hecho, dijo, en el Congreso norteamericano podrá encontrar resistencia. “Se prevé que el Gobierno norteamericano enfrente un arduo debate para lograr la sanción del Congreso a pesar de haber obtenido la autorización para negociar acuerdos comerciales en junio. La principal oposición provendrá de los sindicatos nucleados en que defienden la protección del mercado doméstico para no perder puestos de trabajo”.
También a Nueva Zelanda, precisó, no le será tan cómodo su aprobación por parte del Parlamente, según las posturas que han manifestado sus legislativos.
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